Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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LA CAÍDA DEL GUERRILLERO EN BOLIVIA INICIÓ LA CUENTA REGRESIVA EN LA CONSTRUCCIÓN DEL MITO QUE SE DESATÓ CON SU MUERTE. LA DESCRIPCIÓN TESTIMONIAL DE SU CAPTURA Y SU FIN RECOGE JOSÉ NOGALES EN “EL CHE UN REBELDE CON CAUSA”

El fin del Che y el inicio del mito

El fin del Che y el inicio del mito



El captítulo final de la vida de Ernesto Guevara ha sido por muchos años una gran incógnita cubierta por intereses de todo tipo. Relacionados con la forma en que se quiso hacer ver su captura y su muerte, que tuvo varias versiones desde las fuentes oficiales. Relacionados con los intereses de la CIA, los de las potencias en plena guerra fría. Y de cuantos trataron de explicar o justificar su ejecución, tras su gesta en Bolivia. E incluso sobre la relación del Che con Cuba y Fidel Castro. Su ruptura con el Partido Comunista Boliviano y la influencia de ese hecho en su desenlace fatal.

Por último, con el nacimiento del mito, con la desaparición de sus restos y la influencia actual del ícono trasformado en sinónimo de rebeldía, de juventud que cuestiona y que sueña. Con la construcción del ícono más reconocible del mundo moderno.

El periodista José Nogales Nogales recoge detalles con un contraste de fuentes, testimonios que arman ese rompecabezas con grandes precisiones en su libro “El Che un rebelde con causa”, editado en 2010 por la editorial Kipus, que a continuación reflejamos en algunos párrafos de su capítluo “La trampa del Yuro”, que relata el principio del fin de la guerrilla:

(...) La descarga de proyectiles del fusil automático impactó en la pantorrilla derecha del Che, diez centímetros arriba del tobillo, perforó la bota que llevaba puesta y un tercero, malogró su carabina M-2, a la altura de la recámara, obligándolo a retroceder al interior de la quebrada, mientras su grupo se dispersaba.

(...) En ese instante crucial, determinante para la existencia de la guerrilla, 16 sobrevivientes enfrentaban a un centenar de rangers.

Un grupo de soldados que no participaba directamente de la balacera en el Yuro, porque custodiaba un mortero, vio en una de las lomas, a sólo algunos metros, a un guerrillero que tenía el fusil en bandolera y cargaba, casi arrastraba, a otro de los suyos, herido en la pierna, que caminaba muy dificilmente. El esfuerzo de Willy (Simón Cuba, de quien el Che creía que fugaría en la primera oportunidad) estaba por culminar. Le faltaba ascender no más de 50 metros cuando fue intimado a rendirse por el cabo Balboa acompañado de los soldados Encinas y Choque. No tuvo tiempo de tomar su rifle, porque ya estaba encañonado por los tres. Ante un intento de maltrato a su jefe, Willy a gritos les dijo con firmeza: “Carajo, éste es el comandante Guevara y lo van a respetar".

La valentía y respeto por su jefe, sorprendió a los soldados y hasta se ha referido después que Balboa dijo: “tome usted asiento, señor”. Al sobreponerse de la actitud inesperada del rebelde, procedieron a despojarlos de sus armas, el fusil de Willy y el M-2 averiado del Che, su pistola y una daga Solinger.

El hecho fue comunicado al capitán Gary Prado, quien elogió después la valentía y coraje de Huanca y sus hombres, señalando que capturaron a dos guerrilleros.

Se trasladó con prontitud hasta el sitio referido, acompañado de su estafeta, donde tuvo el encuentro con el principal de la guerrilla:

“El primero era, sin lugar a dudas, extranjero, tenía una mirada impresionante, unos ojos claros, una melena casi pelirroja y barba bastante crecida. Llevaba una boina con emblema del CITE, uniforme de soldado, completamente sucio, una chamarra azul con capucha y el pecho, casi desnudo, pues la blusa no tenía botones. Sostenía en su mano derecha una carabina. El otro era bajo, moreno, de larga melena y una pequeña perilla de barba”(...)

- ¿Quién es usted?, pregunté al más alto, pese a que tenía casi el convencimiento de su identidad.

- “Soy el Che Guevara”, me respondió en voz baja.

Aparenté, dijo Prado, no darle importancia y me dirigí al otro.

- Y usted?

- Soy Willy, repuso.

Luego de saber que es boliviano y que su nombre verdadero es Simeón Cuba, el capitán Prado relató que se aproximó al Che para observarlo con mayor atención y detalle. Vio que tenía las protuberancias en la frente. Cuando le pidió que le mostrara la mano izquierda, pudo ver la cicatriz en el dorso (...)

- Me destrozaron el arma, dijo de pronto Guevara. “Pude ver, entonces, que su carabina tenía el cañón perforado por un impacto”.

- ¿Cuándo fue eso?- pregunté.

- Aquí abajo, cuando su ametralladora comenzó a disparar. Además, estoy herido. Supongo que no me irán a matar ahora. Valgo más para ustedes vivo que muerto. Nosotros siempre hemos curado a los prisioneros heridos.

- Ya lo vamos a curar, ¿dónde está su herida?- pregunté. Me mostró su pierna derecha, subiendo el pantalón. En la pantorrilla tenía una entrada de proyectil, sin salida. Sangraba muy poco y no parecía tocarle el hueso (...)