Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 18:38

The Kid Castro, el “sucesor” de Bentley Syler

El peleador (20 años) logró su primer título internacional profesional en la “jaula”. Su espíritu es su “fuerte”.
The Kid Castro, el “sucesor” de Bentley Syler



Cuando el muchacho era simplemente Bryan y no se colgaba la “chapa” de The Kid (El Niño, en inglés), como le dicen actualmente, atinó un día, de buenas a primeras, a intentar salvar a su amigo en medio de una pelea que se dio en el colegio, cuando cursaba su último año de secundaria. De técnica combativa sabía tanto como de razonamiento matemático físico. Es decir, nada.

Su temerario gesto generoso le costó caro: salió “quequeado”, lo que en el lunfardo popular viene a ser “golpeado”.

“Quedé mal. Luego me nació ese ego mío de querer aprender como sea, sí o sí. No como necesidad de venganza. Uno no está libre de cualquier mala situación en la calle”.

El coraje, aquello que de niño admiraba en actores de películas asiáticas, afloró con muchísima fuerza. “Habló” más alto la sensación de impotencia ante la improbabilidad de defenderse que cualquier otra cosa. Entonces, no había escapatoria. Bryan decidió meterse de lleno en el mundo de las artes marciales mixtas y el KMMA. Tenía solo 17 años. No más.

Ahora, con 20, la figura mudó y es The Kid el que se pone al frente de la entrevista, el mismo que hace una semana logró su primer título internacional profesional dentro del octágono tras vencer al argentino Maxi Aisama, de Iron Fighter, en la jaula.

No entró al 100 por ciento . Lo hizo al 60 por ciento . Si salió victorioso fue porque se mantuvo firme en el momento más decisivo de la pelea: el segundo round, justo cuando el cuerpo le pasaba factura de la molestia estomacal que tuvo poco antes de presentarse en el torneo y cuando la lesión en su rodilla también intentó amenazar su título.

“Estaba como en modo automático y el otro, nada. En el tercer round, no llegué a recuperarme bien. No podía ni respirar. La única salida era ir al piso. Lo llevé contra la malla y luego al suelo. Aguanté. Eso fue decisivo para ganar la pelea”.

Me sentía perdido, cansado. Claro, en la jaula no se ve mucho. Uno no debe demostrarlo porque es ahí cuando aprovecha el contrincante”.

Su plan de entrenamientos previo se había visto afectado. Paró de practicar una semana y bajó de peso. Así peleó Bryan, con más espíritu y garra que fortaleza física.

“Tres o cuatro días antes estaba tirado en la cama. Como me encontraba en corte, tenía que deshidratar para llegar al peso, pero me sentía débil”.

No tiene como exponente principal al cruceño Bentley Syler, el luchador de MMA que en 2015 tocó el estrellato absoluto porque fue parte del reality Ultimate Fighter Latinoamérica, de la UFC (Ultimate Fighting Championship).

No obstante, la figura del Doctor Syler sirve como buen punto de referencia porque Bryan confía en que lo superará.

En ello también ha coincidido el sensei Gerónimo Pacheco, que es Tercer Dan, director de la Academia Kontakto e instructor de The Kid. “Podemos llegar más lejos. Si tuviéramos apoyo de patrocinadores sería factible. No es sencillo vencerlo emocionalmente. Puede estar perdiendo el combate y se recupera”.

Bryan hace cálculos y cree que en unos cuatro años podrá alcanzar la consagración, que se traduce en la posibilidad de participar en un evento internacional de peso y calificar para ingresar a la TUF (The Ultimate Fighter).

“Esa es mi meta. Tengo que llegar, claro, poco a poco. El camino más cercano es COTAS (combate que se realiza en Bolivia con rivales sudamericanos), que será el próximo año”.

Las aptitudes de The Kid (tiene una fan page en Facebook llamada Bryan The Kid Castro) son grandes. Pacheco cree que el peleador cuenta con todo como para superar lo que logró Syler, el boliviano que fue parte de la UFC y que, entre otras cosas, logró derribar al paceño Jaime Cabrera, ya fallecido.

“Hay capacidad técnica, striking (combatir de pie), grappling (pelear en el suelo), brazilian jiu jitsu, derribos y estado emocional también. Lo hemos comprobado con él”.

Así, el cochabambino, que estudia Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), siente admiración por el estadounidense Demetrio Johnson, de la categoría de peso mosca dentro de la UFC.

Lo ve como “ídolo”, según relata, porque el norteamericano no hace shows, sino que va directamente al combate y cumple.

Apenas tres meses de empezar a entrenar, cuando tenía 17 años, se le presentó la chance de entrar en la “jaula” y no lo dudó. Le dieron la oportunidad y demostró su “buena madera”.

Dolencias

Bryan Castro se metió en el octágono con vestigios de una infección estomacal y una lesión en la rodilla.

“Entrenas para no pelear”

Bryan Castro parece entender a la perfección de qué se trata la verdadera lucha.

Le quedó muy en claro el mensaje que le dio el sensei Gerónimo Pacheco sobre los valores de lealtad, humildad, respeto y honor.

Por ello, comprende que debe evitar riñas que no correspondan con las competencias deportivas.

“Entrenas para no pelear”, asegura, con un tono de completa certeza, realzando el hecho de que solo se debe acudir a la fuerza en caso de necesidad.

No es de aquellos luchadores que alardean sus habilidades. Al contrario. “Existen peleadores que en la calle quieren demostrar que son ganadores, pero las artes marciales no son eso. Se trata de algo más, de llegar a entrenar tanto que lo haces para no pelear”.

El hecho de haber vencido al argentino Maxi Aisama le abre las puertas a posibles invitaciones internacionales, pues The Kid es una de las revelaciones de Bolivia en KMMA.

En su familia, la mayoría aprendió a aceptar su pasión por la disciplina. Al principio, su madre Wilma se oponía rotundamente a que Bryan compitiera.

La afectaba verlo volver a casa con el rostro y el cuerpo golpeados. Sin embargo, la mujer se resignó y ahora, incluso, “saca pecho” en reuniones entre parientes. Dice: “Mi hijo ha peleado y le ha ido bien. Ganó”.

Claro, aún le cuesta observarlo en la “jaula”, por lo que prefiere ausentarse, estar distante de todo ese mundo de las artes marciales mixtas.

The Kid es la revelación.