Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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La Generación del 52 pierde a su muralista y pintor Gil Imaná

El artista plástico sucrense goza de una irrefutable fama internacional, habiendo expuesto su obra en el museo del Hermitage de Rusia y en el Palacio de Bellas Artes de México, entre otros.
El mural “Historia de la telefonía” (1954) emplazado en la Cooperativa de Telecomunicaciones de Sucre. PEDRO QUEREJAZU
El mural “Historia de la telefonía” (1954) emplazado en la Cooperativa de Telecomunicaciones de Sucre. PEDRO QUEREJAZU
La Generación del 52 pierde a su muralista y pintor Gil Imaná

La revolución del 9 de abril de 1952 trajo al país cambios permanentes en las esferas políticas, sociales y artísticas. En ese contexto de reivindicaciones sociales, bajo una ideología nacionalrevolucionaria, la plástica boliviana experimentó nuevas formas y tendencias, entre ellas un grupo que materializó en obras las visiones de justicia y equidad del Movimiento Nacional Revolucionario. Por su influencia y ser prueba del sentir de aquel tiempo, historiadores y críticos llamaron a ese grupo la Generación del 52.

El sucrense Gil Imaná, fallecido en la mañana de ayer a los 88 años, a causa de una descompensación por la diabetes, fue uno de los máximos exponentes de aquella trascendental generación. Nacido en 1933, fundó en 1950, junto a su hermano Jorge, el grupo Anteo, al que se unirían después, en 1954, Miguel Alandia Pantoja y Lorgio Vaca, siendo tal vez, la única asociación de muralistas que parió el país, siguiendo la estela de los mexicanos Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Siqueiros.  

ESTILO

La historiadora Teresa Gisbert (1926-2018) escribió en “Historia del arte en Bolivia” que, una vez disuelto el grupo Anteo y ya establecido Imaná en La Paz en la década del 60, abandonó la “dialéctica demagógica” empleada por los aquellos llamados pintores sociales para hacerse “más auténtico y, al mismo tiempo, más íntimo”, con una obra inspirada en el indígena, en el altiplano, la relación hombre-tierra, y principalmente la de madre-hijo. Siempre con una gama inclinada a los “ocres, sienas y negros con algún toque de rojo”.

Por su parte, el historiador Pedro Querejazú indicó que la temática de su obra tiene como sujeto centro a la mujer, en la que es evidente la relación del ser humano-paisaje, la mujer-tierra, la madre-niño y la tierra Pachamama. “El paisaje es del altiplano, en su inmensidad, en su visión cósmica y el de las montañas, la planicie, los animales y los caseríos, en su visión de detalle; pero siempre el altiplano”, escribe el autor en “Historia de la pintura en Bolivia en el siglo XX”.

RECONOCIMIENTOS

El legado e importancia que deja Imaná es irrefutable, siendo uno de los pintores bolivianos más celebrados dentro y fuera del país. Lo prueba ser el primer artista latinoamericano en protagonizar una exposición individual en el museo del Hermitage en Rusia; además de que sus obras, fueron las primeras de un artista nacional, en ser consideradas para ser subastadas en 1999 en las famosas casas de subasta de Christie's y Sothebys. Su obra también fue expuesta en el Palacio de Bellas Artes en México, en el Gaudí de España y en bienales de Argentina, Brasil, Colombia, Estados Unidos e Italia.

Algunos de sus mayores reconocimientos a escala nacional fueron el Premio Nacional de Cultura, en 2004, el máximo galardón que otorga el Gobierno, el Cóndor de Los Andes en el grado de Caballero en 2014, el premio Obra de una vida en 2004, junto a su esposa Inés Cordova, y en 2008 la alcaldía paceña le entregó la Tea de la Libertad por su carrera de 70 años.

REPOSITORIO DE LA OBRA

El Museo Nacional de Arte (MNA) recibió en 2017 la donación del patrimonio artístico de Gil Imaná y su esposa Inés Córdova, catalogado en más de 6 mil piezas. La misma institución le dedicó en enero del año pasado la muestra “Córdova-Imana. Homenaje a un amor”, en el que se exhibieron las obras que construyeron juntas, resaltando sus impactantes murales realizados con cerámica esmaltada.

La directora del MNA, Lucía Querejazu, indicó que la obra de Imaná estará incorporada en el proyecto más significativo del año, sin dar mayores adelantos.

“Como directora del MNA esta noticia me duele mucho (…) una obra que tuvo una indiscutida relevancia y que hoy goza de un masivo aprecio, es muy especial para nosotros. Nos sentimos honrados de conservar, en su memoria, parte significativo de su legado. El arte boliviano se queda en luto por la pérdida de uno de sus maestros, que además fue un hombre muy cariñoso y generoso”, indicó la directora a este medio.

En cuanto a su obra mural, realizó una en el edificio de la compañía telefónica de Sucre, Cotas, que consiste en una pausada alegoría histórica sobre las comunicaciones telefónicas y su realidad en esa ciudad. Posteriormente, hizo murales en el Colegio Médico de Bolivia, en La Paz. Otros, ya en cerámica esmaltada en colaboración con su esposa Inés Córdova, fueron realizados en el Instituto Tecnológico de la UMSA, este fue después trasladado al MNA, y en la sede la Mutual La Primera, todos en La Paz.