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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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La vida nocturna entre escobas

La vida nocturna entre escobas

Zulma Villanueva, aproximadamente 35 años de edad, lleva puesto un chaleco anaranjado con tiras plateadas, un barbijo gastado por el uso diario que le da, un aguayo en su cintura al que no se le llega a distinguir los colores y en el que lleva unas escobas hechas de paja.

Trabaja 10 años como barrendera en la Empresa Municipal de Aseo (EMSA), “Me siento muy importante y orgullosa del trabajo que realizo, prefiero mil veces estar aquí barriendo que estar en una oficina”, cuenta con una sonrisa en rostro. “Pese a que es sacrificado, mis hijos están bien y nosotras aportamos mucho a la ciudad”. Vuelve a su trabajo con sus dos escobas de paja, agachada empieza caminar y balancearse mientras el polvo en el suelo se levanta. Acaba de empezar su jornada. Son las 12:00.

Esta es la vida nocturna de las mujeres barrenderas. Ellas cuentan acerca de su día a día en las calles cochabambinas, las dificultades del trabajo, sus hijos, sus vidas.

El trabajo que ella realiza, según Jacqueline Garrido, coordinadora de la Comunidad de Estudios Sociales y Acción Pública (Ciudadanía), es el cuidado de la casa grande, refiriéndose al cuidado ambiental de la ciudad. “Son mujeres que no solo cuidan a sus familias, sino que también cuidan la casa grande, que es el municipio”, afirma la coordinadora.

Eufracio Mamani, carretillero que se encarga de cargar la basura que las barrenderas arrinconan, cuenta: “Es sacrificado, vienen y dejan a sus hijos, les llevan a la escuela. Preparar sus cosas para llevar al colegio, preparar almuerzo, dormir pocas horas, es sacrificado”.

Zulma Villanueva, entra a trabajar a las 23:30 pero sale de su casa a las 22:30 para llegar a tiempo a la plaza Colón. Termina su jornada a las 5:30 de la mañana. Posteriormente, vuelve a su hogar a preparar el desayuno a sus hijos, los alista para la escuela. “Después recién descanso a partir de las 8 de la mañana hasta las 10:30 casi 11. Después me levanto a hacer la sopita. Después llegan los chicos y les doy su comidita y recién descanso a partir de las 14:00 hasta las 17:00 y empiezo a hacer la cena, y ya a las 19:00 empiezo a amarrar mis escobas y hacer lo que tenga que hacer”, cuenta Zulma concluyendo con su frase habitual “una se acostumbra”.

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María del Carmen, con su bolsa de coca en sus manos, su chulo en su cabeza para cubrirse del frío cuenta: “A mí me ha atropellado el auto. Se apagó la luz y ahí me han atropellado. Lo peor es que nos dejan botadas y no son capaz de auxiliarnos, nos dejan ahí botadas a nuestra suerte”. Según la responsable de la unidad de comunicación y educación ciudadana de EMSA, Karla Verónica García, las mujeres cuentan con un seguro médico por lo tanto cuentan con un bien económico. “En todo caso, la normativa y la ley les ampara si sufren algún tipo de accidente. Ellas van a la Caja de Salud y les dan la baja médica”.

Juana Cruz, con sus escobas en sus manos, apunto de empezar su jornada, cuenta que su espalda le duele; pero, a pesar de tener seguro señala que “no atienden bien, si nos atienden también nos dan cualquier cosa. En la casa nos ponemos pomadas o tabletas”. Los dolores de espalda, enfermedades respiratorias, entre otros, son los problemas de salud más frecuentes entre las barrenderas; ya que las mismas se encargan de recoger 550 toneladas diario.

Isabel García de aproximadamente 30 años de edad, lleva su cabello recogido con una gorra naranja que combina con su chaleco de seguridad cuenta: “Al principio ha sido difícil, pero vale la pena trabajarse de noche así, para una mujer ¿no?”. A pesar de llevar 10 años trabajando como barrendera “Con mi primer hijo he sufrido porque con un mes y medio le dejado con su tía, ahora es como su mamá”.

Según la encuesta “tiempo para cuidar” realizada por la OXFAM, el 57% de las mujeres en Bolivia piensa y está de acuerdo en que es “normal que las madres se sacrifiquen por la familia y por el hogar”. El mismo porcentaje se replica en los hombres. Es por eso que, Eufrocio Mamani, carretillero de EMSA afirma que “para los hombres no es así pues (sacrificado), mientras que para ellas es sacrificado (el trabajo que realizan).”

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De la misma manera afirma María del Carmen Castellón quien ya lleva trabajando alrededor de 31 años barriendo las calles de la ciudad, aún antes de que EMSA se descentralizara de Higiene Pública a consolidarse como la Empresa Municipal de Aseo. Carmen cuenta que “en las noches los dejaba (a sus hijos) con mi mamá, tengo dos y se quedaban en la casa con mi mamá, ella me los miraba en la noche (…) ya es difícil para una, porque llegamos agotadas. Y más con el trabajo en la casa”.

El caso de muchas de las barrenderas se considera como un trabajo no remunerado de cuidado y al mismo tiempo se encargan del trabajo económico. Por lo cual, María Isabel Caero, el 2015 propone la Ley de la economía del cuidado solidario. “La ley apunta a resolver los problemas que tienen las mujeres con el caso de trabajo doméstico, eso significa una doble carga y tiene nuevas oportunidades para trabajar, para estudiar o finalmente para tener tiempo de ocio”.

La ley propone abrir centros de cuidado infantil, que incluirían turnos nocturnos para el cuidado de los hijos de las mujeres barrenderas. De esta manera garantizar que las necesidades de los niños sean mejor atendidas, al mismo tiempo que sus madres buscan el sustento económico. “Esta ley es producto del trabajo de incidencia y presión política fundamentalmente de la ONG Ciudadanía, siendo apoyada últimamente por las nuevas autoridades de desarrollo humano” explicó Caero.

Isabel cuenta que, al momento de terminar de barrer, se miran con María del Carmen, su pareja de trabajo y le dice “le hemos dado doña Carmencita”, mientras María del Carmen asiente con su cabeza y se lleva una hoja de coca a la boca. Ambas terminan la entrevista diciendo “¿Esposos? No hay esposos”. Se levantan, agarran sus escobas y empiezan su jornada.

Las mujeres barrenderas no sólo se encargan del cuidado de la casa grande, también se ocupan del cuidado de su familia. Este es un aporte que no se visibilizan en los reportes económicos de Bolivia.

Créditos:
Periodistas:

Camila Jiménez/ Sarah Aldunate/ Alisson Cortez/ Ninoska Morales

Las autoras son estudiantes de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Católica Boliviana "San Pablo" - Regional Cochabamba