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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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En Warisata no habían vacaciones

En Warisata no habían vacaciones





La escuela de Warisata se fue perfilando como distinta a las demás. La edificación que la albergaba no fue construida siguiendo un molde general de las escuelitas indigenales bolivianas, sino fue erigida para ser un ambiente de trabajo y aprendizaje, para acciones distantes de la rutina donde, en medio del silencio andino, se escucha el coro de niños que repiten una lección. Tampoco iba a ser -no lo fue- un lugar que permanecería vacío en ciertos días y épocas.

Además de las aulas y un ambiente para la dirección, tenía un pabellón de internado con cinco dormitorios, con capacidad para 150 personas. Además, contaba con ambientes para talleres de carpintería, tejidos, alfombras, herrería, y un terreno extenso para el huerto, también un patio con jardines donde florecían gladiolos y kantutas. El espíritu creador de los dos líderes, uno campesino (Avelino Siñani), el otro citadino (Elizardo Pérez), animó a los comuneros.

En Warisata no había “vacaciones escolares”: se trabajaba todo el año, en consonancia con el calendario productivo de la comunidad, y las labores no terminaban pasado el medio día, como se acostumbra en los sistemas escolares, porque siempre había alumnos y maestros trabajando aun llegada la noche. Esto sucedía porque Warisata no era solamente una escuela de niños. Allí, junto los pequeños de Jardín (de 4 a 7 años) y los de la sección Elemental (hasta los 10 u 11 años), concurrían los jovencitos de la sección Vocacional, y, finalmente, escogidos entre los mejores, los de la Profesional, una de cuyas secciones era la Normal, de la cual egresaron maestros rurales que dejaron huella en muchos lugares del gélido altiplano boliviano.

Por los años en que existió Warisata, los planes de estudio del sistema boliviano eran concisos, con rubros más bien generales. Esto permitió que en la escuela se desarrollaran programas propios ligados a la realidad campesina del norte boliviano, con acciones ejecutadas muy cerca de la comunidad y con participación de la misma. Un año no era igual a otro, porque los asuntos cambiaban. Años después, se acusaría a los maestros de Warisata de no tener una planificación en regla, como lo disponían las autoridades de La Paz.