Opinión Bolivia

  • Diario Digital | domingo, 26 de marzo de 2023
  • Actualizado 12:19

Pianista qhochala recupera cuecas de Simeón Roncal en disco libre

Se constituye un hito para el patrimonio musical de Bolivia. El primer álbum de Ernesto Flores Meruvia democratiza 20 composiciones originales del “padre de la cueca”. 

El joven pianista Ernesto Flores, junto a su instrumento musical. CORTESÍA
El joven pianista Ernesto Flores, junto a su instrumento musical. CORTESÍA
Pianista qhochala recupera cuecas de Simeón Roncal en disco libre

“Sin Roncal no tendríamos las cuecas de hoy”, sentencia con firmeza Ernesto Flores Meruvia, el pianista cochabambino de 20 años, para quien la figura de este compositor primigenio del género merece tanto crédito que le dedicó su primer disco, que fue lanzado el pasado viernes.

Titulado “20 Cuecas para Piano de Simeón Tadeo Roncal Gallardo”, este álbum de distribución libre presenta 20 cuecas originales interpretadas con el instrumento originalmente destinado para ellas, el piano.

Nacido en 1870, el chuquisaqueño es considerado el padre de la cueca por ser uno de los pioneros en el campo de la composición lírica como tal de este género. “Las cuecas Roncal son las primeras cuecas escritas en el país”.

Pese a su antigüedad y relevancia, estas melodías fueron escasamente reproducidas. “Esta grabación solo se ha hecho dos veces en la historia, desde su origen; si no me equivoco la primera se hizo en los setentas y ahora esta”.

La iniciativa surgió mientras él, de formación musical clásica, revisaba el repertorio boliviano. “En ese trajín me topé con Simeón Roncal. Recuerdo que una profesora me mostró sus cuecas, la primera era ‘Lágrimas’, que me gustó mucho”. 

Deseoso de reinterpretar su obra, el joven pianista buscó más referencias auditivas y, para su sorpresa, “no había ninguna canción disponible, ni en Youtube, ni en Spotify, ni tampoco en las disqueras, debido a su antigüedad”.

Fue así que, buscando llenar ese vacío, decidió grabar las 20 cuecas de este disco. “Es un ciclo compositivo importante porque se considera patrimonio sonoro nacional”, resalta Flores, enfatizando su importancia en el repertorio boliviano, latinoamericano e incluso universal. 

“Hay testimonios de que estas cuecas se han usado para exámenes de grado de conservatorios de nivel internacional, por su dificultad y su belleza”.

Para el joven músico, revalorizar el legado de Roncal permite un encuentro entre lo académico y lo popular. “La cueca no nace en las chicherías, no nace en el plano popular, nace en los salones de Sucre y entre los primeros esfuerzos hechos para tener una identidad boliviana desde la música los hace Roncal”. 

Entre la predominancia de los estilos europeos en la época, fue él quien introdujo este género “en un nivel tan elaborado que no rompe ni con lo popular ni con lo elitista; el plano popular se alimentó de ese primer plano académico de Roncal”.

AMOR A LAS TECLAS

“Toco de forma viciosa”, confiesa entre risas Ernesto, “toco todos los días”. Nacido entre aficionados a la música, creció observando el amor por las teclas, especialmente por parte de un lado de la familia, propietaria de un local en el que pianistas tenían la oportunidad de compartir su talento.

A los 15 años, decidió estudiar música, con maestros particulares como Doli Sejas Caetano. Desde hace dos años toca la concertina, pero claramente, es el piano el que lo ha llevado a ampliar sus destrezas, especialmente con Roncal.

“Las cuecas son un verdadero reto (…) quizás ese es uno de los motivos por los que no se hayan interpretado tanto antes, porque realmente es difícil tocarlas”, explica Flores. “Se cree que Roncal era zurdo, y eso se ve en sus composiciones, porque el trabajo de la mano izquierda es más desafiante”. 

Ernesto identifica esta exigencia como sello de la cueca boliviana, que no se encuentra en cuecas de otros países.

Convencido de la necesitad de producir este material, y de la contribución que dejaría, Ernesto comenzó a trabajar en estas interpretaciones desde el 2018.

Debido a la ausencia de estudios de grabación con pianos, dispuso uno en su hogar, y con apoyo familiar, financió el proceso, que culminó este mes con la publicación del álbum en formato digital.

“No se lanzó en físico por los costos adicionales que implicaría, además de que los discos ya no se compran como antes”, indica. Las 20 canciones están disponibles en todas las plataformas musicales, de manera gratuita.

Actualmente, el cochabambino se encuentra revisando una segunda edición de su libro sobre Miguel Ángel Valda Paredes, que incluiría dos nuevos manuscritos y un estudio biográfico mucho más extenso sobre este estudiante de Roncal, que se convertiría en otra figura fundamental. 

En cuanto a producción musical, considera grabar otro ciclo de música boliviana. “Quizás las cinco suites incaicas de Humberto Iporre Salinas, el compositor potosino, también alumno de Simeón Roncal”, o piezas del musicólogo e investigador Atiliano Auza.