Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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LOS CASOS SE INCREMENTAN EN COCHABAMBA

El drama del cáncer canino: sin equipos ni especialistas

Narices Frías hace quimioterapias y se da modos para que los perros accedan a resonancias magnéticas y otros estudios específicos. Estos animales requieren ayuda.
Un perro con cáncer que está refugiado en Gamaliel.  DICO SOLÍS
Un perro con cáncer que está refugiado en Gamaliel. DICO SOLÍS
El drama del cáncer canino: sin equipos ni especialistas

Choco es un perro de raza cooker que sobrevive con un tumor en el rostro. La expansión de esa “masa” ya le ha dejado sin una parte del hueso del hocico y le provoca sangrados diarios del ojo y la nariz. “Sufre cada día de dolor”. Dentro de unos días confirmarán si se trata o no de cáncer.

Si el resultado es positivo, Choco se sumará a la lista cada vez más grande de perros del departamento que son diagnosticados con este mal.

En el contexto local, el acceso a tratamientos y equipo de diagnóstico cancerígeno es bastante limitado.

Claudia Martínez, la fundadora de Narices Frías, explicó que la oncología, como especialidad dentro de la veterinaria, no está desarrollada en Cochabamba.

No hay oncólogos caninos, solo veterinarios que pasaron cursos de apenas unos días, pero la especialidad como tal no es ofertada en el sistema educativo. 

Por esta razón, los profesionales de Cochabamba intervienen de manera empírica.

A esta problemática se suma que no hay equipamiento ni laboratorios especializados en cáncer canino en el departamento. “Hacen falta. Las personas creen que porque son animales no se les practica tomografía”.

Explicó que la Fundación se da modos para que los animales accedan a tomografías y resonancias magnéticas y así tener diagnósticos precisos.

Si bien se encontró un lugar en Cochabamba que se solidarizó con los perros con cáncer y les realizó resonancias, oficialmente es un establecimiento de salud para personas, que prefiere mantener en reserva.

MÁS CASOS

Otro can que está luchando contra el cáncer es Llorón. Con apenas dos años, ya fue sometido a siete quimioterapias.

El tratamiento lo ha dejado con el pelo descolorido, “su pelaje era amarillo vivo”, ahora es crema, casi blanquecino; y no es muy activo para correr; “pero está sanando”.

La última vez que estuvo en quimioterapia fue hace tres meses, pararon el tratamiento porque tiene epilepsia.

La vida de Llorón es una secuencia de historias tristes. Antes de que le diagnosticaran cáncer, fue abandonado por dos ciudadanas brasileñas que tuvieron que marcharse a su país.

Lo llevaron al refugio Gamaliel, pero, después de apoyar una semana, desaparecieron. “Lloraba por ellas toda la noche, hasta nos han llamado la atención los de la OTB”, contó Milenka Serrano, una voluntaria de este establecimiento.

Llorón escapó a buscarlas y como no las encontró, retornó. Es entonces que le diagnosticaron cáncer.

El veterinario de Gamaliel, Cristian Méndez, explicó que Llorón tiene un Tumor Venéreo Transmisible (TVT), también conocido como sarcoma infeccioso, que afecta principalmente a los genitales externos.

El profesional, con ayuda de Claudia Martínez, intenta que el paciente tenga una oportunidad de prolongar su vida.

AYUDA

Debido a los costos elevados de la medicación y los estudios, tanto Llorón como Choco necesitan colaboración. 

El caso de Choco, que tiene un tumor en el rostro, fue develado hace unos días a través de Facebook. Una joven lo rescató de manos de su “familia”, que no hizo nada por permitirle acceder a un tratamiento contra el cáncer.

Ahora, la mujer está buscando donaciones para costear una intervención quirúrgica, diagnóstico, medicamentos, alimentación y otras necesidades que tiene el can. Su número de contacto es el 76473763.

Choco está refugiado en Gamaliel y, además de recursos, está en busca de una familia que lo ayude a sobrellevar su enfermedad. Para visitarlo y dejar donativos, contactarse al 7100003.

SÍNTOMAS

Algunos síntomas que advierten que una mascota podría tener cáncer son:

- Masas, especialmente aquellas que están creciendo.

- Lesiones que no sanan, incluso después del tratamiento.

- Dificultad para ir al baño (orinar o defecar).

- Vómitos y diarrea.

- Pérdida de apetito y de peso.

- Problemas para comer o tragar.

- Letargo y falta de voluntad para hacer ejercicio.

- Rigidez o cojera.

- Dificultad para respirar.

- Mal olor.