Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Marcos Torres pinta en las calles para pagar su tesis

Hace dos años incursionó en la pintura callejera y se especializó en rostros. Dibuja tres veces a la semana en Quillacollo, la Plaza Principal y la feria de Cala Cala.
Marcos Torres dibuja el rostro de Jesús (i), diibujo de una niña (d), en la feria de Cala Cala. NOÉ PORTUGAL
Marcos Torres dibuja el rostro de Jesús (i) y el dibujo de una niña (d), en la feria de Cala Cala. NOÉ PORTUGAL
Marcos Torres pinta en las calles para pagar su tesis

Con una mano sostiene un pedazo de papel que tiene impreso el dibujo elegido para ese sábado, y con la otra, agarra una de las tizas de colores que necesita para terminar el dibujo que comenzó hace una hora, sobre el pavimento de la calle donde se realiza la feria barrial de Cala Cala. 

Es cerca de mediodía y el calor es sofocante, pero, el artista -protegido del sol con una gorra y una chamarra azul- no desiste y continúa con su trabajo, totalmente concentrado, a pesar de que, cerca suyo circulan muchas personas que realizan sus comprar por el lugar.

La mayoría se detiene unos segundos para apreciar cómo va quedando el dibujo y también deja unas monedas en una bolsa pequeña café, que se encuentra en el suelo, junto a la frase que dice “Apoya el arte”.    

Marcos Torres (32 años) es cochabambino. Estudió Psicología en la Universidad Mayor de San Simón, pero le falta defender su tesis. Ahora, tiene la posibilidad de cursar, desde abril, un diplomado de doble titulación, pero cuesta 3.000 mil bolivianos. Por eso, desde hace un mes, pinta en varios lugares para reunir ese monto y poder sacar su título de psicólogo.  

Desde niño mostró su afición por el dibujo. En 2018, uno de sus compañeros de la facultad, lo motivó para que se inscriba en la Escuela de Artes Raúl G. Prada. 

Lo hizo y allí conoció al ecuatoriano Samuel Quinatoa de Ecuador, un joven mochilero que le mostró y enseñó el arte de pintar en las calles y generar recursos económicos con los aportes voluntarios de las personas. 

“Lo acompañé unas cuatro veces; me gustó la técnica y el resultado final”, dice Marcos mientras esboza una sonrisa y añade, “las personas deben pensar que es difícil, pero —la verdad— es más fácil y rápido pintar con tiza y carbón”.

Cada semana prepara su materia prima (tiza molida blanca con pigmentos de colores) para tener sus propios instrumentos de trabajo. Comenzó a pintar, hace un año, en la Cancha, Quillacollo y la Plaza Principal de Cochabamba. Al principio lo hacía cada día, pero “el cuerpo se cansa, por la posición al pintar en el piso”. Ahora lo hace tres veces por semana. En cuanto a los diseños, Marcos cuenta que los dibujos religiosos y los de niños, son los que más captan la atención del público. Tarda un promedio de hora y media para concluir uno, dependiendo los detalles.

Este sábado estará, nuevamente, en la feria de Cala Cala, para plasmar un nuevo dibujo y tratar de completar el dinero que le falta para inscribirse al diplomado de su carrera.