El sector gastronómico paraguayo mantiene la esencia de la gastronomía guaraní y de los ingredientes de la tierra al mismo tiempo que comienza a responder a consumidores más curiosos y exigentes que buscan nuevos sabores y que se atreven a probar nuevas recetas.

Así quedó patente en la feria Paladar, una muestra de que la sociedad quiere pasar por la experiencia y celebrar la gastronomía paraguaya, según Esteban Aguirre, uno del os organizadores. En su opinión, el toque que no puede faltar es la hospitalidad de los paraguayos y “volver a la cocina de barrio para conocer a la clientela”, eso aderezado con una ruptura del “koygua” (término guaraní para referirse a la timidez) en la cocina.

Aguirre percibe una evolución del consumidor, pero al mismo tiempo observa que falta desarrollar una educación gastronómica por parte de los cientes y los restaurantes.

El tradicional asado paraguayo, platos vegetarianos, sabores mexicanos, vinos franceses o innovadores helados, están en la amplia carta de la cocina que se llama neoguaraní.

Se puede encontrar postres, con dulces veganos, helados o piruletas de flores y tortas recubiertas de un aparente fondant (recubrimiento para dulce) blanco, con el que se engaña al ojo del comensal, porque su interior contiene verduras. Las “salad cakes” (tortas saladas, en español) son una nueva forma de comer ensalada.

“Es una torta de ensalada, todo salado, también la cobertura, y se utilizan flores, microgreens y champiñones”, describió la comercializadora de brotes de soja de la empresa Moyashi, Mika Nishijima, que apuesta por una form sana y saludable de comer.

El restaurante Kehesto propone una gama de “comida basada en proteína vegetal” que despertó bastante interés.

También están las delicias de otros países que ya establecieron un mestizaje con los alimentos locales.

Musiu, fundado por inmigrantes venezolanos, tiene un “menú tradicional, con un poco de cocina de autor y algunas cosas venezolanas”, dijo Fauzi Antakli, uno de los propietarios.