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  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
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CINE

Quentin Tarantino: “El cine vive el final de una era”

Entrevista al director de Érase una vez en… Hollywood, filme que se encuentra en la cartelera nacional.
Quentin Tarantino: “El cine vive el final de una era”

Viste raro y habla rápido. Camisa hawaiana (o algo peor) con el rostro estampado de Bruce Lee y un sonoro “Llevo todo el día esperando conocerte, Luis” a modo de saludo. ¿Por qué? “Porque eres el último”. Aquí, una carcajada. Lo dicho, viste rápido y habla raro.
Quentin Tarantino (Knoxville, 1963) nos recibe en Roma en el hotel que corona la célebre y atestada escalinata de la Plaza de España. Lo hace a la vez que mueve los brazos, se sirve agua y pregunta por el pase de la película en Madrid un día antes en la sala Doré. “Me importa lo que diga la crítica, claro, pero lo que justifica todo esto es la expectación que seas capaz de suscitar. Me recuerdo pensando en las películas de mis directores favoritos semanas antes de que se estrenaran y todo mi empeño ahora es causar la misma reacción. Quiero ser deseado”, dice a modo de presentación y nueva carcajada.
Para situarnos, el filme que se encuentra en la cartelera de todo el mundo viene con el rótulo de novena película de Quentin Tarantino. Y eso quiere decir dos cosas: a) que Kill Bill 1 y 2 cuenta como una sola y b) que con la próxima, la décima, se retira (ha dicho por activa y por pasiva que sólo hará 10). “Sí, es así”, añade como único y sucinto comentario. Una carcajada más

Por lo demás, Érase una vez en... Hollywood, además de una maravilla, es, y así se presenta desde el primer plano, como una anomalía en su filmografía. Digamos que nos encontramos ante la más emotiva y, si me dejan, sincera de cuantas películas ha firmado su director. Sin duda, la más extraña e intensa.
Sin miramientos, Tarantino abandona buena parte de las marcas de estilo que han configurado el alcance del adjetivo tarantiniano y que tantos secuaces ha producido. La película discurre en paralelo entre el quehacer errático de un actor (Leonardo DiCaprio como Rick Dalton) fundamentalmente errático, y el delirio de vida de una actriz (Margot Robbie como Sharon Tate) que aspira a simplemente la vida. De por medio, un doble o especialista (Brad Pitt como Clift Booth) a modo de auténtico catalizador de una aventura que habla precisamente de cómo unos cuerpos sustituyen a otros y de cómo unos sueños se dejan arrastrar por sus pesadillas correspondientes. Y en el fondo, el asesinato perpetrado por Charles Manson en agosto de 1969, hace ya 50 años.
¿Por qué ese empeño de revisar el pasado? En los últimos tiempos hemos visto hacerlo a otros dos grandes directores, Cuarón con Roma y Almodóvar con Pasión y gloria. ¿Es coincidencia o hay algo en el ambiente?
Sin duda, hay algo. No podría definirlo, no sé qué es exactamente, pero sí pienso que siempre que hay un movimiento en el cine es porque hay algo en la atmósfera que atrae al artista. Cuando empezó el expresionismo en pintura no fue porque se juntaron unos cuantos y dijeron: “Venga, vamos a empezar a pintar cuadros raros”. Había en el aire el germen de una idea creativa que eclosionó. Con el cine violento independiente de principios de los 90, donde aparecí yo, surgió también Robert Rodríguez con El Mariachi. Fue como un movimiento pero ninguno de nosotros sabía lo que estaban haciendo los demás. Igual Bad Lieutenant, de Abel Ferrara...
Pero tiene que haber una razón...
Habrá más de una. Salen todas a la vez y parece un movimiento, pero en realidad es un momento en el tiempo. Un posible motivo es que hubo una reacción a la represión conservadora del cine de los 80. Simplemente, estábamos hartos.
Y este ataque melancólico global, ¿de dónde viene?
No sé, pero es cierto que existe.
¿Quizá es una reacción a algo que se está perdiendo? Se cierran los cines, las películas las producen las televisiones..

Puede que sí. Tal vez estemos planteándonos cuánto más vamos a durar, cuánto puede durar todo esto y si podremos seguir haciendo las cosas como nos gusta hacerlas. El cine vive el final de una era.
Recuerdo que en Cannes dijo que prefería cualquier época sin teléfonos móviles... Sigue en ésas, ¿es de los que piensa que el cine anterior fue mejor?
(Carcajada) Antes todo el mundo rodaba con celuloide y se construían decorados enteros en vez de un trozo sobre una pantalla en verde. Ahora intentas hacer tú lo mismo y te llaman purista. No, simplemente es así como se deben hacer las cosas, el cine. No sólo es mucho más divertido sino que además hace falta mucho más talento


Le veo realmente apocalíptico...

Las cosas se han deteriorado en poco tiempo. Hace poco vi La isla de las cabezas cortadas, de Renny Harlin. No la había visto. Y la película está bien, pero vista hoy se convierte en fantástica. Es de 1995, no hablo de los años 60. ¡Construyeron todo eso! ¡Rodaron esas escenas de acción que había que rodar de verdad! No había efectos digitales. Tuvo que costar una fortuna. Hoy en día ni siquiera las películas de alto presupuesto tienen tiempo de andarse con esas chorradas. Se ha perdido algo. En digital se pierden todos esos procesos artesanales que requerían las películas para capturar una imagen de una manera hermosa y hacerlo tan bien que, después de pasar por tres procesos de duplicación, al llegar a la pantalla de un cine siguiera siendo espectacular. No hay mucha gente capaz de lograrlo. Eso es un arte y se está perdiendo.
Y luego está la desaparición de las salas...
Sí, en el año 69 las películas se podían ver en sesión doble. Es imposible no sentir que se pierde algo.
Sesiones como en la que se cuela Margot Robbie para verse a sí misma en Érase..

Sí, entra a ver La mansión de los siete placeres, que, precisamente, vi cuando se estrenó. Tendría seis años. Es curioso, recuerdo que conocía a Dean Martin porque era fan de sus películas con Jerry Lewis. Era una de las mayores celebridades del mundo en aquella época. Todo el mundo le conocía. Mis padres me llevaron a ver la película y, sin embargo, recuerdo que la que me entusiasmó fue Sharon Tate (el papel de Margot Robbie). Su interpretación es muy divertida. Es una especie de agente secreto torpe. Tenía un don para la comedia ligera, sus gags físicos eran muy divertidos. Ver a una chica guapa tropezarse, caerse sin perder el aplomo, me entusiasmó. También recuerdo que la sala de cine se caía con el chiste fantástico con que acaba la película. Al salir del cine, como me había gustado tanto, me acerqué al póster a ver quién era la chica. En la película hemos usado las mismas fotos y el mismo póster. No sé, todo eso sólo se puede vivir en un cine


Su película está ambientada en 1969, el año en que pasó todo: el hombre llegó a la Luna, el asesinato de Sharon Tate... Hollywood se formateó y la gente conoció el miedo. “Fue una señal... Eso sí, la mayoría la desoyó. Todos estaban demasiado ocupados filmando, drogándose, follando y gastando dinero”, escribió Peter Biskind a vueltas con el asesinato de Manson...

Sí, la gente dejó de hacer autostop por miedo. Pero lo relevante es lo que pasó a partir de entonces en el cine, en los 70. Durante la Segunda Guerra Mundial, ningún país, excepto Alemania, se preocupaba por hacer películas, como es lógico. Después de la Segunda Guerra Mundial, cuando esos países recuperaron el equilibrio y pudieron volver a hacer cine, el público se había hecho mucho más adulto. Y esas películas reflejaban esa madurez. Pienso, por ejemplo, en Rossellini y Bergman. O en Kurosawa también. Sin embargo, en Estados Unidos seguíamos empeñados en hacer cine juvenil, dedicado al público infantil. Insistíamos en la inmadurez, mientras que el resto del mundo había madurado. Pero los americanos ven esas películas y piensan: “Si me dejaran, podría hacer eso”. Era una situación insostenible y a mediados de los 70 algunas películas empezaron a adentrarse en ese terreno. En 1967 tienes El graduado, Bonnie & Clyde, A sangre fría... También Doce del patíbulo que, a su manera, le busca las cosquillas al sistema.... Es el principio del nuevo Hollywood


Queda claro por qué el año 69. Esta película llega después del caso Weinstein (es la primera de la que no se encarga el productor de Miramax y en su momento Tarantino entonó un mea culpa por no haber reaccionado como debería haberlo hecho) y su cine es mirado ahora con lupa. Recientemente un artículo en The Guardian invitaba a borrar a Tarantino por el trato que reciben las mujeres en su cine. ¿Cómo le afectan estas críticas?

En cuanto al asunto de la violencia contra las mujeres, me parece un debate falso y una tergiversación. La tergiversación me cabrea. Me jode que me metan en el debate de la violencia contra la mujer. Mi obra no juega ningún papel en esa discusión, simplemente me ven como un símbolo. Saben que es un debate falso y les da igual. En cuanto a la cuestión de la violencia, no estoy de acuerdo con ella pero me interesa. Puede gustarte o puede no gustarte. Puede parecerte bien que lo cuente así o puedes pensar que no debería haberlo hecho. Si la gente y los medios quieren hablar de eso, me parece perfecto


Hace 25 años de Pulp fiction e insiste en retirarse a la próxima. ¿Se siente viejo?

Es curioso porque pienso que siempre he hecho más o menos lo mismo. Sobre todo, en los diálogos. Pongo a los personajes a hablar uno con el otro y yo simplemente lo transcribo como si fuera un taquígrafo. Creo, eso sí, que con el tiempo he mejorado, me he sofisticado. Mi método es muy parecido. Puede que antes escribiera más por la noche y ahora lo hago por el día, pero no creo que eso afecte a la creatividad. Lo que sí ha pasado es que, aunque siempre he tenido un ego muy sano, mi trabajo se ha hecho mucho más literario de lo que era en la época de Reservoir Dogs


Desde el título de Érase... a buena parte de sus referencias cinéfilas, todo habla del spaghetti-western...

Me fascina la forma de los italianos de hacer género, ya sea spaghetti o películas bélicas. Los italianos reinventaron el western clásico y nos enseñaron a mirarlo con ojos nuevos. Ésa es la clave: mirar de nuevo. Directores como Leone y Corbucci empezaron como críticos de cine, luego guionistas, luego segundas unidades. Estaban tan enamorados del cine como los directores de la Nouvelle Vague. Me gusta la cualidad operística que le dieron al género. Ese ligero surrealismo. El primer libro que leí sobre spaghetti westerns se titulaba: La ópera de la violencia. Creo que llevo toda mi carrera intentando hacer precisamente eso: la ópera de la violencia.