Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 18:21

Lampe es un "superstar" en la calle, califica de "lento" el fútbol boliviano y recuerda a Boca

El arquero cruceño, que vive un excelente presente en Atlético Tucumán, de Argentina, se enfoca de lleno en su club. En una entrevista con Olé, Carlos Emilio dijo que en La Paz, la pelota "va recta".
Carlos Lampe (arriba), con sus compañeros de Atlético Tucumán. CARLOS EMILIO LAMPE
Carlos Lampe (arriba), con sus compañeros de Atlético Tucumán. CARLOS EMILIO LAMPE
Lampe es un "superstar" en la calle, califica de "lento" el fútbol boliviano y recuerda a Boca

Carlos Emilio Lampe vive uno de los mejores momentos de su carrera profesional como arquero. Finalmente se le dio en Argentina. Esto fue posible luego de su paso por clubes como Boca y Vélez, en donde no había conseguido mostrar su fútbol debido a la escasa participación.

Nada de eso sucede en Atlético Tucumán, equipo del norte argentino que le abrió sus puertas, le dio su plena confianza y ahora lo quiere mucho.

El boliviano Lampe es el portero más efectivo del torneo local del vecino país. Solo le han marcado un tanto y sus números llaman la atención de los medios de comunicación y también de los simpatizantes de otros conjuntos profesionales,que lo piden en redes sociales. Es el caso de los hinchas del Xeneize.

Contento, el nacido en Santa Cruz le brindó una entrevista a Olé, diario deportivo de Clarín, y dijo que cuando sale a la calle lo frenan todo el tiempo para pedirle fotos. También expresó que la pelota en la altura tiene un manejo distinto. "En La Paz (la pelota) va recta", dijo.

A continuación, la extensa entrevista extraída de Olé. 

-¿Quién te acerca al fútbol y cómo te diste cuenta que querías ser arquero?

-Desde que tengo uso de razón que soy arquero. Desde los seis, siete años. Con el transcurso de los años hice taekwondo, también me incliné por el básquet. Pero nunca dejé de lado el fútbol. Siempre hacía fútbol y todo lo otro. Cuando me tocó decidir por falta de tiempo, porque iba al colegio a la mañana y a la tarde, me incliné por el fútbol porque era mi pasión. Después hice el primer año de Derecho, pero el siguiente semestre tuve la oportunidad de ir a Bolívar. Y entre los entrenamientos, las concentraciones y los partidos, se me hacía muy difícil.

-¿Arquero se nace o se hace?

-Arquero te hacés, pero de chico. Es muy difícil, de más grande, convertirse en arquero. Hay muchos casos que se hicieron. Así que es un poco de las dos cosas.

-El puesto del arquero es complicado. El resto de los futbolistas tienen muchas más chances de debutar o de tener minutos. ¿Cómo transitaste a lo largo de tu carrera el hecho de no jugar?

-Tienen que pasar cosas raras para que debute el arquero, je. En mi caso, siempre busqué más lo deportivo que lo económico. El 90% de mi carrera se basó en el éxito deportivo. Y el otro 10, pensando en la diferencia económica. Siempre vi dónde tenía más chances de jugar en mis primeros años. Creo que, a lo largo de todo este tiempo, muy pocas veces estuve en lugares en los que no jugué. Quizás en la Argentina se me conoce por mis etapas en Boca y en Vélez, pero en Huachipato y en Bolivia siempre me tocó jugar.

-Hablando un poquito de Bolivia, ¿te acordás del Mundial de Estados Unidos?

-Sí, claro. Tenía siete años. Veíamos los partidos con mi familia y con los amigos de mis padres. Hacían asado para todas esas personas. El álbum del Mundial estaba por todas partes. Después, también, había de esos muñequitos cabezones coleccionables con cada uno de los jugadores de Bolivia. Fue una época increíble.

-¿Qué le falta a Bolivia para poder volver a la Copa del Mundo?

-Falta de todo un poco. Este último año que pasó, hubo muchos jugadores que se fueron a jugar afuera y eso es importante. Mientras más jugadores estén en el exterior, más competitiva va a ser la Selección. En Bolivia, el fútbol es más lento por el tema de la altura. Si bien los chicos son muy buenos en esas condiciones, porque están preparados desde lo físico, terminás jugando con una marcha menos. Después, te toca salir a jugar de visitante y es otro ritmo, con canchas rápidas y buenas. Deberíamos empezar por lo primero: el cuerpo técnico. Que venga, que convenza a los jugadores para poder competir de igual a igual con el resto. Bolivia debería creérsela un poco más.

-¿Qué opinás sobre esta iniciativa de la Federación Boliviana de que se candidateen entrenadores?

-Un técnico de nivel no va a enviar su CV. No sé por qué lado lo habrán visto. Seguro entrevistaron a pocos entrenadores y querían ampliar su margen. Sé que la dirigencia quiere hacer las cosas bien. Hemos tenido muchas reuniones con ellos y se han avanzado en muchos aspectos. Lo que nosotros queremos es que, de una vez por todas, las cosas tomen un buen camino. Hace mucho tiempo que venimos retrasados, por ejemplo, con el tema de la casa de la Selección. Ya es hora de que de verdad las cosas se hagan, por el bien de nuestro fútbol.

-Explicame, siendo arquero, el famoso “la pelota no dobla en la altura”.

-Je. Es verdad. A ese nivel de altura, la pelota va prácticamente recta, rápida. Cuando le pegás con el borde interno, normalmente, la pelota toma un vuelo con curvatura. En La Paz va recta. Parece que no, pero a todos nos cuesta. Incluso a nosotros. Tengo que estar dos o tres días para adaptarme. Ya tengo memoria de cómo va la pelota y del trayecto que toma según como se le pegue, pero igual me toma varios días acomodarme. Imaginate los otros arqueros…

-Tenés muy buena onda con Messi. ¿Dónde nace tu relación con él?

-En 2015, jugamos contra Argentina un amistoso en EE.UU. No me tocó jugar ese partido, pero fue la primera vez que lo vi. Y me sorprendió de entrada. Él estaba muy atento a quién lo miraba para devolverle el saludo. Recuerdo que me saludó de lejos. Desde ahí, siempre me llamó la atención su humildad, que esté pendiente de esos detalles. Después, nos empezamos a enfrentar y comenzó el intercambio de palabras, una amistad dentro del campo. Hoy, además de felicitarnos por nuestro rendimiento, ya nos ponemos a conversar sobre cosas que no tienen nada que ver con el fútbol, como de nuestras familias.

-¿Y qué se dicen cada vez que se encuentran?

-Además de felicitarnos por nuestro rendimiento, ya nos ya nos ponemos a conversar sobre cosas que no tienen nada que ver con el fútbol, como de nuestras familias o los vuelos chárter. Él es muy abierto, muy buena persona. Siempre le he deseado lo mejor. Y se le pudo dar…

-Entre Boca, Vélez y Atlético da la sensación que ya estas acomodado a la Argentina. ¿Qué te gusta del país?

-La calidad gastronómica de Buenos Aires es muy buena. Tomo mate, je. En Chile empecé a tomar, pero de vez en cuando. Después me compré uno y empecé a tomarlo más seguido. ¿Qué te puedo decir de las empanadas tucumanas? A veces pecás en una entradita. La verdad me siento muy cómo en la Argentina. La pasión de la gente es impresionante. Extrañaba vivir esa presión, ese fanatismo.

-¿Hiciste turismo por el país?

-Soy una persona que me gusta conocer los lugares a donde voy. De Argentina conozco bastante, pero por el embarazo de mi esposa y el nacimiento de mi última hija se nos complicó un poquito. Teníamos ganas de ir a Mendoza y a Bariloche, pero no pudimos hacerlo. Nos ha tocado hacer viajes más cortos. Una vez me vine manejando desde Bolivia hasta Salta. En estos días libre estuve viajando por acá cerca, a El Cadillal.

-Siempre se dice que el “Mundo Boca” es algo aparte, que se magnifica todo. ¿Es realmente así? ¿Jugar en Boca se disfruta? ¿Se sufre? ¿Ambas?

-No necesitás tener un buen momento desde lo futbolístico porque la gente, igualmente, te apoya, te banca, te aplauden y te cantan. Pero como que los hinchas también se alimentan sí o sí de un título, del éxito. No podés estar cuatro años en Boca y no salir campeón de un torneo. Es imposible. Todos los días hay presión. Hay gente que estuvo muchos años en el club, como el Cali Izquierdoz, y uno debe sacarse el sombrero por este tipo de jugadores. Están tantos años en Boca es hermoso, pero también debe ser muy desgastante.

-Hoy, darle a la Copa Libertadores el rótulo de obsesión tiene su connotación negativa. ¿Ustedes también lo sintieron así en esa época?

-Es que sos Boca… Tenés el peso de ir y ganar la Libertadores. Así como, también, se siente el peso de la camiseta de Boca cuando enfrenta a grandes equipos brasileños. La gente siempre te hace sentir que quiere ganarla.

-Fuiste parte del famoso partido de Madrid. Pero hablemos de un tiempo atrás, del Monumental. ¿Cómo viviste la agresión al micro de ustedes?

-Fueron segundos duros. Me acuerdo que íbamos cantando, golpeando los vidrios. Estábamos muy motivados. Y, de un rato a otro, empezamos a escuchar que impactaban cosas en los vidrios, que estallaban. De donde yo estaba sentado, a la izquierda del micro, se rompe primero el vidrio que estaba detrás de mí. Me agaché y puse mi mochila como barrera entre la ventana y mi cabeza. Al segundo se rompió la ventana de adelante y nos asustamos aún más. Y después comenzó a entrar el gas, que ingresaba por las ventanas, pero no tenía por dónde salir. Decí que estábamos cerca de la cancha porque fueron segundos de mucha desesperación.

-¿Cómo estaban el vestuario? ¿Les decían que se iba a jugar o que no?

-Cuando vimos a algunos compañeros que estaban con irritaciones, o que eran alérgicos al gas, ya sabíamos que no íbamos a jugar. Fue una decisión unánime: ese día, no se jugaba. Después, podía jugarse dentro de una semana, pero ese día seguro que no.

-¿Y cuándo se enteraron de que se iba a jugar en Madrid?

-Nosotros pensamos que no fue lo mejor ir a España. Sabíamos que íbamos a sacar más ventaja jugando en la cancha de River, con su gente. Era un partido con mucha presión, que capaz la sentía más el equipo local. Éramos conscientes que era imposible jugarlo en el Monumental, pero nunca nos imaginamos esa decisión, de llevarlo a Madrid. Nos sorprendió a todos. De lo que menos se hablaba en el vestuario esos días era de fútbol. Se hablaba del micro, de la sede, de dónde se podría haber jugado. No disfrutábamos del momento.

-Ya en España, ¿cómo se vivieron las horas previas al partido? ¿Había tensión? ¿Relajación?

-Ambos planteles eran muy buenos, con experiencia y carácter. Se vivió la presión de una manera normal. Cuando empezó el partido se notaron los nervios de ambos equipos. Estuvimos entrenando varios días allá y la gente fue impresionante. De la manera en la que se acercaban al hotel, era como si hubiésemos estado en Argentina.

¿Qué les faltó para llevarse la Copa?

-Un poco de suerte. Empezamos ganando y físicamente nos sentíamos bien. Pero necesitás una pizca de suerte. Quedamos con un hombre menos, pegó una pelota en el palo sobre el final. No se nos dio. Por ahí, al hacer el gol primero, nos fuimos quedando y metiéndonos atrás. Y River jugó muy bien, haciéndonos correr detrás de la pelota y eso nos desgastó.

-¿Cómo estaba el vestuario después de la derrota?

-Fue un vestuario con muchas lágrimas, con mucho dolor. Muchos se imaginan un vestuario más caliente o más picante, que suele suceder. Pero este no fue el caso. El que tomó la palabra fue Carlos (Tévez). Hizo hincapié en que habíamos dejado todo dentro de la cancha y que, a veces, eso no te alcanza. Fernando (Gago) también habló. Hicimos todo para ganarlo, entrenando a tope, estando predispuesto a jugarlo y hasta empezamos ganando.

-Hace poco, tu padre dijo que Vélez fue una pesadilla para vos. En tu despedida también expresaste tu tristeza. ¿Hoy, desde tu presente, cómo recordás tu etapa en Liniers?

- Obviamente yo sabía que no iba a ser fácil ganarme el puesto. Lucas (Hoyos) estaba en Vélez hace muchos años, es un arquero con experiencia, con muchos partidos en Liniers. Sabía que me iba a costar, pero que tenía que lucharla. En ese entonces quería volver al fútbol argentino para sacarme la espina de Boca.  Yo llegué a Vélez después de una excelente Copa América y me sentía con mucha confianza. Pero no le reclamo como nada a nadie. 

-En Bolivia sos una figura. Pero imagino que el cambio de Buenos Aires a Tucumán habrá sido grande…

-Sí, lo fue. En Tucumán no puedo ni caminar por la calle. Es impresionante cómo la gente te frena y te pide una foto o una firma. Son muy fanáticos, desde los más chicos hasta los más grandes. Hace poco tuve que ir al colegio de mi hija y justo estaba terminando el recreo. ¡No sabés los chicos cuando me vieron! No sé si la ilusión de la gente será así siempre o lo es porque estamos en un buen momento. Pero el fanatismo de la gente es increíble. En Buenos Aires es más tranquilo porque hay muchos equipos, pero lo que pasa en Tucumán debe ser comparable a lo que pasa en La Plata o Rosario.

-¿Sentís que este momento, en Atlético Tucumán, es el mejor de tu carrera?

-No sé si es el mejor. He tenido momentos muy buenos, tanto en Bolivia como en Chile. En Always Ready tuve un año increíble. Sí es uno de mis mejores momentos...

-¿Cómo se logra esa consistencia en una posición en la que el más mínimo error te expone?

-Estando bien focalizado en cada partido, bien de la cabeza. Si bien nunca me costó encontrar el ritmo, venía de un parate de seis meses. Y estaba dentro de mí la pregunta de cómo iba a estar después de tanta inactividad. En un principio traté de ser simple y seguro. Después, con el correr de los partidos, fui agarrando más confianza. Acá, en Atlético, me ha pasado que no me llegaron tanto en algunos partidos, pero son los más peligrosos… Cuando te llegan una vez es cuando más concentrado tenés que estar.

-Con tu nivel, no faltará la oportunidad de que te sondeen otra vez desde los grandes. ¿Te gustaría una revancha en Boca? ¿Atajarías en River?

-Seguramente se van a dar oportunidades. Sobre todo, por la salida fácil que podría tener ahora, en octubre, o en diciembre. Pero, sinceramente, todavía no lo he pensado. Mi familia está muy contenta en Tucumán. El cuerpo técnico y mis compañeros, más aún. Los líderes del equipo son muy buenas personas y hay un gran grupo. Me han hecho sentir importante desde el primer día que llegué. Entonces, no estoy pensando en nada que no sea el próximo partido o lo enfocado que estoy en el torneo.

-Faltan 17 fechas y Atlético parece no aflojar. ¿Para qué están?

Cuando llegué, el objetivo era salvar al equipo del descenso. La gente estaba asustada, preocupada. El semestre pasado se hicieron 11 puntos en 13 fechas. Y hoy vamos 22 puntos en diez. ¡El doble y en menos tiempo!  Si bien no se habló, el objetivo ahora es, quizás, meterse en una copa. Alejarnos del descenso nos hizo pensar en pelar arriba, en meterte en una competencia internacional. No debemos trazar objetivos más altos porque falta mucho. Sí vamos levantando la vara, pero con los pies sobre la tierra. Partido a partido. Atlético es un equipo sin figuras, en donde nadie es más importante que nadie. Después, si seguimos en este camino y faltan cinco fechas, tenemos que animarnos a soñar.