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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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El mal de "cuatro letras" que desafía la vida de niños de la calle en Bolivia

El mal de "cuatro letras" que desafía la vida de niños de la calle en Bolivia

El sida se ha convertido en el último tiempo en uno de los principales temores y adversidades de los niños que viven en las calles de Bolivia, lo que se suma a un conjunto de riesgos cotidianos como el hambre y la violencia sexual, además del consumo de drogas y alcohol.


En los barrios bajos del país se habla de la "enfermedad de las cuatro letras" para referirse indistintamente al virus que causa el síndrome de inmunodeficiencia o a la enfermedad del sida en su periodo más avanzado, dijo a Efe Elizabeth Solíz de la Fundación Munasim Kullakita.


Esta fundación ayuda a estos menores en El Alto, la segunda ciudad más poblada de Bolivia con cerca de un millón de habitantes.


La pérdida de peso, caída de cabello y las erupciones en la piel son signos que alertan sobre el mal cuando el virus ha llegado a una etapa avanzada, después de haberse mantenido imperceptible, y que hace más difícil la subsistencia de alguien que vive en las calles.


Hablar de la "enfermedad de cuatro letras" es un tabú en la calle, algo de lo que se habla con quien se sabe también tiene el mal o de mucha confianza que no hará un juicio despectivo, aseguró Solíz.


Sin embargo, lo más difícil que debe afrontar un niño o adolescente de la calle es tomar la decisión de someterse a una prueba rápida para detectar el virus y luego asumir una decisión sobre su futuro en el caso de que haya dado positivo al test.


"Por iniciativa personal, es muy difícil que ellos puedan asistir a un centro de salud especializado" para hacerse la prueba del VIH, aseguró a Efe el presidente de la Red Departamental de La Paz de Niños y Adolescentes en situación de calle, Pablo Romero.


Si sucede es porque alguien ha intercedido, por lo general voluntarios o personal de entidades dedicadas a trabajar con niños y adolescentes en situación de riesgo, afirmó.


La vida en las calles puede comenzar a los 12 o 13 años y generalmente los que toman esa decisión son menores que han sufrido algún tipo de violencia en sus hogares y que creyeron que fuera de sus casas tendrán una mejor vida.


En la calle las alternativas son pocas y para frenar el hambre muchos tienen que drogarse oliendo pegamento.


Para conseguir dinero las mujeres deben prostituirse en alojamientos de mala muerte, mientras que los varones están obligados a robar, lustrar calzados o limpiar vidrios.


Solíz, que lleva casi una década trabajando con menores de la calle, relató que varones y mujeres menores tienen "propensión" a contraer el VIH con un riesgo más alto cuando se está en la calle.


Para las mujeres un "riesgo fatal" es "hacer pieza" o acostarse con desconocidos, que a veces les ofrecen más dinero a cambio de tener sexo sin protección, como le sucedió hace algunos años a una adolescente que contrajo el VIH y que murió.


El abuso sexual y el riesgo de la transmisión del virus también es frecuente entre varones cuando, por "mostrar poder", alguno de los que lleva más tiempo en la calle viola a uno más joven que recién entra a ese mundo, a cambio de darle protección, narró Solíz.


Cuando un menor de la calle se entera que es portador del VIH se dan dos actitudes.

La primera de plena conciencia de su realidad, que le abre a la posibilidad de "continuar un tratamiento", y la segunda de los que "no entienden" la gravedad y llegan a pensar que van a estar bien, según mencionaron ambos entrevistados.


En Bolivia, el tratamiento contra el VIH es gratuito y lo proporcionan varios centros de salud públicos, pero sin embargo, pese a que "no hay una exigencia económica", todo depende de la "voluntad de la persona", reconoció Romero.


La voluntad es determinante para que alguien que ha estado en la calle puede cambiar de vida y seguir un tratamiento que le dé nuevas expectativas, aunque no son los casos mayoritarios.


Hace poco se han dado algunas estadísticas no oficiales sobre la cantidad de menores de la calle portadores del VIH, pero varias de las instituciones que trabajan en ese ámbito consideran de que esas cifras deben estar en reserva a fin de que no se estigmatice a estas personas.


En Bolivia existen alrededor de 25.149 afectados que viven con VIH, de los que 4.208 han llegado a desarrollar el sida, según datos del Ministerio de Salud al primer trimestre de 2019 que proporcionó a Efe.