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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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SUS COMPAÑEROS TIENEN SÍNTOMAS DE COVID-19

Médico voluntario no resistió pese a recibir plasma

Volvió enfermo de Beni. La familia espera al viernes para incinerar el cuerpo por falta de espacio.
El médico Juan Carlos Vichini (d) en un día de trabajo en Beni.     CORTESÍA J. P.
El médico Juan Carlos Vichini (d) en un día de trabajo en Beni. CORTESÍA J. P.
Médico voluntario no resistió pese a recibir plasma

“Mi ajayu me llama para ir al Beni”, le comentó por WhatsApp el médico Juan Carlos Vichini a su colega Daylin Salvatierra cuando alistaban su viaje a ese departamento como voluntarios para atender enfermos por COVID-19. Viajaron 28 doctores de La Paz y Cochabamba a trabajar por 15 días, pero Vichini enfermó la primera semana, fue internado en Trinidad y luego traído a Cochabamba, donde murió pese a recibir transfusión de plasma.

Martha, hermana mayor de Juan Carlos, recuerda que él estaba muy emocionado con el viaje. Ella expresó su desacuerdo y le dijo que debía pensar en sus cuatro hijos y en su padre que estaba delicado de salud. “Somos solo los dos hermanos ¿cómo es posible (que vayas)?” y él le respondió: “El servicio me llama, tengo que ir”.

Vichini, de 45 años, pertenecía al Programa de Salud Familiar Comunitaria e intercultural (SAFCI), del Ministerio de Salud, y partió junto a otros 13 médicos cochabambinos el 29 de mayo a hacer el voluntariado, que consistía en hacer rastrillaje de sospechosos, casa por casa, en jornadas que se extendían por 12 horas continuas.

Jaime Plaza, otro de los voluntarios, fue compañero de Juan Carlos desde el tercer año de la carrera de Medicina y no solo en las aulas, también en la cancha porque a ambos les gustaba el fútbol y participaban en campeonatos. Ya graduados, también fueron compañeros en el Programa SAFCI, donde hicieron una especialización. “Era propositivo, le gustaba participar, siempre buscaba el bien común. Una vez, hicimos una huelga por la institucionalización del SAFCI. Trabajó en Santiváñez  con los primeros casos COVID-19, antes estaba en Mizque. Una de sus mayores virtudes era su afán de colaborar, siempre estaba atento si alguien necesitaba ayuda”. 

UNA ODISEA El grupo llegó el mismo viernes 29 de mayo a Trinidad; el sábado 30 hubo reunión con el Centro de Operaciones de Emergencia (COE); el domingo 31 recibieron los equipos de protección personal y el lunes 1 de junio salieron a trabajar. El martes 2, Plaza recuerda que hizo un frío extremo que afectó a todos porque nadie llevó ropa abrigada pensando en que el clima beniano era cálido, pero siguieron trabajando. Vichini se sintió mal y con dificultad para respirar, sus compañeros le dieron algunos medicamentos y le vaporizaron con eucalipto. Amaneció casi sin poder respirar y con un nivel de oxígeno en la sangre de 70, cuando lo normal es que llegue a 100. Ese día comenzó una odisea para el enfermo y sus colegas, quienes tuvieron que sortear muchas dificultades para que lo atendieran y también para trasladarlo después de regreso a Cochabamba.

Plaza cuenta que le asistieron con oxígeno y quisieron que su seguro, la Caja Bancaria Estatal de Salud, le diera asistencia, pero el requisito era presentar una prueba positiva de COVID-19, algo que no estaba disponible.

Fue diagnosticado clínicamente como paciente por coronavirus, pero la admisión en la clínica requería una tomografía y el hospital Germán Busch no tenía tomógrafo. Hallaron el servicio en el hospital Materno Infantil, donde había que pagar 600 bolivianos. Los compañeros reunieron el dinero, el internista del seguro confirmó el diagnóstico, le suministraron oxígeno y estaba estable. 

El grupo ya alistaba su regreso para el viernes 12 de junio. ¿Quién lo cuidaría? El paciente no tenía familiares en Beni. Entonces comenzaron a gestionar el traslado. 

EL RETORNO Salvatierra dice que una avioneta particular pedía 20.000 bolivianos para el viaje y se inició una colecta, pero era una suma muy alta porque el dinero también se usó en laboratorios, medicinas y otros gastos.

Plaza tomó contacto con un colega que le habló de un piloto que podría cobrar 12.500 bolivianos y pedía ciertos requisitos como una cápsula para el paciente, el acompañamiento de un médico y provisión de oxígeno, el médico de la clínica pedía verificar las condiciones. La suma seguía siendo alta para cubrirla.

Otro médico se ofreció a traer a Juan Carlos por tierra en una ambulancia, pero no había chofer y no había combustible. Seguían presentándose trabas, pero de pronto, todo se allanó.

“Hasta ahora, es un misterio. No sé cómo se resolvió, todo el mundo nos llamaba. La coordinadora del SAFCI en Beni me dijo que había una avioneta que lo traería. Que tenía que buscar oxígeno, una cápsula y tablilla espinal”.

Así fue como Vichini volvió a Cochabamba días antes que sus colegas. “No sabía que mi hermano era tan querido, me han llamado tratando de colaborar. No sabía la cantidad de amigos que tenía”, dice Martha, quien no puede controlar su aflicción.

El paciente llegó directamente al Hospital del Sur y su familia no sabía nada de su enfermedad. “Le hice hablar y me confirmó que tenía coronavirus”. Lograron que le hicieran una transfusión de plasma que tuvo éxito, pero hubo complicaciones. Los médicos les explicaron con detalle, pero Martha no comprendió porque su estado de ánimo no le permite pensar con claridad. 

OTROS POSITIVOS Salvatierra recuerda que todos sus colegas volvieron con síntomas. El mismo día del regreso, viernes 12, llegó a su casa y comenzó a sentirse enferma, quiso aguantar hasta el día siguiente, pero le faltó el aire y su familia le exigió que se internara. Le hicieron prueba rápida, dio positivo y ya tenía neumonía, está en una clínica privada cubierta por el seguro. Otra de sus compañeras, que también dio positivo, se internó ayer en otra clínica privada porque le negaron atención en el seguro. Antes fue a otra clínica, pero le dijeron que no había convenio con su seguro médico y que no podían atenderla.

Salvatierra espera que le hagan la prueba PCR. Mientras, le suministran oxígeno, del que no puede prescindir porque solo el hecho de caminar hasta el baño hace que le falte el aire. También le prescribieron Ivermectina, pues su médico tratante vio buenos resultados entre sus pacientes por COVID-19.

Cuenta que cuando se enteró de la muerte de su colega, le afectó mucho y sintió que nuevamente tenía taquicardia y otros síntomas de ahogo. “Me entró desesperación. Con esta enfermedad, el estrés te afecta. La impresión me bajó las defensas”. 

Mientras, la hermana de Vichini afirma que siente vivir una pesadilla y que aún no termina.

Ninoska Caero, esposa del fallecido, explica que hubo errores con el certificado de defunción y les fue entregado recién ayer. También fue difícil hallar espacio en el crematorio y el cuerpo será incinerado este viernes en Sacaba, que fue el único lugar disponible que encontraron.

Fortaleza

Ninoska Caero, esposa del médico fallecido, dice que sus cuatro hijos entienden que su padre hizo una acción solidaria y eso les da fuerza para enfrentar la pérdida.
 

No hay pruebas ni dónde aislarse

Los médicos que fueron a hacer trabajo voluntario a Beni aún esperan que les hagan pruebas COVID-19 y se mantienen en aislamiento voluntario, pero en sus casas porque no hay un lugar adecuado para hacerlo, afirmó Jaime Plaza, miembro del grupo.

Cree que todos darán positivo al test porque estuvieron expuestos y en Beni hay una gran carga viral.

Le informaron que de los 14 voluntarios de La Paz, solo a cinco se les hizo pruebas y esperan los resultados. Hay dos cuyo estado es delicado, pero no pueden dar atención a ninguno en tanto no confirmen la infección. El resto está en espera de que haya pruebas disponibles.

En Cochabamba, se sabe que hay dos voluntarias con COVID-19 confirmado y ya reciben atención clínica. Los demás aún esperan que les apliquen el test.

Daylin Salvatierra, una de las dos doctoras que dio positivo, dijo que todos sus colegas volvieron con síntomas y por un grupo de WhatsApp les pide que se internen mientras aún haya camas disponibles.

Teme por sus familias, ya que ninguno volvió a un centro de aislamiento porque no existe en Cochabamba y permanecen en sus casas.