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La nueva portada del cementerio - año 1929

La nueva portada del cementerio - año 1929

ANTECEDENTES 

La edificación de la portada del cementerio tiene una relación directa con las intervenciones ejecutadas desde fines del siglo XIX, en el límite que separaba paseo de la Alameda o El Prado y la plaza Colón, cuyo proceso, brevemente expuesto, se inicia el año 1848 con la apertura e inauguración del paseo en cuyo ingreso se ubicó la portada conmemorativa a la Batalla de Ingavi, inspirada en los arcos de triunfo neoclásicos, la misma que con el transcurso del tiempo, pese a estar construida con cal, piedra y ladrillo, a causa de la excesiva humedad propia de esta zona pantanosa conocida como el “Ccochi”, presentaba un notorio deterioro, que según los informes de la época “amenazaba ruina”, situación que motivó una sostenida discusión a favor y en contra de su mantenimiento, que finalmente derivó en la determinación de su demolición adoptada por el H. Concejo en la sesión de 1º de marzo de 1888.

Después de haber sido rápidamente derribada la portada, tuvo que transcurrir varios años, hasta el 22 de febrero de 1894, momento en que el H. Concejo Municipal, por intermedio de su presidente Dr. Juan Crisóstomo Carrillo dispone que en base al proyecto del arquitecto Nicolás Matte y manteniendo la misma ubicación de la portada anterior se edifique un sobre zócalo de piedra con una verja de fierro con la portada de comunicación al centro y dos portadas laterales, de mayor dimensión, para los carruajes. Iniciados los trabajos, un año después en 1895, la obra progresaba con tal lentitud que el municipio justificaba el retardo de la obra por la doble dedicación de los canteros y picapedreros que alternativamente también se ocupaban de sus labores agrícolas, abandonando circunstancialmente el trabajo de la verja. Sin embargo, la portada mantuvo su condición estacionaria por tantos años, que incluso en marzo de 1906, se denunciaba que algunos vecinos procedían al desmantelamiento de algunas piezas de piedra labrada de dicha portada, situación inconclusa que finalmente fue superada con la participación de la Sociedad Patriótica de Señoritas que, asumiendo esta responsabilidad impulsó la obra hasta su terminación en septiembre de 1910, entregada como una de las obras con las que se rememoró el primer centenario del levantamiento patriótico del 14 de septiembre de 1810.

Aproximadamente después de 17 años de haberse concluido esta segunda portada del Prado, los comisionados municipales del ramo, informaban en agosto de 1927, sobre el aspecto desagradable y antiestético que presentaba por su estado de deterioro y el peligro para el tráfico de vehículos, acordándose inicialmente recurrir para su reparación a la gestión del grupo de señoras de la “Sociedad 27 de Mayo” que recientemente había hecho la entrega de la estatua conmemorativa a las Heroínas de la Coronilla, las mismas que respondieron que la entidad de la Sociedad Patriótica de Señoritas, bajo cuya tutela anteriormente fue edificada dicha portada había fenecido y con la que no tenían relación alguna, por lo que se excusaban de asumir responsabilidad alguna sobre este tema.



Con estos antecedentes y la opinión del Comité Pro Embellecimiento de la Avenida Ballivián, creada precisamente en ese mismo año de 1927, se resolvió, pese a las posiciones encontradas, en la sesión ordinaria del H. Concejo del 30 de agosto de 1927, la demolición de la portada a cargo de esta Comisión y el traslado del “material servible” para uso en el Cementerio Público.

Establecido este acuerdo de desmantelamiento y el destino del material para la portada del cementerio, se procedió en la sesión del H. Concejo del 20 de enero de 1928 a la aprobación del plano y el llamamiento a propuestas para su ejecución, habiéndose presentado en el siguiente mes de febrero los constructores Víctor Collao, José Gonzati, León Aguilar, Juan de Dios Hurtado, José B. Aguilar, Primitivo Zurita y Francisco Muñoz G., de los cuales, el Concejo, en fecha 13 de marzo de 1928, aceptó la propuesta bajo la modalidad de la entrega de la obra completa del maestro albañil Francisco Muñoz González, por ser la más barata, con un costo de 4.950 pesos bolivianos, bajo la condición de que en el caso que el Ayuntamiento resolviera no incluir las cuatro estatuas que contemplaba el proyecto, se rebajaría el mismo en Bs 800, que era el precio calculado por las indicadas esculturas.

Previo al inicio de obras, en abril de 1928, hubo la necesidad de arreglar los desperfectos tanto de las piedras talladas del zócalo como la verja de hierro, producidos durante el desate y traslado del material hasta el cementerio.

Culminados los trabajos, se inauguraron simultáneamente la nueva línea del tranvía al cementerio, la Casa de Administración y la nueva portada del Cementerio el día 18 de septiembre de 1929, como parte de la celebración de los festejos de 119 aniversario del levantamiento revolucionario del 14 de septiembre de 1810.

El mérito estético de esta portada se atribuye al arquitecto Nicolás Matte, sustentada en la documentación contenida en las gacetas de 1894, que establecen que durante los años 1894- 1895 se desempeñó como ingeniero municipal, habiendo en este período proyectado numerosas obras municipales como la columna de los héroes para erigirla en la colina de San Sebastián, la fachada del Teatro Achá, y otras de las cuales se conoce que solo la portada nueva del Prado fue edificada, aunque después de muchos años de retraso. Esta obra que fue demolida y trasladada para su instalación en el ingreso del Cementerio Público, fue ejecutada por el entonces director de Obras Públicas de la Municipalidad, el arquitecto José Hoz de Vila, quien parece ser el responsable del plano de adaptación al nuevo requerimiento o cuando menos haber participado en la correcta edificación de la misma en su nueva ubicación.

Sobre el carácter formal de la portada, recurriendo a las numerosas fotografías de la época, se puede observar la clara afiliación neoclásica del conjunto, traducida en el uso ecléctico de arcos de medio punto, frontones partidos, remates semiesféricos y un zócalo de piedra de una altura media, además de un enrejado de sobria composición geométrica, sin duda ejecutada en algún taller de herrería local, según se deduce de la solicitud realizada por el H. Concejo en diciembre de 1895 a la casa comercial Teodoro Burchard y Cª para la provisión de barras de hierro destinadas a la verja.

El aprovechamiento del “material servible” de esta portada en el Cementerio Público, implicaba la adecuación precisa a una nueva condición funcional y dimensional que solicitaba se destaque un solo acceso principal, desechando los otros dos arcos de la Alameda destinados a los carruajes, además de mantener la misma dimensión de los tramos abiertos para permitir la reutilización de los enrejados originales, por lo tanto, para conseguir una eficaz intervención se elaboró un proyecto que tuvo que observar el rescate de la forma y material existente, proponiendo para este efecto el emplazamiento de la línea de la nueva portada, probablemente unos metros por delante de la antigua rasante del muro perimetral de entrada al cementerio, configurando de esa manera un plano frontal escénico de mayor jerarquía y de mejor impacto estético.

Trasladado y convertido en la nueva portada del cementerio, aunque mantiene la estructura general de origen, se observan transformaciones con la pretensión de adecuarla al carácter de recogimiento y sacralidad de un campo santo, tales son las modificaciones en el arco del portal central de ingreso en cuya parte superior se observa añadida la inscripción “Fiat Voluntas Tua”, rematada por una escultura fúnebre compacta, flanqueada por dos estatuas en actitud de congoja espiritual. Similar tratamiento se observa en las columnas intermedias que transforman los frontones partidos en remates macizos con grecas vegetales.

El proyecto de la nueva portada del cementerio, se atribuye al entonces director de Obras Públicas Municipales, señor José Hoz de Vila, a quien ya se le había instruido en septiembre de 1927 levantar un plano para la colocación de una reja en el cementerio el cual es aprobado el 20 de enero de 1928; posteriormente dicho arquitecto presenta el 27 de enero de 1928, para la consideración del H. Concejo el proyecto y las especificaciones técnicas respectivamente, para el llamamiento a propuestas, que previamente debían ser aprobadas por el Concejo antes de emitir la convocatoria pública para la calificación y elección de la empresa ejecutora del proyecto, por lo tanto parece lógico corresponderle dicha autoría, más aún, cuando en esta época el ingeniero municipal conformaba invariablemente parte de la comisión municipal designada como responsable de la obra.

La adaptación del segundo portal del Prado, convertido en la actual portada del Cementerio Público, si bien se inicia con la desaparición de un documento monumental urbano que caracterizaba la categoría estética del pasado neoclásico del Prado o la Alameda, constituye, quizás sin pretenderlo, en una obra singular de intervención municipal de revalorización de la arquitectura republicana de nuestra ciudad, aplicada en un ámbito preciso y adecuado como es el cementerio que por su carácter y naturaleza documental, recupera el pasado y proyecta al futuro sin límite temporal la historia de la ciudad.