Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Excampeona bolivariana: “Si no sacas algo, se olvidan de ti”

Nataly Camacho, la billarista cochabambina que se puso el país al hombro en Trujillo 2013 con cinco medallas, se siente “estancada”. La nostalgia de una mujer que hubiera soltado el taco si no tuviera su negocio.
Nataly Camacho, durante la visita de EL LÍDER a su club de billar, situado en la Costanera, frente al Olympic. Ayar Wari
Nataly Camacho, durante la visita de EL LÍDER a su club de billar, situado en la Costanera, frente al Olympic. Ayar Wari
Excampeona bolivariana: “Si no sacas algo, se olvidan de ti”

Está distinta. Lleva el cabello hasta la espalda. Su melena, ahora castaña, ya no descansa tímidamente en el borde de sus hombros. El conjunto de hebras parece haber liberado la rebeldía y “dejarse ser”, luego de ceder, por años, a la tijera, siempre invasiva. 

Está intacta. “Contradictoria afirmación”, podrán decir (y sería válido), cuando las líneas de arriba graficaron lo contrario. Pero esta última idea puede convivir con la anterior si la referencia es su sonrisa, esa que no falla, que aparece, incluso, en momentos grisáceos.

“Gracias por venir”, osa decir Nataly Camacho, la billarista cochabambina de 34 años que apartó todos los focos de las cámaras de TV cuando se colgó nada más ni nada menos que cinco medallas en los Juegos Bolivarianos Trujillo 2013, en Perú.

“¿Gracias por qué?, si, en realidad, los agradecidos somos nosotros”, es la pregunta, para los adentros, ante la imagen de la mujer, que hace una pausa en sus obligaciones como socia del club de billar Class One para atendernos. 

Buena gestión

Nataly resalta la “óptima gestión” que lleva a cabo el presidente de la Asociación local, Juan Carlos Cartagena, pese a la inactividad nacional.

El recuerdo aún es patente. Parece que el tiempo hubiera dado tregua y que hubiese sido apenas hace un par de días cuando la doble campeona (bola 8 y bola 10) rompía con la quietud de la noche de labores periodísticas y hacía que las teclas de la PC comenzaran a calentarse, al ritmo de su proeza.

Parece que los años hubieran sido permisivos. Lo cierto es que de aquella fecha al presente han pasado como 72 meses.

Ahora, Nataly, que juega al billar desde 2004, se quitó de los reflectores. Experimenta una sensación de “olvido”. Tal parece que los héroes suelen ser fugaces. “Nuestro equipo ha sido el que más medallas sacó en los Bolivarianos. En ese momento sí tuvimos felicitaciones. Se sintió bonito. El Gobierno apoyó un tiempo. Pasó eso y se olvidó de los deportistas. Si no sacas algo, quedas en el olvido. El billar está congelado”.

Un poco, porque se volcó a su negocio personal, el club que abrió hace seis meses frente al Olympic. Otro poco, porque nada puede hacer frente a la sucesión de problemas que envuelve a la Federación Boliviana, que, entre otras cosas, “debe dineros cuantiosos” y no regula aún su figura formal ante el Ministerio de Deportes.

Lo concreto es que la excampeona bolivariana (doble, para ser precisos), a veces, solo a veces, se deja condicionar por el bajón natural que supone no competir hace un año.

En una década caracterizada por su presencia contínua en los Panamericanos, la también psicóloga y buena en la industria culinaria (tiene aptitudes en varias facetas) faltó, por primera vez, esta gestión.

Y eso genera resquemor. “Estamos estancados, por ende, no pudimos participar en el Panamericano. Es una pena porque, después de 10 años, no fui a ese torneo. La Federación tiene una deuda de 5 mil dólares con la Confederación. Estamos a la espera de una nueva elección  y con la esperanza de que se solucione todo”.

“¿Desmotiva el panorama?”, la inquietud. “Si no tuviese un billar, quizás ya lo hubiera dejado. Es difícil. Uno tiene que esforzarse con sus propios medios. Es algo que uno lo hace por pasión. Hay que seguir adelante. El billar es mi vida y voy a seguir jugando hasta que no pueda (risas)”.

Sentada la propuesta de elegir solo dos de sus momentos mejor abrigados, Nataly no titubea. Los separa casi de forma automática, como si el planteo fuera repetido.

El “puesto número 1” lo ocupa (no podía ser de otro modo) su experiencia en Trujillo. “Uno de ellos fue cuando participé en el Mundial de China de 2010. Clasifiqué porque salí subcampeona panamericana. El hecho de conocer a las mejores del mundo, a las que veo en ESPN, fue excelente. Y el otro es el de los Bolivarianos. No podía creer que saqué una de oro y que luego llegaron otras más... ¡estaba muy orgullosa! Igual, tengo miles de buenos recuerdos”.

 Dueña de ocho perros y de Napito, como el más veterano de la manada, la cochabambina pasa las primeras horas del día en casa. Se ocupa mucho de sus “wawitas”. “Napito es viejito, pero se encuentra saludable. Todos requieren atención. En la mañana estoy con ellos. Luego, a partir de las 16:00, atiendo el club”.

Sobre algún cargo como dirigente no quiere saber mucho. Quizás en unos años. Lo que sí está “escrito” es que la billarista tiene pila para rato. La advertencia es clara. “Me encanta, me apasiona. Nataly va para mucho más”.