Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 14:43

Descontrol: salvarse de la COVID-19 en la ruta al Trópico es tarea de cada uno

Los pobladores que se encuentran entre Colomi y Villa Tunari creen que la pandemia es una mentira y hasta un invento, pese a que en el lugar hay un caso sospechoso. La aplicación de las medidas de bioseguridad es casi nula.

Descontrol: salvarse de la COVID-19 en la ruta al Trópico es tarea de cada uno

Pobladores que se encuentran en la ruta al Trópico de Cochabamba, entre Colomi y Villa Tunari, deben elegir entre cuidar su vida y su salud, luchando contra la pandemia del coronavirus COVID-19 o su militancia política. Es una lucha de cada día, en la que lo segundo se impone. 

La crisis que se ahondó en el país después de las elecciones anuladas del 20 de octubre y la renuncia del que fuera presidente y líder del Movimiento Al Socialismo (MAS), Evo Morales, es más evidente en estos bastiones.

El rechazo al actual Gobierno, por ser transitorio y contrario a su partido, principalmente, se refleja en el incumplimiento de las medidas de bioseguridad y cualquier disposición gubernamental.

Policías, militares y guardias municipales intentan poner orden, pero reciben insultos, amenazas y agresiones.

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EL MERCADO La mayoría de los comerciantes, que están en contacto directo con la población y compradores que llegan desde afuera, se “ríen” de la pandemia.

El mercado de papas es un foco de infección. En un recorrido de OPINIÓN por el lugar se evidenció que rechazan cualquier control.

“No existe el coronavirus, es un invento de este Gobierno”, dijeron los comerciantes reunidos para la venta, sin tomar en cuenta el distanciamiento (dos metros) para evitar los contagios. Es una muchedumbre, en medio de grandes cargas de este producto de la canasta familiar. La situación empeora los días de mayor venta (lunes y jueves).

“Nada, aquí no hay nada. Es una mentira, un engaño”, comentaron otros ante la pregunta de cómo están llevando la cuarentena y cómo se protegen.

En las calles, no usan barbijos ni guantes. Solo se ven obligados a hacerlo para ingresar a las entidades financieras, al hospital y oficinas de la Alcaldía.

El descontrol provoca impotencia entre quienes quieren prevenir los contagios y enfrentan cada día una lucha contra los que rechazan cualquier medida que afecte su economía y libre circulación.

En el centro de Colomi, la preocupación de sus habitantes es por la “gente del campo”, que ambula con diferentes productos, sin respetar ninguna medida de seguridad. También ven con impotencia los abusos que cometen.

“Un día le han pegado a un soldadito que estaba controlando. En los conflictos casi matan a un policía. No hay caso de meterse. No entienden, son gente del campo que viene y hace lo que quiere. Todo lo manejan políticamente”, sostuvo una mujer que prefirió no identificarse por miedo a las represalias.

La misma comerciante, que tiene su puesto de venta, dijo que surgió el rumor de que hay un caso sospechoso y sería una joven que tuvo contacto con varias personas ya que trabaja en una institución privada, pero “ni eso les asusta para que tomen conciencia y se cuiden”.

Pese a esto, los soldados hacen patrullajes a pie y llevan los conos refractarios en hombros para ubicarlos a lo largo de la carretera y en las calles estratégicas del municipio.

El encargado del agua potable, Mario Bustamante, confesó que todos los días es una lucha para lograr que los pobladores entiendan que el coronavirus mata.

“Les damos información y ahí vemos que piensan que el coronavirus es una enfermedad y el COVID-19 es otra. Hay confusión, pero la mayoría no lo toma en serio”.

Reconoció que el aspecto político es muy duro y genera división. Se usa esta pandemia para criticar sin importantes el riesgo mortal que tiene.

“Económicamente no les afecta porque al ser productores están trabajando normalmente, pero no deben abusar por lo que están sanos”, contó.

Desde la alcaldía, en base a los informes del Comité de Emergencias Municipal (COEM), decidieron ingresar en la cuarentena dinámica como un municipio de Riesgo Moderado. Las actividades comerciales se realizan de lunes a viernes de 6:00 a 16:00 y cada semana aumentará una hora hasta llegar a las 18:00 horas el cierre, a fin de mes. El sector del transporte público y mototaxis saldrá una vez por semana, de acuerdo a la terminación de su número de placa.

Más antes pusieron barricadas de tierra y escombros en las calles de ingreso al pueblo, pero con estas nuevas medidas fueron arrastrados hacia un lado de la vía y la circulación otra vez es normal.

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HOSPITAL Una línea roja separa el ingreso al hospital de Colomi. Ahí, cerca de la puerta principal, se hace el triaje, un control para ver si una persona es sospechosa de coronavirus COVID-19. Para cualquier atención, los pacientes deben portar el barbijo.

A principios de abril recibieron a un paciente sospechoso, el mismo que días más tarde dio negativo, pero despertó la alerta en el personal de salud. Actualmente tienen un área de aislamiento para la atención de estos casos y una ambulancia lista para el traslado al centro de referencia, en Sacaba.

La jefa de guardia, Ruth Guzmán, lamentó que haya resistencia de la población a cuidarse. Se hizo perifoneo para informar sobre el virus, también se tuvo spots en quechua a través de medios de comunicación televisivos y radiales, pero los resultados no son los esperados.

“Nos preocupa que llega el invierno y los casos se triplicarán. Puede haber confusión con el coronavirus. Hay que tener paciencia y sobretodo conciencia”.

En el hospital trabajan 57 profesionales que trabajan cada 24 horas. Deben hacer largos recorridos y estar siempre alerta ante cualquier posible contagio. Están conscientes de que esto es posible porque no se cumplen con las medidas de bioseguridad.

ZONA DE TRÁNSITO En la tranca de Aguirre, el personal médico del hospital de Colomi controla la temperatura al conductor y los pasajeros de los vehículos. Nadie pasa sino se somete a esta verificación que es apoyada por los militares, que se organizan para preparar la leña que servirá para la fogata de la noche, que les permite aplacar el frío que invade la zona, donde su trabajo continúa hasta la medianoche.

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Al principio, todos ellos debían soportar no solo las bajas temperaturas, sino insultos y críticas por hacer su trabajo a toda hora, según confesaron.

Más allá, en la zona de Locotal, donde se encuentra la tranca de Umopar, todo se desarrolla con normalidad. Quienes se encargan del control, llevan barbijos y guantes de látex, pero los pobladores no tienen ninguna medida de seguridad.

El médico de la posta de salud Guido Villarroel ve esta situación con mucha impotencia.

“Nadie se cuida. Hay mucha incredulidad y división que pasa al plano político. Tratamos de hacer respetar con el dirigente, incluso firmar un documento, tienda por tienda, en el que asumen toda la responsabilidad si se contagian, pero no sirve de nada”.

Recordó que al principio trataron de cumplir con las restricciones, pero desde hace una semana, volvieron a trabajar todo el día y los transportistas que llegan también “relajan sus medidas de seguridad”.

“Se quitan el barbijo y preocupa porque vienen de otros lugares y pueden traer el virus. Mientras no les llegue a sus familias, no van a entender el peligro en que se encuentran. Ojalá eso no pase, pero todos estamos expuestos”.