Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Por una comunicación indígena e inclusiva

Por una comunicación indígena e inclusiva
Concluirá hoy en Tiquipaya la tercera versión de la Cumbre Continental de Comunicación Indígena del Abya Yala. El evento, inaugurado el martes 15 por el presidente Evo Morales, ha reunido a unos 1.500 delegados de 17 países, que se han organizado en ocho mesas de trabajo, con el lema: “La Comunicación descolonizadora y transformadora, un instrumento de lucha de los pueblos del Abya Yala y el mundo".

Según reza su documento de presentación, la cumbre ha sido organizada con el objetivo de “contribuir a fortalecer los procesos de lucha y comunicación de los pueblos y naciones indígenas en el continente americano Abya Yala en miras a ir constituyendo un Sistema de Comunicación Continental, en un marco de continuidad del proceso previo desarrollado, concretando propuestas y acciones a través del diálogo, intercambio, unidad y alianzas, desde un enfoque integral estratégico, político, técnico y orgánico, y de enriquecimiento de las formas propias de comunicación”.

A juzgar por su capacidad de convocatoria y por los alcances de su objetivo, se trata de un evento ciertamente ambicioso. El hecho de estar celebrando su tercera versión indica que es una iniciativa camino a consolidarse. Y al fijarse la meta de constituir un Sistema de Comunicación Continental revela una voluntad por generar una institucionalidad trasnacional que permita su vigencia a mediano y largo plazo.

No es casual que se haya elegido a Bolivia como la sede de esta cumbre, siendo este un país con una importante población indígena y con un reconocido bagaje en la creación de iniciativas comunicacionales en el mundo indígena, campesino y comunitario. Ahí están, por mencionar algunas experiencias, las redes de radios comunitarias en el Altiplano boliviano o el audiovisual indígena que ha promovido el Centro de Formación y Realización Cinematográfica (Cefrec).

A fin de entender la elección de Bolivia como sede del evento tampoco debería perderse de vista el hecho de que el Gobierno en funciones haya asumido lo indígena como una de las matrices de su discurso político y cultural. La presencia del presidente Evo Morales y del canciller David Choquehuanca en algunas de las actividades de la cumbre evidencia el espaldarazo gubernamental que ha merecido. Sin embargo, es posible que este explícito apoyo le haya jugado en contra al evento, al que no pocos han identificado y estigmatizado como “oficialista”.

Llama la atención que un acontecimiento continental celebrado en Bolivia haya concitado tan poca atención pública. Ni siquiera en Cochabamba ha despertado el entusiasmo que otras reuniones internacionales acá organizadas despertaron en su momento. Lo que resulta aún más paradójico es que una cumbre sobre comunicación haya merecido tan poca cobertura comunicacional, al menos en los llamados medios tradicionales. A más de las notas sobre la inauguración y alguna otra de seguimiento, ha brillado por su ausencia en el espectro mediático.

Este fenómeno revela una indiferencia tristemente recíproca. Porque es cierto que los medios tradicionales no han sabido reconocer la relevancia de la cumbre, pero lo es también que los organizadores de ese evento tampoco han hecho lo suficiente para incluir a otros actores comunicacionales. No está en discusión que los pueblos indígenas desarrollen sus propias plataformas de comunicación, algo para lo que tienen pleno derecho, sino que estén procediendo de forma similar a los medios masivos de comunicación: excluyendo a actores comunicacionales que piensan y actúan diferente.

Si algo han enseñado las iniciativas comunicacionales indígenas y comunitarias es que otra comunicación es posible. Y debería ser posible también que esa comunicación tienda a la inclusión y al diálogo con los otros.