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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Gallardo vs Barros Schelotto, la batalla de dos hombres distintos

La rivalidad entre los técnicos viene desde la etapa de jugadores. Sin embargo, esto es otra cosa. El Muñeco va por su segunda copa continental. El Guille quiere la primera como DT y la séptima de Boca.
Gallardo vs Barros Schelotto, la batalla de dos hombres distintos


Distintos, siempre distintos. Desde el estilo hasta sus brillos. Marcelo Gallardo es el “hombre insignia” que se cuelgan los hinchas de River en el pecho. Guillermo Barros Schelotto es el eterno ídolo goleador que los xeneizes aún recuerdan. Quiere su primer título copero como DT. Habiendo dejado atrás su incursión (llena de glorias) como “socio” de Martín Palermo en el ataque, el mellizo va por la conquista que lo consolide como referente del grupo en el banco.

Porque si los 22 jugadores que entrarán a la cancha del Monumental (16:00, hora boliviana) para intentar “comerse” a los del elenco rival son aquellos que concretarán el juego, los estrategas son los autores intelectuales de los planteos.

Es por ello que disputarán una lucha especial.

El Guille, de 45 años, quiere su primera Copa Libertadores de América como técnico. Dejar su impronta como entrenador es lo que le falta a Barros Schelotto, que no le debe nada a Boca como jugador: consiguió cuatro trofeos continentales (2000, 2001, 2003 y 2007) en la era de Carlos Bianchi y Ángel Russo.

Su calidad como artillero embelesó a los fanáticos del azul y oro.

Pero esto es otra cosa. El presente dice que Guillermo busca “convencer” del todo a su afición. Las derrotas en los “mano a mano” que sufrió ante su archirrival, Gallardo, hacen que el mellizo persiga el objetivo de romper la racha.

Y claro. Al frente se encuentra el hombre de Merlo. Su etapa como jugador no fue tan despampanante. Le tocó compartir espacio con grandes de la talla de Ariel el Burrito Ortega y Enzo el Príncipe Francescoli. Apenas tenía 20 años. Fue en 1996 cuando el Muñeco saboreó la victoria continental, la única que levantó como futbolista.

Su consagración se dio dos décadas después. Volvió a River en junio de 2014, pero con otra tarea: tomar las riendas del plantel desde la visión estratégica. Llegó al club tras el campeonato de Primera División de la temporada 2011-12 que conquistó con Nacional de Uruguay.

En cuatro años como comandante del Millonario, los pergaminos fueron cayendo.

Lo comparan con Napoleón. Conquistó la Copa Libertadores 2015, la Copa Sudamericana 2014, dos Recopa Sudamericana, dos Copa Argentina y una Supercopa Argentina, entre otros laureles.

“Somos un equipo que puede ganar de visitante. Que la gente crea porque, la verdad, tiene con qué creer”, decía Marcelo el 24 de octubre, tras la derrota que sufría el conjunto ante el Gremio brasileño, por la ida de las semifinales, nada más ni nada menos que en el Monumental.

Su equipo revirtó su suerte, impuso su fútbol en la casa del plantel de Porto Alegre y se convirtió en el primer finalista de la contienda.

Un día después conoció a su siguiente adversario en la final. Boca eliminaba al Palmeiras, con contundencia, y se quedaba con el segundo boleto.

Así se instaló en el partido definitivo, aunque, claro, con matices que no le permitieron ubicarse en el banco.

Pero la cosecha no fue obra de la fortuna. Cuando Marcelo tomó el mando lo hizo implementando una revolución completa al interior del establecimiento: los cambios fueron desde la inclusión de una experta en neurociencia llamada Sandra Rossi, que se sumó en 2014 con el Muñe, hasta trabajar en la convicción de sus discípulos.

Lo dijo el propio Francescoli, quien se tomó unos minutos para definirlo, desde su perspectiva, en una entrevista con el diario La Nación.

“Es un entrenador de fútbol, pero, sobre todo, un líder con el que se puede hablar. El liderazgo no lo maneja con gritos ni con amiguismos. Es su modo de conducir, de trabajar, de convencer desde la idea. Es muy sencillo. Tiene un mensaje muy claro. Es un técnico que se preocupa por el jugador. Siempre trata de averiguar lo que le pasa. Posee sentido común y es perspicaz en la toma de decisiones”.

La lucha es de dos: Marcelo vs Guillermo, Guillermos vs Marcelo.

Los laureles del boquense en su etapa como crack de la pelota son mayores a los del millonario en la misma faceta. En otra tarea, en la actual, ambos sortean un desafío muy grande, probablemente, el de mayor tamaño.

La diferencia es que el Muñeco no podrá estar en el banco porque debe cumplir una sanción impuesta por la Conmebol. El Guille sí se ubicará al costado de la cancha.