Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 30 de mayo de 2023
  • Actualizado 23:29

El Buggy, un vehículo de industria nacional que marcó los sueños de 5 aspirantes a ingenieros

Cinco amigos estudiantes de ingeniería dedicaron todo su tiempo libre a la construcción de un vehículo todo terreno que fortaleció su compromiso profesional y su amistad.
El vehículo todoterreno %22Buggy%22 en inmediaciones de la laguna Corani, en sus primeras pruebas. Alexander Herbas
El vehículo todoterreno %22Buggy%22 en inmediaciones de la laguna Corani, en sus primeras pruebas. Alexander Herbas
El Buggy, un vehículo de industria nacional que marcó los sueños de 5 aspirantes a ingenieros

Hace poco más de media década, cinco estudiantes recién ingresados a las carreras de ingeniería electromecánica e industrial en la Universidad Mayor de San Simón y en la Universidad Privada Boliviana iniciaron la construcción de un “buggy”, un vehículo sin techo rígido y ruedas grandes, sin imaginar que dicho proyecto acompañaría sus sueños universitarios y hoy, poco más de cinco años después, el arenero, como también se denomina a este automóvil, está terminado.

El proyecto comenzó como un esbozo de diseño digital propuesto por el líder del equipo Paulo Sanjinez, junto con Alexander Herbas, quienes lideraron todo el proceso de construcción y armado del vehículo.

A medida que avanzaban, los cinco estudiantes, Paulo, Alexander, Mauricio, Adrián y Ronal, fueron aprehendiendo sobre mecánica automotriz, ya que como comenta uno de los integrantes: “En la universidad, pese a cursar una carrera de electromecánica, no llevamos materias relacionadas a vehículos y menos uno tan complejo como el buggy”, con lo que Herbas, uno de los líderes del grupo, resalta que mucho de este trabajo dependió de volverse “autodidactas”.

La idea nació gracias a una exposición de este tipo de autos que organizó Toyosa hace varios años y debido a la insistencia de un familiar que buscaba el mismo vehículo es que el equipo indagó por dónde empezar.

Único en su clase

Según Herbas, la manera particular en la que construyeron el buggy lo vuelve único en su tipo, por lo menos en Bolivia. “Es único en su tipo, porque lo que se suele hacer para construir este automóvil es usar la carcasa de una peta o similares y adecuarlo al modelo.”

Lo que el equipo hizo fue diseñar en software la jaula antivuelco y el chasis que comprenden una sola pieza, la totalidad del buggy, “despues diseñamos los tijerales para la suspensión y lo único que compramos es lo que no se puede fabricar en Bolivia que sería el motor, un Toyota Starlet de cuatro cilindradas, los amortiguadores y los rodamientos para las ruedas. Los circuitos y el resto lo hicimos nosotros”, destaca Herbas.

El grupo enfatiza sobre el empirismo, aspecto que creen fue crucial para concluir el proyecto. “Es importante aprender y estudiar a fondo sobre algo, queremos inculcar ese espíritu de aprender las cosas por uno mismo, la información está ahí”, apunta uno de los aspirantes a ingeniero electromecánico.

Según los estudiantes, el vehículo tiene un valor actual de aproximadamente 6.000 dólares, casi dos veces menos el precio que ofrece una marca reconocida.

Entre exámenes, clases y el buggy

El proceso de construcción y armado demoró más de cinco años debido a que paralelo a las reuniones para dedicarse de lleno al buggy, los cinco estudiantes continuaban sus estudios en la universidad y en algunos casos trabajo u otras responsabilidades.

“El proceso se demoró mucho, primero porque cada vez nos dábamos cuenta de que debíamos aprender muchas más cosas y segundo, cada quien tenía sus responsabilidades universitarias, fue muy difícil”, comentaron los miembros del equipo.

En algunos casos, algunos de los miembros realizaban sus actividades académicas durante el día y por la noche se dedicaban al buggy.

Finalmente, los cinco miembros del grupo coinciden en que el proyecto de construir este vehículo reafirmó su compromiso como futuros profesionales y fortaleció su amistad.

“Hacer el buggy fue algo nuevo y difícil, desde cortar los tubos, soldarlos, reparar errores, posicionar el motor, ensamblar cada pieza. Nos hizo ver cómo ingeniarnos para cada problema, nos preparó para las dificultades en la carrera, nos hizo aprender a ser más curiosos, y ver siempre de diferentes puntos de vista cada cosa”, coincidieron los miembros del equipo.