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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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ENTREVISTA AL ESCRITOR COCHABAMBINO

Hasbún: “El pasado me abruma tanto como el presente”

El autor publicó recientemente “Los años invisibles”, un relato, editado por El Cuervo, que define como “el vínculo entre pasado y futuro”. 
El escritor cochabambino Rodrigo Hasbún. ARCHIVO
El escritor cochabambino Rodrigo Hasbún. ARCHIVO
Hasbún: “El pasado me abruma tanto como el presente”

El escritor cochabambino Rodrigo Hasbún publicó  a fines del año pasado su séptimo libro (tercera novela), “Los años invisibles”. El relato, publicado en Bolivia por El Cuervo, sigue a un grupo de jóvenes enfrentando la decisiva etapa de los últimos años del colegio con sucesos que repercutirán en su futuro. 

Repitiendo algunos personajes del libro de cuentos “Los días más felices”, Hasbún retoma esa fase crítica que es la adolescencia a través del prisma de la nostalgia. Revela ese frágil vínculo entre pasado y futuro.  Esta conexión entre dos tiempos que visibiliza el autor lo logra a través de la comprensión de que el pasado es cambiante e inseguro, sensible a transformaciones, llegando a afirmar que “el pasado me abruma tanto como el presente”.

De sus escritos, es tal vez al que más dota de localidad y modo de vida boliviana, situando espacialmente la novela en Cochabamba y una cultura particularmente noventera de clase media-alta. 

Compartimos una entrevista en la que, a partir de la sinopsis del libro, se discuten temas como el eco de la adolescencia en la vida adulta, el nexo entre pasado y presente, el estilo literario y cómo la nueva generación se ha desprendido del regionalismo costumbrista predominante en la literatura nacional de antaño.

P: ¿Cómo defines “Los años invisibles”? 

R: La novela trata sobre un par de semanas decisivas en la vida de un grupo de muchachitos de último año de colegio, para los que todo será distinto a partir de entonces. En esas semanas, ambientadas en la Cochabamba de mediados de los noventa, Andrea descubre que está embarazada y Ladislao se involucra con la nueva profe de inglés, y todo se les termina saliendo de las manos. Pero no solo me interesaba quedarme ahí, sino también indagar en cómo esas cosas terminaron afectando el rumbo de los personajes, a los que volvemos a encontrar en Houston veintitantos años después, cuando ya están acercándose a los cuarenta. “Los años invisibles” sucede entre esos dos tiempos, entre esas dos etapas tan distintas. En medio está la vida, con todas sus sorpresas y crueldades, con su luminosidad y sus grietas.

P: Leyendo la trama, se encuentran algunas similitudes con el cuento principal  de “Los días más felices” ¿Qué parentesco le atribuyes tú?

R: Sí, “Los días más felices” y “Los años invisibles” son libros que caminan de la mano, entre otras cosas porque comparten algunos personajes. En la novela retomo específicamente el cuento titulado “Ladislao”. Me había quedado con ganas de explorar esa historia más a fondo, y de darle más espacio al viaje interior de él, a sus preguntas y rabias, a esa vida secreta que termina siendo crucial. Por otra parte, y esto es quizá lo que más diferencia a los dos libros, en la novela lo que termina importando más es el presente, cuando los personajes miran desde su adultez hacia allá atrás.

P: La mayoría de tus cuentos apelan recuerdos de la adolescencia con los que muchos se han sentido identificados, incluso con una nostalgia que llega a lastimar. ¿Es la adolescencia la etapa que deja mayor número de recuerdos en nuestras vidas? ¿Por qué?

R:  Para mí fue la etapa de la vida en la que me hice las preguntas más importantes, y en la que empecé a cuestionar en serio todas mis herencias: las de mi familia y las de mi clase, las de generaciones anteriores, las de mi país. Había una búsqueda constante, y para bien y para mal las emociones siempre estaban a flor de piel: lo más chiquito se sentía enorme y lo mismo al revés. A partir de todo eso, me parece una de las etapas más dramáticas y más inquietantes en la vida de cualquiera, lo que quiere decir que es una de las etapas más literarias. Curiosamente, ha sido poco explorada en la literatura boliviana.

P: ¿Por qué esa añoranza en la que se cae de que todo tiempo pasado fue mejor?

R: Es verdad que esa tentación es muy común, pero últimamente creo que a mí el pasado me abruma tanto como el presente, porque he dejado de pensarlo como un lugar seguro. A menudo cuando miramos hacia atrás las cosas siguen moviéndose ahí, siguen ofreciendo nuevos sentidos. Si te enteras, por ejemplo, que hace 10 años tu pareja te fue infiel en un viaje que hicieron juntos, todos tus recuerdos de ese viaje de pronto se transforman, y detalles que no eran importantes pasan a serlo. O digamos si un amigo se suicida, relees los momentos que pasaste con él bajo una nueva luz. Él mismo se transforma en tu memoria. Quiero creer que “Los años invisibles” habla más que nada sobre ese vínculo incierto entre el pasado y el presente, entre lo que había y ya no hay.

P:  En cuanto a la narrativo, apuestas nuevamente por una narrativa coral de varias voces. ¿Qué beneficios te otorga esta técnica?

R: La literatura es uno de los artefactos que nos permite viajar mejor hacia los demás, hacia sus formas de enfrentarse a la vida, hacia otras formas de ver y sentir, y me interesa aprovechar la posibilidad de ese desplazamiento al interior de un texto. En el mejor de los casos, ese juego de voces y miradas (y también de espacio y de tiempos) debería dotar a la realidad del libro de una mayor hondura. 

P: Si bien a veces sitúas sus relatos en Cochabamba o Bolivia, se puede entender que estas historias pueden pasar en cualquier lugar del mundo. ¿Crees que tu narrativa ha dejado de lado cualquier estilo tradicionalista o costumbrista nacional que muchas veces ha sido criticada?

R: Lo más local no está peleado con eso que llaman lo más universal. Siempre que sale a relucir esta disyuntiva posible, pienso en el grandísimo escritor argentino Juan José Saer, que vivió casi toda su vida cerca de París pero que ambientó la mayor parte de su obra en una provincia de su país natal. El asunto es que esos libros que están hechos con materiales en apariencia costumbristas, gracias a los riesgos formales de Saer, a la belleza de su escritura y a su conocimiento de lo humano, terminan siendo parte de la provincia de “la literatura en serio”, esa que trasciende todas las fronteras. En mi caso, en distintos libros me he acercado menos o más a Cochabamba y a Bolivia. En esta última novela creo que sí están muy presentes, sobre todo en algunas atmósferas y formas de vida, en detalles que van apareciendo por ahí. Pero son una Cochabamba y una Bolivia un poco irreales, porque son la Cochabamba y la Bolivia de hace veintitantos años, que son las que mejor conozco y que ya casi no existen.

Biografía

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Rodrigo Hasbún (Cochabamba, 1981) empezó a escribir en los últimos años del colegio. Estudió Comunicación  y Periodismo en la Universidad del Valle de Cochabamba. En 2004 y 2005 hizo un postgrado en Barcelona, España. 

La primera recopilación de sus relatos, “Cinco”, apareció en 2006, y al año siguiente fue seleccionado por el Hay Festival y Bogotá Capital Mundial del Libro como uno de los 39 escritores latinoamericanos menores de 39 años más importantes.

El director boliviano Martín Boulocq tomó el cuento “Carretera” de “Cinco” para rodar su segundo largometraje, “Los viejos”, que fue estrenado en 2011. 

En 2007, publicó su primera novela “El lugar del cuerpo”. En 2009, la revista estadounidense Zoetrope: All Story lo seleccionó en una lista de 10 destacados escritores latinoamericanos. Al año siguiente la revista británica, en su edición en español, Granta lo escogió como uno de los 22 mejores escritores en español menores de 35 años.

En su tesis de doctorado, realizado en la Universidad de Corneel de Ithaca, Hasbún revisa los diarios íntimos de escritores latinoamericanos, documento “más importante para él”. 

En 2011, Hasbún publicaría con el sello barcelonés Duomo Ediciones, publicada posteriormente para Bolivia por El Cuervo. 

El tercer volumen de cuentos, “Cuatro”, apareció en 2014; el mismo año la editorial Demipage lanzó una selección de relatos publicados en sus anteriores libros bajo el título de “Nueve”. En mayo del 2015, Literatura Random House publicó Los afectos, la segunda novela de Hasbún, que será traducida a varios idiomas (alemán, chino, finlandés, francés, griego, holandés, inglés, italiano, danés, portugués y serbio).

La editorial norteamericana Literal y presentada presentaba en 2018 el primer libro de ensayos de Hasbún, “Las palabras [textos de ocasión] en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, publicada en territorio nacional por El Cuervo. El libro está conformado por 12 ensayos.

A finales del año pasado publica “Los años invisibles” con Literatura Random House y posteriormente por El Cuervo en territorio boliviano.