Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Despiden a Cresencio, el benemérito del Chaco, pero su historia perdurará

Familiares despiden a Cresencio Torrico, uno de los últimos beneméritos de la Guerra del Chaco. Alejandro Orellana
Familiares despiden a Cresencio Torrico, uno de los últimos beneméritos de la Guerra del Chaco. Alejandro Orellana
Despiden a Cresencio, el benemérito del Chaco, pero su historia perdurará

Las trompetas sonaron mientras el ataúd de Cresencio Torrico Escóbar, uno de los últimos beneméritos, ingresaba al Mausoleo de los excombatientes de la Guerra del Chaco (1932-1935), ayer.

Sufrió una insuficiencia en una de las válvulas del corazón y le provocó un paro cardiaco a sus 106 años, el miércoles por la mañana. 

Mario, uno de sus hijos, dijo que la historia de su padre vivirá siempre y la transmitirá a sus sucesores y a quienes deseen conocerla. Le dejó los pasajes de su vivencia en la Guerra. “No se llevó su historia, nos ha dejado ese legado de honor, pero también de desgracia y tristeza”. 

Manifestó que su padre estaba “dolido” con las autoridades por el trato con los veteranos de la Guerra. Vivía con un bono vitalicio que no le alcanzaba ni para comer, según su familia. 

 Cresencio nació en Cliza el 14 de junio de 1913. Era un soldado raso, pero por su estatura, de 1.89 metros, los paraguayos lo confundieron con un militar de alto rango y lo mantuvieron preso durante casi tres años.

POR AMOR Cresencio se rehusó a casarse con una joven paraguaya y a una vida como hacendado en el país vecino porque sabía que en Cochabamba le esperaba y lloraba su madre.

Él perdió la vista hace algunos años y tenía dificultades para escuchar, pero, eso sí, tenía una memoria prodigiosa, al menos en lo concerniente a su paso por la Guerra del Chaco.

 Torrico, en combate, mató a un teniente paraguayo. Se escondió por buenas horas, mientras los soldados del asesinado le gritaban: “Salga boli”, “salga boli” y le presionaron para que se entregara.