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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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CRECENCIO TORRICO MURIÓ A LOS 106 AÑOS

Paro cardiaco acaba con uno de los últimos beneméritos cochabambinos

El veterano fue condecorado en junio por la Brigada Parlamentaria y por oficiales de la Séptima División en 2018. El entierro es hoy en el Cementerio General. 
El ataúd del veterano Crecencio Torrico durante su velorio. Ayar Wari
El ataúd del veterano Crecencio Torrico durante su velorio. Ayar Wari
Paro cardiaco acaba con uno de los últimos beneméritos cochabambinos

Crecencio Torrico, uno de los últimos beneméritos cochabambinos de la Guerra del Chaco (1932-1935), falleció a los 106 años.  

Ayer en la mañana sufrió una insuficiencia en una de las válvulas del corazón, lo que le provocó un paro cardiaco que ya lo amenazaba hacía dos meses. 

Sus restos fueron velados en el salón Jesucristo y el entierro está previsto para hoy a las 14:30 horas en el Cementerio General. 

Antonieta Dávila, nuera de Crecencio y quien se hizo cargo de él durante los últimos 15 años, contó que desde una caída que sufrió a principios de este año dejó de ser independiente y no podía alimentarse solo. 

28 meses Fue el tiempo en el que Crecencio Torrico fue prisionero de guerra. Tuvo que alimentarse con cáscaras de sandia.

“Su diario vivir era recordar lo que había pasado. Memorias duras que lo atormentaban”.

La nuera destacó de él su “incondicional amor por las mujeres”, al recordar que regresó a Bolivia por su madre , a pesar de que en el país guaraní le ofrecieron terrenos y una vivienda. 

Crecencio fue prisionero de guerra en el Paraguay. Acudió al Chaco en 1933 y retornó en 1936, un año después del cese de hostilidades. Estos recuerdos atormentaban al benemérito, comentó uno de sus seis hijos Mario Torrico.

“Cuando empezaba a contar lo que había vivido se ponía a llorar, eran recuerdos ingratos. Nos relataba que había sido puesto al paredón seis veces, llegando a sobrevivir milagrosamente. Durante un año se alimentó con cáscara de sandia”. 

Expresó que las últimas ideas lúcidas de su padre eran su descontento y molestia con las autoridades por su trato con los veteranos de guerra. Vivía con un bono vitalicio, que según Mario, no le alcanzaba ni para comer. 

“Nos deja este legado de honor, pero también de desgracia y tristeza de la guerra. La historia nunca muere, sus recuerdos me los paso y yo los pasare a mis hijos y ellos a los suyos”. 

Crecencio Torrico nació en Cliza un 14 de junio. Era un soldado raso, sin embargo por su alta estatura (1.89 metros) los paraguayos lo confundían con un militar de alto rango, manteniéndolo preso durante 28 meses. 

Tuvo dos matrimonios que le dieron seis hijos. el más cercano y que lo acompañó fue Mario. Los otros viven en Chile y Argentina.

En junio, recibió la distinción Llajtaymanta por parte de la Brigada Parlamentaria de Cochabamba.

En 2018 recibió la medalla al Mérito Militar Coronel Eduardo Abaroa, entregado por oficiales de la Séptima División, en ocasión de los actos por la celebración del 106 aniversario del municipio de Cliza.