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Dos historiadoras encuentran diverso origen del Día de Muertos en México

Dos historiadoras encuentran diverso origen del Día de Muertos en México
El tradicional "Día de Muertos" mexicano tiene un origen incierto, pues para algunos expertos es, sin duda, prehispánico, mientras que para otros es un invento nacionalista y socialista del Siglo XX.

La historiadora especializada en la muerte, Elsa Malvido dice que la celebración de esta fecha, en la que se honra la memoria de los difuntos y se les coloca altares para recibir su alma de visita, fue una estrategia política del presidente Lázaro Cárdenas (1895-1970), quien gobernó México de 1934 a 1940.

El Mandatario, dijo, se rodeó de un círculo de intelectuales socialistas como Frida Kahlo (1907-1954), Diego Rivera (1886-1957), Octavio Paz (1914-1998), José Clemente Orozco (1883-1949) en pleno auge económico y político del país.

Influido por estas ideas, Cárdenas "reinventa" la fiesta del 1 y 2 de noviembre para minar el poder de la Iglesia Católica, explica Malvido, y le da un toque nacionalista al otorgarle raíces prehispánicas.

Según el calendario católico, el 1º de noviembre es el Día de Todos los Santos y el 2 de noviembre el Día de los Fieles Difuntos, pero Cárdenas decide destacar la palabra "muerte" sobre "santos" por varios motivos.

En primer lugar, "en Europa habían salido de una guerra mundial y estaban entrando en otra, por lo que no querían ni oír esa palabra", indica la historiadora, lo que reafirmaba la independencia mexicana y alejaba todavía más la memoria de las colonias, según la experta.

Además, al conseguir que se hable más de muertos que de santos, la fiesta se vuelve más laica y se aleja de la Iglesia.

Las "calaveritas de azúcar", dulces típicos de estos días, y el "pan de muerto", masa de bizcocho y que asemeja tener una calavera y cinco huesos, equivalen a los "huesos de santo" de España y Europa, afirma.

"No tienen nada de prehispánico, antes de la llegada de los españoles no había azúcar en México", sostiene.

El altar del muerto típico de este día, en el que se colocan las ofrendas al difunto, equivale al altar de los santos, asegura Malvido.

La investigadora explica que en el México prehispánico sí se honraba a los muertos, "pero no coincide en nada con la fiesta actual".

Además, asegura que no hay cementerios prehispánicos, ya que por ejemplo, los mexicas incineraban a sus difuntos más destacados.

Pero, la experta Abigail Mesa, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), disiente de Malvido y afirma que sí hubo antecedentes prehispánicos.

"Había unas seis fiestas mexicas de muertos en todo el año parecidas a las de la actualidad", señala.

La más aproximada en cuanto a la fecha era el Quecholli, en honor del dios de la Guerra Mixcoalt, que se celebraba entre el 20 de octubre y el 8 de noviembre.

Como en sus creencias el muerto debía atravesar siete niveles para alcanzar el inframundo, y esto era un recorrido peligroso, se hacían acompañar de un perro y como ofrendas se hacían cuatro flechas pequeñitas atadas de cuatro en cuatro y unidas a cuatro teas, y la comida eran tamales.

Todo esto se dejaba en lugares cercanos a donde se sepultaba a los guerreros y al llegar la noche prendían fuego a estas ofrendas, dijo Mesa.

Reconoce que a los dirigentes se les solía incinerar, pero otros muertos eran enterrados bajo el suelo de su casa, e incluso algunos huesos eran manipulados y convertidos en herramientas para "tener cerca las personas queridas", como las reliquias de los santos cristianos.

"Después de que moría la persona había cuatro días de festividades, donde se comía, se lloraba y se hacían ofrendas", explica.

En lo que sí coinciden ambas investigadoras es que en la cultura mexica, la manera en que se producía la muerte determinaba a dónde se dirigía el alma: los guerreros iban al reino del dios Sol, los ahogados junto al dios del agua, los bebés al Tonacuahtitlán, donde estaba un árbol con un fruto semejante a las mamas, y a Mictlan se dirigían aquéllos que fallecían por muerte natural.



México/EFE