Hace casi 53 años, el 2 de agosto de 1964, un grupo de visionarios vecinos de la zona Sarco inició un ambicioso proyecto, la creación de una cooperativa; motivados por el párroco Donald Aubry de la capilla de "Sarco", perteneciente a la orden de Maryknoll y a la cabeza de Marina Vargas de Palomo. Actualmente, la cooperativa tiene 20 mil socios, de los cuales 10 mil son activos.

Su actual gerente general, Ángel Molina Medina -quien ocupa el cargo hace tres años- tiene amplia experiencia tanto en el sistema bancario como en el cooperativo, por lo que realiza una comparación de cómo funcionan ambos.

“El sistema bancario atiende mayormente los requerimientos de los clientes que tienen grandes capitales, que tienen que reactivar financieramente sus empresas, para lo que requieren de un gran capital; en cambio, en el sector cooperativo se atiende los requerimientos del área de microcréditos, o sea, pequeños créditos para grupos o personas que trabajan y tienen un ingreso muy bajo. Ahí actúa la función del cooperativismo como ayuda social a los sectores artesanales, de servicio, transporte, etc”.

Para Ángel Molina, el concepto de inclusión en la cooperativa se práctica en diferentes áreas, “porque las personas que tienen escasos recursos económicos pueden conseguir un crédito para tener un capital de trabajo, por ejemplo: artesanos y otros sectores que no son atendidos por el sistema bancario, nosotros los recibimos sin ninguna discriminación y también somos muy flexibles con respecto a las tasas y plazos”.

Para finalizar, el gerente destaca el aporte de las cooperativas a nivel nacional.

“Sabemos que el sector cooperativo en Bolivia es responsable del 5 por ciento de todo el sistema financiero, o del PIB, entonces es importante, es significativo este aporte, para las clases sociales que son totalmente desprotegidas”, concluye.