Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 20:55

Monjas de clausura no pueden vender sus productos; ya no tienen recursos

A pesar de que las tiendas donde exponen sus productos están cerradas, ellas continúan su rutina diaria de trabajo. Elaboran manualidades, hostias, vinos y objetos litúrgicos.

Monjas de clausura no pueden vender sus productos; ya no tienen recursos

En Cochabamba hay cinco monasterios o conventos de clausura que albergan a casi 50 religiosas, la mayoría de la tercera edad, que subsisten con los ingresos que tienen por la venta de sus manualidades, ornamentos, mermeladas, vinos y hostias. Con la cuarentena no pueden hacerlo y la situación comienza a complicarse para todas ellas.

Estas mujeres son monjas que optaron por la vida religiosa contemplativa y de oración. Esporádicamente, algunas hermanas salen a comprar alimentos y la materia prima que necesitan para realizar sus manualidades, y para acudir al médico para un control o cuando se enferman.

Emplean gran parte de su día en la confección de ornamentación litúrgica y religiosa, la preparación de hostias, licores, vinos, dulces y galletas caseras; además del cuidado de los pequeños huertos de verduras y frutas, que sirven para su autoabastecimiento.

“Vivimos de nuestro trabajo manual. No tenemos un sueldo. Y hace un mes que no estamos vendiendo nada de nuestras manualidades”, explica la hermana Natividad –de 54 años– de la congregación concepcionistas de Pandoja.

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Las religiosas exponen gran parte de sus productos en pequeñas tiendas ubicadas en los mismos conventos o en otros lugares donde se venden objetos religiosos. También tienen pedidos para iglesias, matrimonios o primeras comuniones, pero, actualmente –dada la situación de emergencia epidemiológica y al ser parte del principal grupo de riesgo por su avanzada edad–  están cerrados por el confinamiento de la población.

De acuerdo a información proporcionada por monseñor Curiel, obispo auxiliar de Cochabamba, en el pequeño convento de clausura de Santa Teresa viven cuatro hermanas carmelitas, tres de las cuales tienen una edad avanzada; en el monasterio San José, hay 13 religiosas carmelitas, algunas menores de 40 años; en el convento Santa Clara, las 14 monjas clarisas de claustro son adultas mayores.

En los últimos dos, el convento del Cristo Crucificado y el monasterio de Inmaculada Concepción, hay 10 hermanas capuchinas y 6 concepcionistas, respectivamente.

Por ahora, indica Curiel, “están bien, gracias a que tienen sus pequeñas huertas y hay personas benefactoras que las están ayudando. Si la situación continúa igual con la cuarentena, pueden comenzar a tener necesidades mayores. Nosotros estamos pendientes de ellas”.

La madre superiora del convento de las Concepcionistas de Pandoja, María de la Paz, –cuyo nombre de pila es Martha Bretel Barba, de 90 años y con una lucidez mental que sorprende– expresó su pesar por la situación que se vive en casi todo el mundo y brindó unas palabras de aliento y esperanza.