El impacto de la Guerra del Chaco en la música boliviana



La música criollo-mestiza de Bolivia alcanza su mayor presencia y desarrollo durante la Guerra del Chaco y los años que siguieron hasta la Revolución de Abril de 1952. Como expresión articulada a los hechos históricos, la música es un fenómeno que, con variantes altas y bajas en su transcurrir, ha sido siempre un factor correlativo a la dinámica sociohistórica de Bolivia. Nos animamos a decir, sin embargo, que su papel como parte de la superestructura de la sociedad boliviana fue más relevante en la primera mitad del siglo XX.

Es evidente que, al paso de los años, se reformulan y cambian las expresiones superestructurales de la sociedad y se articulan otras que dan base a nuevas "identidades". Como hecho contemporáneo, la Guerra del Chaco (1932-1935) fue el catalizador que permitió que afloren y se desarrollen síntomas de un cambio y emergencia de una identidad cultural de interpelación que de manera sustancial y particular alcanzaría su apogeo alrededor de los años cincuenta.

La música criollo-mestiza tiene efectivamente una correlación con los sucesos históricos, sobre todo durante los primeros 50 años del presente siglo. En este sentido, la Guerra del Chaco, por la trascendencia de las piezas musicales -tanto en lo que refiere a su significación subjetiva y simbólica, así como por sus aspectos formales y estructurales, musicalmente hablando- que han llegado hasta nosotros, es uno de esos capítulos de la historia que denotan fuertemente esa correlación entre arte y sociedad.

La guerra entre Bolivia y Paraguay tuvo la particularidad -como ningún otro suceso en la historia contemporánea de Bolivia- de ser fuente de una nueva producción y resurgimiento de la música criollo-mestiza. Esta Guerra, profundamente dramática por los contornos de horror que la caracterizaron, constituye para los bolivianos un momento único y fundamental: es el lugar al que se hace referencia a la hora de buscar explicaciones de la dinámica sociopolítica del país, inclusive hasta la del presente. Esta guerra, una de las más largas que peleó Bolivia, tuvo un impacto determinante en la sociedad, definiendo aspectos fundamentales de su historia social, ideológica, política y cultural.

Ha sido trascendental y apremiante para investigar el tema de la música durante la guerra, buscar las fuentes vivas y directas: los propios excombatientes; los soldados de esa guerra, a quienes rendimos con este trabajo nuestro profundo reconocimiento a su abnegado sacrificio y valor. Ellos, con su conversación, nos han llevado a través de la magia de sus evocaciones hasta la guerra misma; nos han mostrado cómo se tocaba y cantaba en la contienda, qué se decía en las letras y cómo vivieron sus hazañas y sufrimientos. Desde el inicio mismo de la guerra, la música fue un elemento determinante, presente en todo su desarrollo.

En un comienzo, fueron las bandas del ejército principalmente las que determinaron esa presencia. Las bandas fueron el eje fundamental para mantener la moral en alto de los combatientes. Desde la misma partida hacia el frente de batalla y el enrolamiento de los jóvenes combatientes -que en muchos casos no contaban con la edad requerida-, las bandas de música apelaban a la emotividad y despertaban el fervor patriótico. El ambiente de abierto apoyo a la guerra y orgullo militar, generado en gran parte por efecto de las bandas, animaba sin mayores reflexiones a un enrolamiento masivo, sobre todo durante el primer año de guerra.

Existían bandas en casi todos los puestos de "etapas" (lugares de descanso y alistamiento a lo largo del trayecto que conducía a la guerra). Si consideramos que mediaban alrededor de 2 mil kilómetros de distancia entre la partida y la línea de fuego (los paraguayos, en cambio, tenían a su capital, Asunción, a sólo 300 kilómetros de distancia, siendo además el clima y el bosque su hábitat natural), y que los caminos y medios de transporte para las tropas eran sumamente precarios, es fácil suponer que el papel de las bandas fue de vital importancia.

El reforzamiento moral que ejercían en los soldados cuando llegaban y cuando partían, así como la distracción y distensión que significaba escuchar música, hacía de las bandas parte sustancial de la "logística" militar de la guerra. Las marchas y los boleros de caballería que las bandas tocaron han quedado como símbolo y testimonio. Junto con estas particulares formas de música militar, también comenzó a tocarse un repertorio más amplio y nuevo de música criollo-mestiza boliviana.

Difusión el papel de la radio en la contienda 



El 15 de julio de 1933, en La Paz, se inauguró Radio Illimani, a fin de mantener informada a la población sobre los acontecimientos de la guerra y contrarrestar la propaganda enemiga. Las emisiones de música eran eminentemente de actuaciones en vivo.

Los artistas de ese momento eran, entre otros, el trío Lavandez-Solares-Zárate, Julio Rendón, dúo Las Kantutas, Felipe Rivera y su conjunto boliviano. Años más tarde, las actuaciones de don Simeón Roncal, el trío Re-Fa-Si, Alberto Lora y su conjunto, etc. fueron frecuentes y acostumbradas (El Diario 1934, información oral y la Semana Gráfica, 1933). La radio, por otra parte, tenía una orquesta de planta: la Orquesta Clásica Illimani, dirigida por Manuel Sagárnaga.

Un acontecimiento memorable sucedió en septiembre del año 1933, cuando se transmitió a nivel internacional la obra de José Salmón Ballivián, "Suite Aymara", de corte erudito y de "tendencia indigenista" (Quintana 1986, la Semana Gráfica).

Dicen las personas que hemos entrevistado y que vivieron en esa época que la música "boliviana" les daba vergüenza; el boliviano mismo tenía cierta vergüenza de ser boliviano, en consecuencia tenía vergüenza de esta música. Aunque parezca una afirmación arbitraria, porque no se puede generalizar a "el boliviano" o "los bolivianos", es cierto que la clase media y la clase media popular, aún de las provincias, tenían este prejuicio: entre los sectores sociales medios de los centros mineros "se consideraba la música boliviana como ´música de cholos´. Había un sentimiento de vergüenza por ser de un país tan pobre, tan atrasado en comparación con los demás países de Sudamérica" (textual de entrevista).

La música criollo-mestiza fue una expresión funcional a la existencialidad misma de un sector social y en torno a un periodo histórico definido. Interpretaba la parte estructural de las costumbres de ese criollaje que encontraba en hacer música una oportunidad de expresarse íntimamente. La música criollo-mestiza era resultado y necesidad expresiva de los desgarramientos y contradicciones de un amplio sector de la sociedad. Desde sus primeros atisbos deambuló entre los salones de la aristocracia y las chicherías que esa misma aristocracia execraba.

Que la música criollo-mestiza fue utilizada para exacerbar los chauvinismos nacionales es evidente. Eso, nos parece, hace parte de la complejidad paradojal del hecho musical en la Guerra del Chaco y a lo largo de toda nuestra historia.

*Los textos de esta página son fragmentos del estudio publicado por la cantautora y socióloga junto al disco de música “Homenaje a una generación histórica”.