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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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CENTROS DE REHABILITACIÓN

Reos “sin visita” subsisten de oficios que aprenden dentro de la cárcel

Los internos ven en la Expo Reincorpora una oportunidad para captar más recursos; aceleran trabajos de artesanía, carpintería, cerrajería, atarraya y más.

La muestra de la réplica del Titanic en el área de cerrajería del penal de El Abra.   DICO SOLÍS
La muestra de la réplica del Titanic en el área de cerrajería del penal de El Abra. DICO SOLÍS
Reos “sin visita” subsisten de oficios que aprenden dentro de la cárcel

“No tengo visita”, “vivo de esto”. Estas palabras son comunes y se escuchan con recurrencia entre personas privadas de libertad, quienes explican el oficio que desarrollan al interior de los recintos penitenciarios (carpintería, cerrajería, artesanía, pelotería, atarraya y más) como la forma que tienen de subsistencia, porque no tienen quien les ayude de manera económica.

Ser carpintero, cerrajero, hacer redes para pescar, armar balones, hacer trabajos de artesanía, costurar y pintar no son los oficios de todas las personas que llegan, por distintas circunstancias, a la cárcel. Sin embargo, la necesidad impulsa a muchos, quienes aprendieron en los penales.

El rédito de estos trabajos se convierte en su sustento. En estos días, la actividad se acelera en los siete recintos penitenciarios de Cochabamba porque los productos serán expuestos y puestos a la venta en la Expo Reincorpora, del 24 al 28 de agosto, en el campo ferial de Alalay.

BARCOS Y AVIONES La réplica de un buque como el Titanic, con luces que funcionan a control remoto es una de las principales obras hechas por las manos de Edgar. Hace esta y otras réplicas, que le demandan entre tres y cuatro semanas.

Él es una persona privada de libertad en la cárcel de El Abra.

Relata que es técnico en refrigeración, pero como no hay trabajo en esa área, aprendió el oficio con el apoyo de una iglesia cristiana.

“No tengo visita en este lugar. Entonces, tuve que ver la manera de realizar dinero de la madera reciclada“.

Trabaja principalmente con fibra de vidrio, que adquiere en una tienda del penal; utiliza madera y tiene insumos de chapería.

La réplica del Titanic cuesta 200 dólares (cerca de 1.400 bolivianos); y se trata de un trabajo que fue hecho a pedido.

Hace otros con madera que recicla del área de carpintería. Esas obras las vende a 100 dólares.

Edgar dedica su tiempo a este oficio. No recibe visitas y debe solventar lo que necesite.

“Gracias a Dios, he podido encontrar esta rama, este talento; y esto me ayuda vivir cada día, porque tenemos gastos. Acá, los internos pagamos del agua, cada día pagamos para seis cisternas o un poco más en todo el penal”, cita como ejemplo; y agrega que también deben solventar aseo, vestimenta y otros.

Para la Feria Reincorpora alista la réplica de un avión “Hércules C-130”.

Describe que la iglesia cristiana les da apoyo con talleres de electricidad, carpintería de aluminio, construcción de motores y otros.

“Yo siempre participó de todo eso, y ahí van saliendo las ideas”, expresa, mientras, sentado al lado de los objetos que él hizo, prende y apaga las luces del Titanic que expone orgulloso como una muestra de su labor diaria.

Pide que Régimen pueda brindarles ayuda también a través de los medios de comunicación y redes sociales, para que su oferta se amplifique.

“Pedimos que se abra un portal cibernético para que, a través de Facebook y otros se puedan exponer nuestros productos y poner los precios”.

PELOTERÍA La costura a mano de balones de fútbol es uno de los trabajos en el que decenas de privados de libertad están involucrados, teniendo así un trabajo por el que reciben paga. En esta área en El Abra hay como 200 personas.

René (nombre cambiado) puede armar cada día entre dos y tres pelotas. Une cada parte, pentágonos y octágonos, con paciencia, como un rompecabezas. Explica que no es un trabajo difícil, pero que sí le cobra factura porque le genera dolores de espalda.

En el taller de pelotería de la cárcel de El Abra, decenas de personas trabajan sentadas en bancos pequeños y con el material organizado en el suelo.

“Es para sobrevivir aquí adentro. Por cada balón, nos pagan 9.5 (bolivianos) y 11.5”, informa.

Agrega que trabajan de lunes a domingo.

“¿Qué más podemos hacer? Si no tenemos ni visita, no tenemos nada, tenemos que trabajar (…). Mi familia ha muerto en un accidente”, cuenta, explicando la necesidad que tiene de mantener un empleo.

ARTESANO Mateo (nombre cambiado) utiliza palitos de helado y pedazos de madera para hacer adornos. En estos días se dedicó a hacer un barco de tonos oscuros, que costará 150 bolivianos en la feria; y tiene un par más. También hace otras miniaturas y juguetes.

Mateo está en El Abra desde hace un año. Antes, no era artesano.

“Desde que entré aquí, aprendí (…). Hay que tener paciencia, y hacerlo”.

Las ventas no son frecuentes, pero cuando lo consigue, el dinero le ayuda para cubrir algunas necesidades.

“Necesitamos mercado para acomodarnos”, asegura.

Él trabaja en un espacio que comparte con decenas otros reclusos quienes, cada día le dan forma a juguetes, joyeros, cajas decoradas y otros.

MÚSICOS Aunque buena parte de los reclusos aprendió oficios en la cárcel, hay quienes tratan de explotar conocimientos que ya tienen y, así, buscan ganarse unos pesos, como los músicos.

En un pequeño espacio, cerca del taller de sastrería de El Abra, se habilitó un ambiente donde se fabrican charangos. Las cuerdas no dejan de sonar en el sector.

Ernesto (nombre cambiado), un recluso de El Abra, viste un chaleco típico del Cono Sur de Cochabamba, una camisa blanca remangada, un reloj, y está acomodado en una silla, interpretando algunas melodías y mostrando su buen oído con algunos punteos.

Es uno de los fabricantes de charangos, mandolinas y otros instrumentos de cuerda. Aprendió sobre la fabricación de charangos desde los ocho años; también es músico.

Ocupa, junto a otras personas, el área que antes era de pintura; pero, como salieron libres, acondicionaron la mesa y paredes para los materiales de los instrumentos musicales.

“Aquí aprenden a tocar y a fabricar los charangos”, dice. Menciona que un ronroco semiprofesional cuesta 650 bolivianos.

Desde el principio del trabajo hasta calibrar el instrumento de cuerda puede demandar alrededor de un mes.

“Hacemos traer material con nuestras visitas. Aquí todo es difícil, pero es posible”, expresa.

Los talleres de El Abra están situados cerca uno del otro. El sonido de las máquinas guía hasta la zona, sobre todo en carpintería y cerrajería. Cada interno elige el rubro en el que desea trabajar.

El delegado interno de El Abra, detalla que ahí hay 987 internos, y resalta la importancia de ver a este recinto penitenciario como un centro de rehabilitación productivo.

En este penal existen 12 rubros. Hay más de 300 personas en carpintería, más de 280 en cerrajería y una cantidad similar en pelotería, entre otras áreas.

Parrilleros, volquetas de juguete, muebles, adornos, redes para pescar, instrumentos musicales y otros son solo parte del trabajo que realizan los internos.

Quienes quieran ver el trabajo y adquirir los productos podrán asistir a la séptima versión de la Feria Expo Reincorpora que se realizará en el campo ferial de Alalay del 24 al 28 de agosto. El ingreso será gratuito.

También es posible comprar los productos tomando contacto o visitando los recintos penitenciarios.