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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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Tradición oral y temor en torno al aborto en diversidades sexuales

La investigación incluye entrevistas, encuestas y el resultado de grupos focales con mujeres bisexuales, mujeres lesbianas y hombres trans en Cochabamba y otras ciudades.
El investigador Gerardo Camacho y la coordinadora General de Mano Diversa, Nohelia Ramírez. DICO SOLÍS
El investigador Gerardo Camacho y la coordinadora General de Mano Diversa, Nohelia Ramírez. DICO SOLÍS
Tradición oral y temor en torno al aborto en diversidades sexuales

Tradiciones orales, prácticas domésticas, temor a la ley y otros elementos existen en torno a los abortos en diversidades sexuales.

“(…) Fue con hierbas que una amiga me trajo, porque tenía miedo a contar a mi familia, y también que me arresten”. “(…) No tenía capacidad, y lo único que pude, fue conseguirme esas tabletas”.

Parte del testimonio de dos personas, entre las decenas de encuestadas y entrevistadas, evidencia la problemática latente del aborto en el país. En Bolivia, el aborto es un delito cuando no se trata de interrupciones de embarazo por violación, incesto, estupro, riesgo para la salud de la madre, malformaciones fetales incompatibles con la vida, reproducción asistida no consentida por la mujer y cuando la embarazada sea niña o adolescente, de acuerdo con la normativa vigente.

La investigación Acceso al Aborto en Mujeres Bisexuales, Mujeres Lesbianas, y Hombres Trans en el Estado Plurinacional de Bolivia elaborado por Mano Diversa y la Mesa de Trabajo Nacional (MTN) devela la problemática y promueve que se visibilice. El estudio fue realizado a 168 personas en 10 ciudades del país, y se presentó este viernes en Cochabamba. La investigación demandó más de un año, debido a las limitaciones por la pandemia del coronavirus, COVID-19.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define al aborto como “la interrupción de un embarazo tras la implantación del huevo fecundado en el endometrio antes de que el feto haya alcanzado viabilidad, es decir, antes de que sea capaz de sobrevivir y mantener una vida extrauterina independiente”. En esta investigación se consideró este concepto. Además, el término de “cuerpo gestante” también es utilizado con fines netamente académicos.

Los investigadores aclaran que el trabajo no busca levantar una línea base sobre el número de personas que abortan en esta población, sino evidenciar, a partir de sus testimonios, las formas y contextos en los que se da esta práctica, “la experiencia desde el cuerpo y los motivos por los cuales abortan”.

La presidenta de la MTN, Amparo Osinaga, enfatizó que este documento, que incluye experiencias de personas de las diversidades sexuales, promueve que se visibilice la problemática y que haya respeto a la decisión en torno al aborto.

“Necesitamos el apoyo de personas que tienen poder de decisión, visibilizar esta problemática para hacer algo”.

Uno de los 15 investigadores del estudio, Gerardo Camacho, manifestó que se trata del primer estudio que aborda a esta población con este tema; y acotó que se trabaja en la búsqueda de la autonomía del cuerpo de la mujer y los “cuerpos gestantes”.

Sostuvo, además, que esta investigación es un paso previo dentro un plan de acción para llegar a espacios de liderazgos políticos, para que se impulsen políticas públicas.

Una de las participantes del estudio describió, en torno a sus temores y a la decisión para interrumpir su embarazo: “Tuve a mi amiga; ella sabía cuándo estaba con miedo, si estaba embarazada o no. Y ya cuando me enteré, ella me ayudó para conseguir las tabletas. Fue la única persona, la verdad”.

SEIS DE CADA 10

De acuerdo con las entrevistas, encuestas y resultado de grupos focales, respecto a las “prácticas recurrentes y percepciones en torno al aborto en mujeres lesbianas (mujeres que sienten atracción por otras mujeres), bisexuales (quienes sienten atracción tanto al sexo opuesto como al propio) y hombres trans (quienes nacieron mujeres como sexo y asumieron su rol de género masculino,)”, se registró que el 61% (seis de cada 10) de participantes habría pasado por un aborto; es decir, se interrumpió el desarrollo normal de un embarazo.

Se identificó que la mayor parte corresponde a abortos voluntarios; dato que se infiere de preguntas no directas.

"El dato no sólo arroja información sobre la práctica de aborto a pesar de la posible sanción penal que establece el ordenamiento jurídico, pues las mujeres lesbianas, bisexuales y hombres trans y personas no binarias con cuerpos gestantes siguen abortando, a pesar de las consecuencias que su acción puede conllevar en relación a su libertad, y una posible restricción de la misma, si el aborto es de conocimiento de los órganos facultados para la investigación penal. La decisión de optar por un aborto, va más allá de los riesgos, que la normativa penal no ha logrado limitar que el aborto no sea parte de la realidad social", expone el estudio.

EN SUS CASAS

“Fue casero y tuve complicaciones, por lo que tuve que recurrir a un centro de atención porque quedaron restos. Tuve que inventar un cuento por miedo a que me encarcelen (…)”, manifestó una entrevistada.

Dentro del grupo de las personas que aportaron con información, la mayoría pasó por un aborto de tipo doméstico, un 59% (casi seis de cada 10); y un 41% (cuatro de cada 10) pasó por un aborto médico quirúrgico.

“No quieren que el Estado decida por su cuerpo, no quieren ir a centros de salud (..)”, dijo Camacho, y reflexionó sobre la necesidad de que el Estado actúe para asistir a esta población no solo en temas de aborto, sino también en lo referido a salud sexual y otros.

Acotó que incluso hay gente que tuvo causales para abortar de manera legal, “pero decidió no hacerlo”.

En el aborto doméstico no solo está el uso de tabletas o fármacos que ponen fin al embarazo, sino también el uso de ciertas hierbas.

Además, que la mayoría haya pasado por abortos domésticos está relacionado con la cuestión económica, “porque es menos costoso frente a una intervención médico quirúrgica”.

Camacho informó que un 79% (casi ocho de cada 10) de los entrevistados manifestó que percibía menos de 3 mil bolivianos al mes. Aseguró que los miles de bolivianos que suelen cobrar en clínicas privadas son imposibles de pagar para la mayoría. 

“Legal o no legal, en Bolivia se puede abortar. El problema es el factor económico (…). Saquemos el aborto del closet”, exclamó el investigador.

Por otro lado, la mayoría de quienes participaron de las entrevistas consideraron que es “menos riesgoso” abortar en el seno privado o cerca de personas que tienen relaciones de confianza (familiares o amigos) frente a exponerse a un centro de salud, ante el hecho de que el aborto más allá de las causales establecidas en la normativa penal, es considerado un delito y sancionado, con pena privativa de libertad, riesgo que se aminora cuando lo hacen desde ámbitos no hospitalarios.

El uso de tabletas o hierbas responde incluso a tradiciones orales.

 “Las mujeres, desde la tradición oral y la cultura popular, transmiten conocimientos (…). Siendo el aborto una práctica constante en la historia universal, las formas de abortar mediante recursos alejados a la medicina moderna, es parte de las confidencias que se fueron heredando. Hasta que esta temática siga siendo un delito por la normatividad jurídica, los cuerpos gestantes seguirán encontrando las formas para seguir abortando”, consideran en el estudio.

“Pedí ayuda a mi mamá y a mi tía para que me ayudarán”, se expone en uno de los testimonios.

SI ABORTA UN HOMBRE TRANS

Si bien las mujeres bisexuales y lesbianas que abortan de forma voluntaria, y que no cumplen las causales del aborto que no conlleva una responsabilidad penal, cometen un delito, en el caso de los hombres trans presenta otra connotación. Habría un vacío legal.

En el documento se detalla que el Código Penal boliviano, reconoce a la “mujer” que da su consentimiento para realizarse un aborto- Es decir, el tipo penal identifica como sujeto que comete el delito a la “mujer’, no a un “cuerpo gestante”; por lo que, en un caso en el que sea un hombre trans quien haya optado por realizarse un cambio de nombre propio, dato de sexo e imagen (en la partida de nacimiento y la extensión de un nuevo certificado de nacimiento, hecho que se da a partir de la Ley 807 Ley de Identidad de Género), y se reconozca y asuma como hombre, no podría ser juzgado por el tipo penal de aborto.

“La acción llevada a cabo por un hombre trans que opta por un aborto, constituiría una conducta penal atípica; es decir, que no encaja formal o materialmente al tipo legal del delito de aborto en nuestro ordenamiento penal. Este hecho genera un vacío legal al respecto, el cual podría establecer dificultades a la hora de juzgar a un cuerpo gestante cuyos documentos de identidad no refieran sexo femenino”.

En el detalle de las respuestas, se identifica incluso listas de medicamentos y hierbas conocidas por quienes coadyuvaron con el estudio.

“Yo había leído bastante de las hierbas para inducir el aborto, y me hice una infusión”, dijo una de ellas enumerando cuatro plantas diferentes.

De las personas que se sometieron a abortos, un 32% (la tercera parte) reconoció que un embarazo no estaba dentro su proyecto de vida o era una limitante a su desarrollo personal; el 25% dijo que fue una decisión meramente económica; y un 15% expresó que en su decisión influyeron factores externos, incluso amenazas al interior de sus familias.

Durante el evento de presentación del estudio, participaron parlamentarias cochabambinas de Comunidad Ciudadana (CC), la senadora Andrea Barrientos y la diputada Samantha Nogales; y del Movimiento Al Socialismo (MAS), la diputada Olivia Guachalla. Expusieron apertura en torno al tema del aborto, para brindar espacios para su tratamiento. Aunque reconocieron que el Parlamento podría no ser el espacio en esta legislatura, considerando que existen posturas “conservadoras”, plantearon otras opciones, como mesas de trabajo y hasta la “revolución” en las calles, para ir paso a paso hacia la despenalización.