El retrato de la Mona Lisa, de Leonardo, es la pintura más famosa y popular de la historia del arte. Incluso aquellos totalmente ajenos al área o los más jóvenes tienen presente la imagen de "La Gioconda", lo que la ha llevado a ser víctima de personas que buscan celebridad a través de ella, como es el caso del pastelazo que recibió ayer por parte de un espectador en el Louvre. 

Los atentados han sido recurrentes a lo largo de los años. Uno de los más conocidos es el que protagonizó el entonces joven boliviano Hugo Únzaga en 1956, cuando — cuenta el periodista Alfonso Gumucio — le lanzó una piedra e hizo que se desprendiera un pedazo de pigmento debajo del codo izquierdo de la Mona Lisa. "La causa fue que deseaba volver a nuestro país. Le salió bien, pues solo le arrestaron 24 horas y lo embarcaron hacia Bolivia", complementa el historiador Vicente González Aramayo para una nota pasada de La Razón. Ese mismo año, otra persona le habría arrojado ácido. 

"La Gioconda" llegó incluso a desaparecer en 1911, causando una conmoción a escala mundial. Apareció dos años después y se identifica al autor del robo con el nombre de Vincenzo Perrugia, antiguo trabajador del Louvre que argumentó una razón política para el crimen: quería devolver el cuadro a Italia, su verdadero hogar. 

Desde entonces, la pieza ha sido protegida severamente y está puesta detrás de un cristal antibalas, que la han defendido de ataques de aerosol o una taza de té caliente, que sucedieron en 1974 y 2009, respectivamente.