Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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ES UN ÍCONO EN BOLIVIA Y MUY AMIGO DE DELLIEN

El medallista de los Juegos que dejó todo por formar a tenistas en EEUU

Mauricio Doria Medina, que ganó plata en los Suramericanos 2006, se retiró pronto: a los 24. Ahora enseña a adolescentes para la alta competencia y quiere su propia academia.
El medallista de los Juegos que dejó todo por formar a tenistas en EEUU

Mauricio Doria Medina decretó el cierre de su carrera profesional en 2013, de manera muy presurosa. Mantener una vida como tenista élite y “bancar” traslados que mayormente tenían como destino a Europa suponía un fuerte desbarajuste en la situacion financiera de un muchacho de 24 años que afrontaba el reto con unos bolsillos más llenos de ilusiones que de otra cosa.

Era muy chico, pero su nombre ya estaba consolidado en la esfera del deporte de caballeros. Cualquiera que gustara del tenis nacional sabía que su zurda era (y lo sigue siendo) exquisita, que representaba el claro referente cochabambino en la Copa Davis y que le regaló la medalla de plata al país en los Juegos Suramericanos de 2006, en Buenos Aires, Argentina, entre otras conquists internacionales.

Y aunque no se arrepiente de las pisadas dadas (cree que si los acontecimientos hubieran sucedido de otro modo, su presente no habría devenido en lo que ha conseguido), la espinita de la duda siempre queda. “Creo que paré muy joven. Es algo en lo que, a veces, pienso. Bueno, a esta altura ya no me lo reprocho, pero estoy seguro de que me podía haber ido mucho mejor. Tampoco sabía cómo era todo esto”, repasa Mauri, que cumplirá 32 en septiembre y es papá de dos niñas (Sara y Maya).

Siete años después de haber colgado la raqueta y de que la nostalgia hiciera nido en la memoria y el corazón, el cochabambino vive en New York, Estados Unidos, donde afianzó su vocación como entrenador y enseña el arte del tenis a adolescentes en la alta competencia, dentro del World Gym Setauket.

Llegó allí gracias a sus aptitudes, que fueron reconocidas por el también cochabambino Tito Pérez, quien es el gerente deportivo y, además, curiosamente fue su entrenador durante los Suramericanos de 2006. Grato reencuentro de dos compatriotas en territorio norteamericano.

Mauricio vivía en Florida. En 2017 había dejado la Llajta con la convicción de apostar por la formación de nuevos talentos, en lo que significó el desafío enorme de renunciar a un trabajo óptimo en el Country Club Cochabamba (CCC) para ir por más. Por mucho más.

“En Bolivia estaba súper bien. Se presentó la oportunidad de irme a Florida. Era un reto importante en lo laboral. Iba a hacer lo que me gusta en un país en el que el tenis es potencia. Y en un torneo lo vi a Tito. Hablamos. Nos mantuvimos en contacto y me dijo: ‘¿por qué no te vienes conmigo?’. Así, fui a visitar el club en el que es gerente y me encantó. Me vine de cabeza. El proyecto es lo que más me gustó porque vi que me podía desarrollar. Aquí soy muy feliz”.

Desde hace un año y medio, aproximadamente, le transmite sus saberes y experiencia a jóvenes del centro que desean especializarse en la disciplina para luego acceder a becas universitarias en las que el deporte de caballeros está presente.

“Los jugadores que salen de las universidades van directo al ámbito profesional. Hay casos de  tenistas top 10 que surgieron de ellas”.

¿Si se le forma un nudo en la garganta cuando recuerda la etapa agitada en la que competía y que besaba la Tricolor luego de dejar el alma en cada cancha? Como pocas cosas en la vida, como aquello que deja una marca en el alma tan profunda que es imposible desentenderse.

“Extraño la Copa Davis y esos torneos por el país. Cuando compites a nivel profesional, lo haces por ti, pero en la Davis, en los Bolivarianos, Suramericanos y Panamericanos es por Bolivia. Extraño esa sensación al cantar el himno. Me fui  a vivir a Argentina  cuando era chico. A los 13. Ha sido duro. Estuve sin mis papás, sin nadie. Mi primer objetivo como coach siempre fue hacer una academia, algo lindo en Cochabamba, de modo que los chicos no necesiten salir y estar lejos de sus familiares. El entorno es importantísimo”.

Conserva una excelente relación amistosa con el beniano Hugo Dellien, con quien ha rivalizado y jugado del mismo lado. No fue un visionario. Relata que nunca dudó que el Tigre de Moxos llegaría lejos. Era “cuestión de tiempo”. 

Ambos se reencontraron cuando Hugo, número 77 del mundo, fue a jugar el US Open, en enero pasado.

“Tenemos una relación increíble. Lo fui a ver al Abierto. Siempre le digo:  ‘estás cumpliendo el sueño de todos. Verte ahí es como si una parte de nosotros estuviera en ti’. A mí no me sorprende que se encuentre en lo más alto. Es ese jugador que cuando lo tienes como compañero dices: ‘¡qué bueno es que esté de mi lado!’. Sentía que él flotaba en la cancha”.

Mauricio no planea regresar de inmediato a Cochabamba. Pero si hay algo de lo que tiene certeza es de que lo hará. Aquel sueño que lo movió a desempeñarse como entrenador, cuando guardó la raqueta, no se esfumó. “No me veo no volviendo. Quisiera continuar con el proyecto que en un momento comencé: hacer una academia propia por el tenis boliviano”.

Es que necesita esa conexión que solo encuentra en su tierra, la que también reconoce como “de sus hijas”. “Maya es neoyorquina, pero siempre digo que es una boliviana nacida en Estados Unidos”.