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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Los secretos de los Caballeros del Santo Sepulcro

Cada Viernes Santo, la reliquia es expuesta en la procesión entorno a la cual la población católica recuerda la Pasión y Muerte de Jesús. Hoy será la primera vez en 67 años que no saldrá a las calles debido al confinamiento por la epidemia del nuevo coronavirus.
Los secretos de los Caballeros del Santo Sepulcro

Es Jueves Santo. Son las 11 de la mañana. El templo de la Compañía está cerrado. Al interior solo están ellos... sus guardianes, sus caballeros. Los dos largos listones de madera están listos para sostener sobre sí mismos a aquella urna dorada que resguarda con recelo la imagen del Señor del Santo Sepulcro traída desde Europa. Todo tiene que estar preparado para la procesión del día siguiente.

Se reúnen en la capilla construida al final del templo, al lado izquierdo del altar mayor. Allí, donde hace 67 años reposa uno de los principales símbolos religiosos del Viernes Santo en Cochabamba. Como un claro ejemplo de que “la unión hace la fuerza”, 40 de los 80 guardianes se dan modo para bajar lentamente del pedestal la urna que pesa más de una tonelada.

Una vez que empernan los dos listones de madera en ambos laterales de la base, saben que cumplieron su labor de esta jornada. Después de una oración se retiran para esperar en recogimiento el momento en el que encabezarán la procesión del pregón de la muerte de Jesús y de la soledad de la Virgen María.

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Viernes Santo. Son las dos de la tarde. Nuevamente se reúnen en el interior del templo de la Compañía los 80 integrantes de la hermandad Caballeros de la Orden del Santo Sepulcro, quienes se encargan de la protección y el mantenimiento de la urna y de la imagen de Jesús. Todos visten traje negro formal y camisa blanca. Durante cuatro horas tienen una sesión de honor, en la que comparten entre ellos. 

Cuando el repique de las campanas de la Catedral anuncia que son las seis de la tarde. La mitad de los integrantes levanta los dos soportes, los acomodan sobre sus hombros y cargan la urna que recorre varias calles del casco viejo de la ciudad –custodiado por militares, autoridades y fieles cristianos–. De tanto en tanto, rotan los portadores de la imagen, hasta llegar a la Catedral Metropolitana, y colocarla en el atrio del altar mayor.

Allí permanecerá hasta día siguiente, cuando la urna sea transportada de retorno a su hogar, donde quedará hasta la próxima Semana Santa.

Cada año, desde hace siete décadas, los Caballeros de la Orden del Santo Sepulcro realizan este preparativo. Pero, hoy que es Viernes Santo, será todo diferente, como explica Antonio Dajbura Sabag, presidente vitalicio de esta hermandad. “No habrá la procesión. Y todos estamos apenados. Es la primera vez en 67 años que no saldrá la urna”.

Antonio nació el mismo año que llegó la imagen a Cochabamba. Dos décadas y media después se convirtió en uno de sus custodios. Los relatos de sus abuelos que migraron de Belén en Palestina hacia Cochabamba marcaron su fe religiosa, y también los recuerdos de su madre Widad Sabag participando en la procesión de Viernes Santo.

“Participar de la procesión es un momento de retiro espiritual, un tiempo de mediación y de recuerdo de los ancestros”.

HISTORIA DEL SANTO SEPULCRO

Su historia se remonta cuando Simón I.Patiño, hombre de fe y acaudalado, quedó impactado –en uno de sus viajes a Europa- con una imagen de Cristo bajado de la cruz. Junto a su esposa encargó en Francia la fabricación de dos imágenes similares, una para su hacienda en Pairumani y otra para el Palacio Portales. 

La primera imagen fue labrada en una ciudad cercana a París por escultores famosos de la época, quienes recomendaron que en su creación intervengan además mujeres artesanas ciegas, hijas de la Revolución Francesa.

La imagen llegó a finales de los años 30. En principio, su destino debía ser un mausoleo en Pairumani, construido para albergar esta joya religiosa. Sin embargo, el espacio quedo pequeño y, por ello, lo trasladaron al Palacio Portales, que aún estaba en plena construcción.

Luego, por decisión de Albina Rodríguez, esposa de Patiño, la imagen fue donada al templo de la Compañía para su resguardo con la intención de acrecentar la fe religiosa de los cochabambinos.

La otra imagen encargada por los esposos Patiño también debía llegar a Bolivia, pero se quedó en Francia debido a que, en un acto público, las autoridades de ese país, les pidieron que la donaran para fomentar la espiritualidad. Y así lo hicieron,

La urna donde se encuentra la imagen del Señor del Santo Sepulcro es considerada como una obra de arte sacro, ya que está recubierta en pan de oro y fue construida con mármol de la India.