Opinión Bolivia

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
  • Actualizado 10:14

Las amazonas Arce luchan por mantener su escuela y a sus 25 caballos

Las hermanas Stefanie y Andrea atraviesan problemas para alimentarlos y lidian con animales abandonados.
Algunos de los 25 caballos que se encuentran en la escuela ecuestre. GENTILEZA HERMANAS ARCE
Algunos de los 25 caballos que se encuentran en la escuela ecuestre. GENTILEZA HERMANAS ARCE
Las amazonas Arce luchan por mantener su escuela y a sus 25 caballos

Este es, sin dudas, el desafío más grande que enfrentan las amazonas quillacolleñas Stefanie y Andrea Arce. Ningún reto competitivo que descanse en sus historias le hace justicia al sacrificio que ambas afrontan actualmente para mantener con bien a los 25 caballos que se encuentran en su escuelita familiar, el Centro Ecuestre Tunari.

Y no es que no hayan atravesado momentos llenos de nerviosismo. De hecho, en 2017, durante los Juegos Bolivarianos de Santa Marta, en Colombia, las hermanas experimentaron la adrenalina al máximo, tras quedar cuartas en la prueba de FEI young riders por equipos. El caso es que atraviesan un presente atípico, que poco tiene que ver con lo deportivo: la cuarentena les impactó. Ante la ausencia de clases en el centro, no cuentan con ingresos, lo que dificulta muchísimo la alimentación y los cuidados de los equinos.

“Teníamos un dinero ahorrado. Todo eso se fue a la alimentación y a la parte veterinaria, que también la hacemos nosotros”, mencionó Stefanie.

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Ella, su esposo, su hermana Andrea y su mamá son los que le pusieron el pecho al desafío de mantener en pie la escuelita, que cuenta con 15 años de consolidación y que se sitúa a ocho cuadras de la Terminal de Quillacollo.

Como si el peso fuera liviano, deben lidiar con otro fenómeno que se ha vuelto recurrente: los caballos abandonados, que deambulan en busca de comida.  “Los dejan botados, me imagino. Hemos intentado ayudar, pero se nos hace complicado. No es como un perro, que lo metes a tu casa y ya”. Aquí, el relato desde los labios de Stefanie, quien reconoce que los entrenamientos deben esperar.

P: Es un momento atípico para todos, ¿cómo lo enfrentan ustedes?

R: La escuela vive de los ingresos de los alumnos y estamos muy preocupados por esto. La alimentación de los caballos y el cuidado corren por parte nuestra. Somos tres mujeres y contamos con un ayudante, pero se nos está haciendo complicado, últimamente, sobre todo la alimentación de los animales. Ello ha empezado a apretarnos el cuello. No hemos podido entrenar. Teníamos un dinero ahorrado. Todo se fue a la alimentación de los caballos y a la parte veterinaria, que también la realizamos nosotros. Ahora sí. Son 40 días casi. Estamos empezando a ver un poco cruda la cosa. Los papás de los alumnos nos han ayudado un poco. Los que compiten siguen pagando sus cuotas, pero no sé hasta qué punto vamos a poder sostener esto. Si flexibilizan la cuarentena, como es un deporte al aire libre y se realiza de a una persona, esperamos que nos favorezcan a nosotros también, a los clubes. El Country Club Cochabamba, por ejemplo, recibe una cuota fija de sus socios y no tiene problemas, pero nosotros sí porque, aparte, desarrollamos trabajo social con niños discapacitados.

P: ¿Cuántos animales son?

R: Contamos con 12 caballos deportivos y 13 que dan clases. En esta época, de Santa Cruz nos llegaba el pasto en rollos. Eso nos ayudaba bastante por el costo, que era bajo. Ahora estamos con pura alfalfa. Gracias a Dios, en Quillacollo tenemos proveedores que nos traen. 

P: ¿Y se siente el aumento en los precios?

R: Sí. No es que se haya duplicado, tampoco, pero es un porcentaje. Nuestra economía no es alta, como para decir que ganamos. Trabajamos para mantener a nuestros animales, la escuela viva y el trabajo social. No lucramos. Si nos suben centavos, lo sentimos mucho.

P: Es un emprendimiento familiar, ¿verdad?

R: Sí, es familiar, entre mi mami, mi hermana y yo, bueno, ahora, mi esposo. Estamos los cuatro. Esperamos para ver si habrá alguna flexibilización o crearemos un grupo de trabajo. Tal vez, podríamos vender nuestro servicio por anticipado y mediante cuentas bancarias nos irían depositando.

P: Evidentemente, lo deportivo quedó en segundo plano…

R: Así es. Y tampoco creo que haya competencias hasta finales de agosto porque se suspendió todo a nivel mundial.

P: ¿Cómo se arreglan para chequearlos?

R: Gracias a Dios, vivimos acá. La escuela se la construyó en la casa de mis abuelos. Ellos tenían una ganadería en Quillacollo. Los caballos necesitan que los chequees mucho, que te ocupes de sus cuidados porque te pueden traer serios problemas en la salud e incluso llegan a morir.

P: Deben estar doblemente atentos a que no se indispongan…

R: Estamos haciendo de todo, de veterinarios, de cuidadores, hasta de herreros. Otro problema que hemos enfrentado es el tema de los caballos que andan sueltos, de esta gente que se dedica a venderlos para carne. Han empezado a aparecer animales y la gente piensa que son nuestros. No los podemos acoger por el aspecto sanitario. Se quedó una yegüita, pero se encontraba muy mal. La hemos tratado de cuidar, pero no pudo más. Creo que aparecen buscando comida. Ellos deben oler a otros caballos o, quizás, la gente los trae hacia acá. Son caballos abandonados. Los dejan botados, me imagino. Hemos intentado ayudar, pero se nos hace complicado. No es como un perro, que lo metes a tu casa y ya. El otro día aparecieron ocho y no teníamos dónde meterlos. Les hemos dado agua, los alimentamos y al final apareció el hombre y se los llevó. 

P: ¿Han notado esto de forma pronunciada en la cuarentena?

R: Sí. Esta situación no era tan seguida. Se la veía dos veces al año, pero ahora sí, ha sido repetitiva. Las personas piensan que podemos ser un refugio. Quisiéramos ayudar a todos, colaboramos en lo que podemos. Pese a que estamos complicados, siempre nos disponemos a cumplir con las medidas sanitarias para enfrentar el COVID-19.

P: ¿Está la proyección de retornar a lo competitivo cuando esto pase?

R: Sí, estamos en eso. Siempre confiando en Dios y trabajando. Que sea un 2021 mucho mejor.