Benito Muros, presidente de la Fundación Energía e Innovación Sostenible sin Obsolescencia Programada (Feniss), asegura que en la fase del diseño los fabricantes determinan que no puedan ser ampliables a las nuevas tecnologías. “Ponen componentes intradimensionados para que esos aparatos se ralenticen en su funcionamiento o se inutilicen el resto de los componentes eléctricos”, afirma. El experto refiere que “resulta escandaloso en los smartphones, donde es más sencillo actuar sobre el software”. En Francia, la obsolescencia programada está penada y castigada por ley. La Comisión desarrolló una iniciativa legal que obligará a los fabricantes desde el 2020 a informar por cuánto tiempo real fue fabricado un dispositivo y cuál sería su coste de reparación.