El artista orureño Marcelo Suaznabar, una de las manos más prominentes de la plástica nacional, ha incursionado en la escultura este año, llevando sus inquietantes figuras surrealistas, que combinan formas animales y humanas, a las tres dimensiones, utilizando diferentes formas y colores del barro como técnica.

Desde su estudio en Ontario, Canadá, país en el que reside hace 18 años, Suaznabar ya ha producido unas 30 piezas con barro blanco, de papel, rojo terracota, de escultura y negro, cocidas en bajas y altas temperaturas, y detalladas con diferentes tipos de esmaltes, jugando con las reacciones finales. El artista autodidacta, ya tiene programada una muestra individual para el verano de 2021 en el Earls Court Galler de la ciudad de Hamillton, en la que exhibirá su nuevo trabajo.

“Transformar estas visiones antro y zoomorfas que se ven en mis pinturas a formas tridimensionales es realmente un reto exquisito, porque compromete en cierto modo el lenguaje al que ya estoy familiarizado desde hace muchos años y en el que sigo insistiendo. No me desprendo de lo figurativo, siento que fue evolucionando con el tiempo al incorporar nuevos elementos y temas, también con el tratamiento del color. Quizás ahora parte de esta evolución sea la escultura una nueva forma más de expresión de mi trabajo”, indicó el orureño a este medio.

La producción de Suaznabar no solo se caracteriza por lograr una inconfundible estética, en la que extraños personajes retan con miradas al espectador en espacios cerrados, sino también por un trabajo regido por la disciplina, norma a la que no ha escapado su elaboración de esculturas, intercalando días entre la pintura y las piezas tridimensionales.

Mutua influencia

La incursión del artista en la escultura lo ha llevado a pensar y concebir un mundo de posibilidades que también benefician a su obra bidimensional.