Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
  • Actualizado 16:38

Evangelina vende locoto desde que tiene uso de razón

Evangelina vende locoto desde que tiene uso de razón

Evangelina Iquilea ha vendido locoto desde que era una niña. Ayudaba a su madre en lo que hoy se conoce como La Pampa, uno de los centros de abasto más grandes de Cochabamba, y adonde llegan turistas nacionales y extranjeros para conocer sus innumerables pasajes y artículos que se ofertan para su venta.

La Pampa

Este populoso mercado ha sido el segundo hogar de Evangelina Iquilea desde hace un poco más de 50 años, donde vende locoto a sus caseras.

Sentada en su puesto de trabajo, en medio de una variedad de locotos, verdes y rojos, pequeños y grandes, Evangelina escucha solícita los pedidos que le hacen sus clientes de años.

“A cuánto la cuartilla de locoto”, le consultan sus caseras. Algunas le compran solamente dos pesitos “para preparar llajua”.

La única certeza que tiene Evangelina es que se encuentra en La Pampa desde hace más de 50 años. De su edad no se anima a decir cuántos tiene o qué año nació. Solo sabe que su cumpleaños es el 21 de octubre. Al igual que muchas personas de su edad, apunta que no tuvo la oportunidad de aprender a leer ni escribir. Heredó el oficio de su madre, de locotera, desde que era una niña.

“Desde chica hemos vendido aquí”, señala.

El locoto que vende es traído desde Tablas Monte y otros sectores aledaños, que antes los adquiría directamente de los agricultores campesinos. Actualmente los compra de algún intermediario.

Evangelina recuerda que cuando empezó a vender, La Pampa era una planicie de tierra, sin casetas y pocos puestos de venta, con pasto crecido y charcos de agua.

Recuerda que en La Pampa se vendía, además de locoto, leña y verduras como zanahoria y cebolla.

Esta caserita tiene tres hijos, dos mujeres y un hombre, los cuales ya están casados. El mayor roza los 50 años.

Evangelina vive en El Paso y cada día debe madrugar para instalarse en su puesto de trabajo, en medio de sus locotos, para ofrecer este ingrediente picante a sus caseros, especialmente quienes buscan hacer una llajua.

Por su parte, el presidente del mercado La Pampa, Ronald Durán, destaca que en este centro de abasto hay personas mayores que siguen vendiendo porque es una forma de vida.

“Hay un dicho que señala que si una persona deja de vender se muere, por eso vienen todos los días. Hay personas de más de 80 años”.

“En este mercado todavía se mantiene el olor popular, los precios bajos de la verdura y fruta, con la tradicional yapita”, afirma.