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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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WÁLTER EZEQUIEL MOLINA.

“Yo me siento el adulau de Cochabamba”

“Yo me siento el adulau de Cochabamba”

“Tengo tantos amigos que me quieren... y me siento el adulau (consentido) de Cochabamba”, expresa Wálter Ezequiel Molina Saucedo, seguro de haber dado y recibido lo mejor en este valle. 

“Mi pasado fue hermoso, mi padre, mi abuelo y mis parientes venían en su juventud a Cochabamba y yo me quedé. Nunca extraño nada, si lo hago viajo a Santa Cruz”, asevera.

Su familia, los estudios, y sus emprendimientos empresariales, en el rubro de la madera y la cerámica, son parte de los regalos que cultivó. “Yo vine a Cochabamba porque lo quise, a mi nadie me obligó”, asevera Wálter.

En 1969 optó por estudiar la carrera de Arquitectura en Cochabamba, ya que las universidades en el oriente aún no ofertaban esta carrera.

En los 42 años lejos de Santa Cruz hoy ve sorprendido el crecimiento y desarrollo de su ciudad. “La Santa Cruz de antes ya no existe; la Santa Cruz de la hamaca, la Virgen Cotoca, su río Piraí desapareció”, señala, refiriéndose a los procesos migratorios que congregó a miles de bolivianos pero también extranjeros.

Wálter atribuye este crecimiento a la “desmedida hospitalidad” del cruceño que es capaz de acoger a gente que probablemente “el viejo mundo no ha podido recibir”. “Santa Cruz tenía entre 45 y 50 mil habitantes, cuando tenía uso de razón, pero ahora tiene más de 2 millones de habitantes y es imposible imaginar lo que viene”.

Considera que el portentoso crecimiento de la capital oriental rebasó las proyecciones en todos los aspectos como población, transporte, servicios y comunicación. “Santa Cruz necesidad hacer un análisis para proyectarse adelante, porque viene algo mucho más grande”.

Al igual que a Santa Cruz, Wálter ve a Cochabamba como la ciudad que acoge a miles de migrantes. “Cochabamba es un pueblo con sus características particulares, yo no cambiaría nada de ella porque rompería con la cultura”, afirma.

Desde joven se dedicó al rubro de la construcción; la venta de machimbre y madera fue su principal actividad; posteriormente, luego de haber contraído nupcias con Elba Gladis Ayoroa, sacó adelante una empresa de cerámica, donde el trabajo casi artesanal les permitió permanecer en el mercado aún en épocas críticas para la industria.

Entre los años de 1995 y 1998 fue gerente regional de la empresa de cerámica Gladymar, pero además administró varios aserraderos en Cochabamba.