Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Jaime Arévalo monta una piscina en la terraza y asegura que se morirá nadando

El cochabambino, de 26 años y campeón absoluto en aguas abiertas, decidió armar su propio espacio de entrenamiento para no perder contacto con el agua. Aprovecha, también, para aprender su tercer idioma, el francés.

Jaime Arévalo en plena acción dentro de su piscina. CORTESÍA
Jaime Arévalo en plena acción dentro de su piscina. CORTESÍA
Jaime Arévalo monta una piscina en la terraza y asegura que se morirá nadando

- Me dices que la voluntad está siempre. De hecho, por eso armaste una piscina en la terraza, ¿cómo te ves en el 2021?

-Voy a ver si puedo ir al Preolímpico. El tema económico es fuerte, ya que el evento será en Japón. Las ganas van a estar siempre. Si algo confirmé en esta pandemia es que me voy a morir nadando.

Jaime Arévalo tomó la decisión. Se apartará del placer que le genera el contacto con el agua cuando su último respiro le ponga el freno final. Antes, de ningún modo. Al nadador, campeón absoluto en aguas abiertas a los 26 años, se le cayeron los planes que había trazado para esta temporada cual castillo de naipes. De hecho, se preparaba para asistir al Preolímpico de Tokio y al Mundial. Todo, en procura de engrosar su trayectoria con dos experiencias que lo ilusionaban mucho. Luego, la pandemia, el confinamiento, el corte abrupto de la regularidad en sus entrenamientos. Luego, lo que todos conocemos ya de memoria.

El cochabambino tuvo que adaptarse al juego. Además de haber retomado la preparación de su tesis (es ingeniero civil) y echar mano de su cualidad como autodidacta para aprender su tercer idioma (además del español y el inglés), el bañista preparó una piscina de 3 metros de largo, 2.40 de ancho y 1 de altura en la terraza de la casa de su abuelo.

Allí se producen sus encuentros con su elemento favorito. Asegura que es en esos momentos en los que la memoria táctil se le activa y permite que la sensibilidad se mantenga despierta, ante la improbabilidad de sesionar en recintos deportivos.

P: Habías trazado una temporada muy activa, ¿cómo va tu presente?

R: Es complicado. Nadie, ni en sus peores, pesadillas imaginó que sucedería algo así. Van cinco meses. Estuve tratando de trabajar aspectos como la flexibilidad, me capacité en la parte nutricional y pasé cursos con una universidad de Argentina. Estuve aprendiendo cosas de nutrición. Siempre me gustó este tema. A futuro, si bien no voy a estar como entrenador, me gustaría ayudar a los chicos de aguas abiertas y a los masters. Existen miedo y estigmas. No los dirigen bien.

P: ¿Por dónde pasan los estigmas?

R: Argentina, por ejemplo, es un país en el que realizan mucho las maratones acuáticas. Las aguas abiertas se han difundido de manera tremenda, y se da en un país que se encuentra al lado. No hablamos de Europa. En Bolivia tenemos lugares muy bonitos, pese a que no contamos con salida al mar, contamos con sitios en los que se pueden concretar eventos. Siempre está ese estigma de decir que son deportes que requieren muchas horas. En efecto, sí precisan bastante entrenamiento, pero debemos aprovechar que poseemos altura.

P: Te vemos proyectándote en lo teórico, ¿te ves impulsándote como entrenador?

R: Me gustaría, aunque no a tiempo completo. Soy ingeniero civil, pero me agradaría orientar a los chicos. Más que nada comenzaré a trabajar con los masters y triatletas. Muchos chicos me dijeron que querían que los prepare, pero les contesté que debo formarme bien. No es lo mismo hablar como deportista que hacerlo desde un punto de vista más técnico. Me di cuenta de que en Bolivia muchos entrenadores son empíricos. También estuve entrenando lo más que pude. Claro que no es lo mismo, pues en la natación es complicado. El deporte que más feo lo va a sentir es el nuestro. Pierdes condición física al dejar de nadar.

P: Si un mes te afecta, ¿cuál es el perjuicio en un semestre?

R: Seis meses es como empezar de cero. Vuelves al punto de partida. Estuve entrenando mucho. En julio cambié de instructor. Me pasé a uno olímpico, que es venezolano. En febrero ya estaba listo para el Sudamericano de Buenos Aires, salí campeón absoluto. Quería ir al Preolímpico en Tokio y ganar la experiencia de competir con los mejores. Ahora todo se cayó.

P: Después de esto, ¿quedan ganas de recomenzar?

R: Las ganas las tengo, pero es duro. Encima se viene una crisis económica. Ya no es fácil viajar y tener sponsors. Extraño demasiado nadar y lo seguiré haciendo. Durante esta pandemia me dediqué a terminar mi tesis. He visto que muchos perdieron sus trabajos. Trato de no entrar al Facebook porque se da una maraña de buscar plasma y condolencias.

P: ¿Cómo tratas de cuidar la salud mental?

R: Me gustan mucho los idiomas. Estuve practicando el tercero, que es francés. Eso, además de inglés y español. Distrae un poco. Intento trabajar la parte física, también, aunque es complejo. A los futbolistas les afecta, pero su elemento es la tierra. En la natación, hasta se pierde la sensibilidad de tocar el agua. Por eso me construí una especie de piscina. Vi que la mayoría de los atletas agarró piscinas armables. La que tengo es de 3 metros por 2.40 y 1 de altura. La armé y me amarré con una liga a un poste. Es como nadar.

P: Me dices que la voluntad está siempre. De hecho, por eso armaste una piscina en la terraza, ¿cómo te ves en el 2021?

R: Me sorprendieron mucho las decisiones que tomó el Comité Olímpico (Internacional). Una de las buenas es que movió los Juegos Olímpicos por un año. Todo lo que debía haber este año se corre al 2021. El Mundial, que debía efectuarse en 2021 se movió para 2022. Voy a ver si puedo ir al Preolímpico, porque el tema económico es fuerte, ya que el evento será en Japón. Las ganas van a estar siempre. Si algo confirmé en esta pandemia es que me voy a morir nadando.