Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 14:50

BOLIVIA SE QUEDÓ CON EL CARIÑO DEL PAPA, EXPRESADO EN SUS MENSAJES Y ESFUERZO POR ESTAR CON VARIOS SECTORES DE LA POBLACIÓN Y SU APOYO A LA DEMANDA MARÍTIMA.

Francisco, en una visita más que solo pastoral

Francisco, en una visita más que solo pastoral



El papa Francisco llegó a Bolivia precedido de un particular clima político, internacional e interno.

Por un lado, su visita –entre el 8 y 10 de julio- se produjo durante un periodo de expectativa por la decisión de la Corte Internacional de Justicia de La Haya en torno a su jurisdicción sobre la demanda boliviana a Chile.

En el frente interno, tanto el oficialismo como la oposición esperaban sacar réditos políticos de la llegada de Francisco.

En Chile y en la oposición de Bolivia había una especie de campaña para que esta importante visita se limite al ámbito pastoral, es decir, que el Papa no mencione el diferendo marítimo ni exprese apoyo político al gobierno de Evo Morales.

Evidentemente no fue una visita exclusivamente pastoral. Al pisar suelo boliviano Francisco dijo “Estoy pensando acá, en el mar, el diálogo es indispensable" y en su viaje de retorno lo dejó más claro aún: “siempre hay una base de justicia cuando hay cambio de límites territoriales y, sobre todo, después de una guerra. Entonces hay una revisión continua, una revisión de eso. Yo diría que no es injusto plantearse una cosa de ese tipo, ese anhelo" marítimo.

El Papa permaneció en Bolivia tres días y dos noches, visitó occidente y oriente, pese a su delicada salud y edad, subió a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, de El Alto, para bajar el mismo día a 500, de Santa Cruz, muestra del mensaje de unidad e integración que trajo. Y, seguramente, informado de que en el pasado próximo Bolivia sufrió un intento de separatismo, cuyos resabios todavía se ventilan en los estrados judiciales.

LUIS ESPINAL Y LA CRUZ La primera oración en Bolivia de Francisco fue por el jesuita, defensor de los pobres y la democracia, asesinado por los esbirros de la dictadura del general Luis García Meza: "Que el Señor tenga en su gloria al padre Luis Espinal que predicó al evangelio que nos trae la libertad, que nos hace libres como todo hijo de Dios", dijo en una corta parada en la autopista, cerca de donde fue encontrado el cuerpo sin vida del sacerdote jesuita.

Minutos después el Papa llegó al Palacio de Gobierno para saludar al presidente Evo Morales. El Mandatario le entregó varios obsequios, pero el que más destacó fue un Cristo crucificado sobre un martillo y una hoz, que inmediatamente fue calificado por la prensa como el “crucifijo comunista” y generó polémica en el ámbito político y religioso.

El que salió al paso a las conjeturas fue el sacerdote y antropólogo, también jesuita, Xavier Albó, que se declara feliz "heredero" de esa obra de arte. Dijo que la cruz expresa el pensamiento de Espinal que, en ese tiempo, buscaba manifestar "la necesidad de diálogo entre cristianos y marxistas, obreros y campesinos".

Finalmente, según confirmó el Vaticano, Francisco resolvió llevarse la cruz, lo que normalmente no hace con los muchos regalos que recibe en sus viajes, terminando así con todas las especulaciones de la prensa, sobre un posible malestar ante tal regalo.

CULTURA DEL DESCARTE El papa Francisco fue muy elocuente en los actos que protagonizó esos tres días. Tanto en el ámbito estrictamente religioso como en el social, sus conceptos radicales conmovieron a los bolivianos.

En la misa de Santa Cruz se refirió a la inclusión de los ancianos y necesitados como contraparte de la cultura del “descarte” al que los condena el capitalismo:

En un corazón desesperado es muy fácil que gane espacio la lógica que pretende imponerse en el mundo (…) una lógica que busca transformar todo en objeto de cambio, todo en objeto de consumo, todo negociable. Una lógica que pretende dejar espacio a muy pocos, descartando a todos aquellos que no «producen», que no se los considera aptos o dignos porque aparentemente «no nos dan los números». Y Jesús, una vez más, vuelve a hablarnos y nos dice: “No, no, no es necesario excluirlos, no es necesario que se vayan, denles ustedes de comer”. Es una invitación que resuena con fuerza para nosotros hoy: “No es necesario excluir a nadie. No es necesario que nadie se vaya, basta de descartes”(…)

A la mayor penitienciaría de Bolivia, Palmasola, llegó con un mensaje de esperanza y el pedido de “no perder la fe”:

Aquí, en este Centro de Rehabilitación, la convivencia depende en parte de ustedes. El sufrimiento y la privación pueden volver nuestro corazón egoísta y dar lugar a enfrentamientos, pero también tenemos la capacidad de convertirlo en ocasión de auténtica fraternidad. Ayúdense entre ustedes. No tengan miedo a ayudarse entre ustedes. El demonio busca la pelea, busca la rivalidad, la división, los bandos. No le hagan el juego. Luchen por salir adelante unidos.

CONTRA EL CAPITALISMO Donde las palabras del Papa resonaron en el mundo fue en la cumbre de movimientos sociales, especialmente por sus alusiones al orden económico mundial:

(…) Digámoslo sin miedo: queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos… Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana madre tierra, como decía San Francisco.

Estrictamente sobre la política boliviana fue claro en su apoyo, no desprovisto de advertencias y consejos para los gobernantes:

Aquí en Bolivia he escuchado una frase que me gusta mucho: “proceso de cambio”. El cambio concebido no como algo que un día llegará porque se impuso tal o cual opción política o porque se instauró tal o cual estructura social. Dolorosamente sabemos que un cambio de estructuras que no viene acompañado de una sincera conversión de las actitudes y del corazón termina a la larga o a la corta por burocratizarse, corromperse y sucumbir.

Ustedes, y también otros pueblos, resumen este anhelo de una manera simple y bella: “vivir bien”, que no es lo mismo que “pasarla bien”.

Y, finalmente, se estrelló contra la “ambición desenfrenada”.

Se está castigando a la Tierra, a los pueblos y a las personas de un modo casi salvaje. Y detrás de tanto dolor, tanta muerte y destrucción, se huele el tufo de eso que Basilio de Cesarea –uno de los primeros teólogos de la Iglesia– llamaba “el estiércol del diablo”, la ambición desenfrenada de dinero que gobierna. Ese es “el estiércol del diablo”. El servicio para el bien común queda relegado.