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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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Artistas bolivianos recuerdan a Quino como su despertar político

El humorista gráfico deja un legado de una obra paradójica, contestaría y sobretodo, cuestionadora en la que encarnizó a su emblemática Mafalda.
El dibujante argentino Joaquín Salvador Lavado, conocido como Quino y que falleció ayer a los 88 años.
El dibujante argentino Joaquín Salvador Lavado, conocido como Quino y que falleció ayer a los 88 años.
Artistas bolivianos recuerdan a Quino como su despertar político

El dibujante argentino Joaquín Salvador Lavado, conocido como Quino y que falleció ayer a los 88 años, es recordado por los caricaturistas e ilustradores bolivianos como su primera conexión con lo político y con la historieta como un instrumento crítico con la realidad, pero sobre todo cuestionador.

“No existe un dibujante, artista sudamericano de la generación 80-90 que no haya leído a Quino”, comenta David Diez, caricaturista del diario El Día de Santa Cruz. “No creo que exista otro caricaturista que haya logrado conectar a la juventud con la política de la forma en que lo hizo Quino. Recuerdo que me leía el librito que tenía de Mafalda a los 6 años, una y otra vez sin cansancio, algunas veces tratando de entender a la fuerza alguna de las tiras más políticas que finalmente mis progenitores tenían que explicar. Los dibujantes tenemos mucho que agradecerle”, recuerda, por su parte, la ilustradora Diana Cabrera, segundo lugar en el concurso municipal de Ilustración del año pasado.

Considerado con creces uno de los mayores iconos de Argentina dentro y fuera de sus fronteras, Quino, nacido en Mendoza en 1932, tuvo su mejor descendencia en Mafalda, la pequeña y contestataria luchadora social en la que se inmortalizó para siempre para hacer pensar al mundo.  Hizo de su personaje una niña amante de los Beatles, la democracia, los derechos de los niños y la paz, y detractora de la sopa, la guerra y James Bond.

“Cuando el personaje pesa tanto en la memoria, la gente lo adopta como un hijo suyo. Es el caso de Mafalda” explica Javier Menchaca. El humorista gráfico de OPINIÓN encuentra en Mafalda un personaje infantil con una actitud anticonvencional y cuestionadora, rastreando sus antecedentes en Charlie Brown, creado por Charles M. Schulz en 1950; Nancy de Ernie Bushmiller que llegó a este lado del charco con el nombre de Periquita en la década del 30; o en “La pequeña Lulú” que hizo su primera aparición en 1935. Una primera representación latinoamericana fue María Luz, del argentino Roberto Battaglia, creada en 1954.

“Es un humor gráfico de chicos para adulto. Los niños eran los voceros de los que los grandes no podían decir” define Menchaca. Reconoce que en el país no hubo un seguidor de esa fórmula; siendo tal vez un único ejemplo Potoquito, el pequeño indígena de la Villa Imperial, creado en 1976 por Cristobal Corso, primero para El Siglo y después para El Potosí.

Las redes se inundaron de publicaciones respecto a la partida de Quino y su legado, pidiendo que se lo recuerde más allá del símbolo cultural que es Mafalda. “Por favor, recordémoslo no solo por los 10 añitos que hizo Mafalda, sino por el medio siglo de obras impresionantes que nos movieron el piso y nos hicieron reír a carcajadas muchísimas veces. Un maestro como él merece ser recordado por su búsqueda, su crecimiento y también por no haberse estancado en el fortuito éxito comercial que le trajo un personaje”, escribió en su Facebook el caricaturista y editor Joaquín Cuevas

Llamada como “su otra obra” o mundo Quino, es reconocida por los artistas gráficos bolivianos como “metafísica, filosófica, absurda, inteligente, psicológica y paradójica, en las que se puede encontrar hasta el acervo gastronómico y musical de su país”.  Otro aspecto destacado es el apartado técnico, el dibujo; detallista para ser relevador. “El detalle gráfico era impresionante; puedes entender el chiste a la primera leída, pero si ves todos los detalles que componen sus viñetas, son cosas muy pensadas que se relaciona con el diario vivir y de la que nisquiera nos percatamos en el día a día”, reflexiona Diez.

“Nunca olvido la primera vez que leí un libro de Quino que no era Mafalda, de niño, en el auto del papá de un amigo mientras íbamos de excursión.  Aparte de reír como zonzo, quedé impresionado con los dibujos tan trabajados que tenía, muy superiores a lo que conocía de él”, se lee en una parte de la publicación de Tellería.

BREVE BIOGRAFÍA

Poseedor de multitud de galardones, como el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades y la Medalla de la Orden y las Letras de Francia, Quino nació el mismo año en el que sus padres españoles emigraron a Argentina, y ya en plena adolescencia comenzó a estudiar dibujo en la Escuela de Bellas Artes mendocina.Sin embargo, cuatro años después, decidió abandonarlo por el mundo gráfico y la historieta. Y ya no había marcha atrás en su destino.

Por entonces Joaquín ya era "Quino", un apodo con el que poder diferenciarse de los muchos "Joaquines" que ya había en su familia, entre ellos su tío, quien le despertó la pasión por la ilustración."No solo me legó la vocación, sino una filosofía de la vida que a partir de mi abuela me ha marcado mucho. La politización de mi familia me marcó muchísimo", evocaba el genial dibujante.

Con 22 años se trasladó a Buenos Aires, donde no tardó en publicar su primera página de humor gráfico en el semanario "Esto es" y empezó a colaborar regularmente en medios como "Rico Tipo", "Dr.Merengue" y "Tía Vicenta", así como con ilustraciones de campañas publicitarias.

No obstante, en la capital argentina expuso por primera vez en 1962, mientras que un año después publicó su primer libro, "Mundo Quino", una recopilación de dibujos editados hasta el momento en revistas de la época.