En clave de novela fragmentaria o episódica, el periodista boliviano radicado hace más de 45 años en Suecia, Carlos Decker Molina, le escribe al suceso que marcó a toda su generación y cuyo desarrollo encaminó su vida profesional y cotidiana: las guerrillas de Latinoamérica de las décadas del 60 y 70. “El eco de los gritos” es un libro que evidencia cierta nostalgia al proceso armado, pero desmitificando ciertos héroes y acontecimientos.

La obra fue publicada originalmente en 2018 por la editorial Verbum de España y ahora llega a Bolivia de la mano de Kipus. Será presentada mañana miércoles a las 18:30 horas, en la página de Facebook Grupo Editorial Kipus. Comentarán Elizabeth Burgos de Francia y Luis González Quintanilla de Bolivia.

“Es una crítica desde adentro no a la revolución, sino a un método de la revolución: la lucha armada. Todos sabían la música, pero no la letra. Todos decían viva la guerrilla, la lucha armada, pero no conocían el contenido de los escritos de los revolucionarios. La revolución nace con Marx y todos los escritores de 1800, es una revolución de corte cultural, libresca. El problema es que el triunfo de la lucha armada en Cuba apura los procesos y al apurar los procesos, indudablemente, se producen catástrofes, porque no se puede imitar lo que hacen otros, las situaciones políticas y sociales, no son las mismas en todas las naciones”, comentó el periodista de 81 años en una entrevista con OPINIÓN. 

Uno de esos desacuerdos de Decker con la guerrilla armada tiene que ver con lo “machista” de la revolución que refleja en el capítulo “La aristocracia de los huevos”, donde hasta la mujer tenía que ser “macha” en la rebelión. “El sexo femenino era una suerte de antítesis de la lucha armada. Es una forma de demostrar que no todo fue heroico”, señaló Decker sobre su nueva obra que ha definido como una “paradoja histórica de la lucha armada latinoamericana y boliviana”. 

Como en todo escrito, “El eco de los gritos” tiene algún retazo de autobiografía, al representar el protagonista, Elio, la figura del exiliado. Decker tuvo que huir en 1971 por el gobierno militar de Hugo Banzer. Se refugió en Argentina, Chile, Francia y después volvió a la Argentina donde estuvo preso, pero la Embajada de Suecia intercedió por él y lo acogió desde 1975 hasta ahora, donde sus nietos ya han nacido suecos. 

Su profesión le permitió seguir de cerca los sucesos históricos que se ven reflejados en la novela, como las guerras yugoslavas o la caída del Muro de Berlín. Para Decker el proceso de rebelión murió en 1989 y que el último movimiento guerrillero victorioso fue el Frente de Liberación Sandinista a la cabeza de Daniel Ortega, que cuando asumió su victoria convirtió a Nicaragua en un “estado de terror”.