Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
  • Actualizado 00:00

FEBRERO TRÁGICO EN ORURO

Dos explosiones en Carnaval dejan 12 muertos y ningún autor

A más de 10 meses de los hechos, ni Policía ni el Ministerio Público lograron dar con los responsables del terror vivido en la ciudad altiplánica.
Dos explosiones en Carnaval dejan 12 muertos y ningún autor

Demetrio Huacaña Massi, su esposa e hijo son pruebas vivientes del horror que Oruro vivió en dos fechas de Carnaval: el 10 y 13 de febrero.

Él camina con un ojo cubierto con un parche. Su visión fue afectada por el estallido de tres kilos de dinamita en la calle Caro y Bakovic, la noche del 13 a las 18:30. El detonante explotó prácticamente debajo del auto que conducía junto a su esposa y dos de sus tres hijos: Alex, de tres años, murió instantáneamente; en tanto que Ariel, de 9, sobrevivió y hoy le marcan los queloides (crecimiento de las cicatrices) en el lado derecho de su rostro. A Demetria, la esposa, le quedó heridas en su cara. Los tres recibieron injertos para reconstruir su piel.

La familia Huacaña Massi vive en la zona norte de Oruro y fue víctima de la segunda explosión de Carnaval. Nadie sabe, menos la Policía, quién activó un potente explosivo esa noche causando la muerte no solo del hijo menor de los Huacaña, sino de los esposos Leandro García Gregorio, de 40 años, Sayde Feliza Arias Choque, de 39, y del hijo de ambos, Jheysson Josué García Arias de año y medio que transitaban por la calle. Una decena de personas fueron heridas.

El auto de los Huacaña quedó reducido a nada. La familia se dedicaba al comercio de plásticos, pero ahora él es chofer, ella ama de casa y Ariel, colegial.

Primera explosión 

Tres días antes, el 10 de febrero, sucedió otra tragedia a una cuadra del lugar donde estalló el explosivo que mató a Alex Huacaña y a la familia García Arias.

Era día de fiesta en Oruro, ciudad del Carnaval más famoso del país. Las bandas y fraternidades folclóricas recorrían las calles bailando en honor a la Virgen del Socavón, patrona de la región. A una cuadra de la Entrada, en la calle Rajka Bakovic y avenida del Ejército, se instalaron vendedores de productos propios de la fecha. Hasta allí llegó Ana Fernández Aguilar de Gutiérrez, una vendedora de 71 años. A las 18:45 un artefacto explotó en el carrito de comidas de Ana y acabó con ella, con sus hijos Herbert (38) y Jeanette Vicenta Gutiérrez Fernández (47); a sus nietos Guiselle Katerine Balderrama Gutiérrez (24), Gabriel Andrehy Fernández Gutiérrez (7), Emily Fernández Gutiérrez y Nicole Gutiérrez Guarachi (4); y a su bisnieta Ariana Fátima Herrera Balderrama de 16 meses. Las circunstancias de los hechos son muy confusas igual que las investigaciones policiales.

Tras 10 meses

Han transcurrido más de 10 meses. Demetrio, Demetria y Ariel Huacaña necesitan ayuda. Fueron atendidos en hospitales de Oruro y La Paz, al igual que algo más de 55 heridos. Los ojos del padre, las cicatrices de la madre y el hijo necesitan aún tratamiento médico. Cuando van a los hospitales sienten que el personal se cansó de ellos porque piden atención y les responden: “ya hemos hecho bastante por ustedes y nadie tiene culpa de lo que les ha pasado”.

Y es que hasta ahora nadie fue identificado como responsable de los atentados. El Ministerio Público y la Policía no llegan hasta el autor o autores, desconocen las causas de estos hechos y el tipo de explosivos utilizados.

El único detenido sospechoso, C.H. -esposo de Caterine y padre de Ariana que murieron en la explosión del 10 de febrero- salió en libertad con medidas sustitutivas. El Ministerio Público lo envió a prisión porque informó que encontró “muchas llamadas telefónicas con la cuñada”. Sugirieron un triángulo amoroso. Hasta octubre, el fiscal departamental Mario Rocha dirigió la investigación. Sobre el detenido C.H. dijo que el Instituto de Investigaciones Forenses (IDIF) lo sometió a una pericia psicológica para analizar si tenía una actitud violenta. “Hasta que salí del cargo ese examen del IDIF no llegaba”.

Consultado sobre las pruebas que pesaban sobre él, dijo: “De acuerdo a informes de investigadores había un excesivo flujo de llamadas desde su celular a la cuñada”. Descartó que se hayan encontrado mensajes comprometedores. “Solo cantidad de llamadas”. Aseguró que atrajo su atención una grabación el día de la explosión. “C.H. dijo inicialmente que la Policía no lo dejó ingresar al área donde sucedieron los hechos, pero en la reconstruccón entró en contradicciones y en las grabaciones se lo ve en el sitio de la explosión con las manos en el bolsillo, en una actitud muy fría”.

Sobre la segunda explosión, reveló que la investigación está prácticamente en cero. “No hay nada. Los centros comerciales de la zona entregaron grabaciones de sus cámaras de seguridad, pero las imágenes no revelaron nada. Buscamos si alguien había dejado alguna bolsa sospechosa, vimos actitudes, rostros, pero no resultados”.

Muestras de ambas explosiones fueron enviadas a laboratorio. Se ordenó hacer pericias en balística, química e ingeniería forense, además de planimetría.

En noviembre, reemplazó a Rocha el fiscal Orlando Zapata, quien señaló que el IDIF ya les envió los resultados periciales, pero están en etapa de valoración.

Especificó que el Ministerio Público, la comisión policial y de fiscales que investigan aprovechan estos días para dedicarse al tema. “Los primeros días de enero de 2019 emitirán un criterio común”.

Se pronunciarán sobre el único sospechoso de ser autor de la explosión. “Daremos una resolución ya sea acusatoria o de sobreseimiento de C.H. Pero el caso no se cierra, se sigue investigando porque es complejo”.

Zapata aún desconoce si ambas explosiones tiene conexión. “En un principio de la investigación se había tratado de unir los dos hechos, pero está todavía en análisis. Vemos los casos como Explosión I (del sábado 10 de febrero) y Explosión II (del 13).

LAS VÍCTIMAS

Pese a que en ambos atentados murieron 12 personas, miembros de tres familias, y más de 60 quedaron heridas y tienen secuelas, ninguna de las víctimas se ha apersonado ante la Policía ni ante la Fiscalía para convertirse en parte querellante. “Por lo menos no conozco denuncias”, dijo Zapata.

OTRO CASO: LUTO EN HUANUNI

Oruro es de población minera y el 11 de abril, Rubén Martínez, quien manejó una bolsa con material explosivo (masa de dinamita, fulminantes, anfo y guías) en una volqueta que ingresó por el puesto del control Patiño hasta llegar al nivel 240 de la mina, ocasionó la explosión accidentalmente y ocasionó su muerte y la de nueve de sus compañeros. Hubo 15 heridos. Los mineros murieron cercenados “a todos la Coorporación Minera de Bolivia les indeminizó”, dijo a OPINIÓN uno de los investigadores.

Se concluyó que la explosión fue consecuencia de un accidente y no de un atentado.

12 Personas muertas

En la explosión del sábado 10 de febrero murieron: Ana Fernández Aguilar (71 años); sus hijos Herbert (38) y Jeanette Vicenta Gutiérrez Fernández (47); sus nietos Guiselle Katerine Balderrama Gutiérrez (24), Gabriel Andrehy Fernández Gutiérrez (7), Emily Fernández Gutiérrez y Nicole Gutiérrez Guarachi (4); además de la bisnieta Ariana Fátima Herrera Balderrama de 16 meses.

Segunda explosión

La explosión del Martes de Ch’alla, 13 de febrero, mató a Leandro García, su esposa Sayde Feliza y su hijo Josep García. También a Alex Huacaña Massi, de 3 años.

El Ministerio Público dijo que ya cuenta con informes periciales elaborados por el Instituto de Investigaciones Forenses, IDIF, y que durante las vacaciones judiciales los está analizando y valorando para que los primeros días de enero de 2019 haga conocer un dictamen final sobre el responsable o responsables de los hechos, el tipo de explosivos utilizado, motivos y más.

ERRORES

Tras la primera explosión del carrito de comida de Ana Fernández, la Policía y el Ministerio Público se apresuraron en afirmar que había estallado la garrafa, sin embargo esa hipótesis se desestimó casi de inmediato.

Tampoco se conoce si ambos hechos tienen relación.