Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
  • Actualizado 00:37

Donde la vida sucede: una breve aproximación a la escritura de Lara Moreno

La autora española es una de las invitadas a la 24 Feria Internacional del Libro de La Paz.
Donde la vida sucede: una breve aproximación a la escritura de Lara Moreno

La memoria se abre como si se tratara de una casa que ha permanecido abandonada por largo tiempo.  Al entrar en ella, recorremos los espacios poblados de objetos familiares que, al mismo tiempo, nos resultan ajenos. Intentamos descifrar en ellos, en sus formas y colores, en sus pequeñas imperfecciones y su olor a polvo, nuestra propia identidad, porque la memoria contiene las claves del dolor pero también las herramientas para la supervivencia y para el vuelo. Así, la escritura de Lara Moreno (Sevilla, 1978) se abre paso entre los distintos objetos que configuran el mundo sensible y con una mirada que se recrea insistentemente en las cosas interroga los detalles del mundo material, donde la vida, con todo su dolor y su belleza, sucede. 
La obra de Moreno, tanto en poesía como en prosa, se detiene constantemente en descripciones minuciosas que resignifican la trama y que despliegan múltiples posibilidades de lectura y de sentidos. Esta insistencia en los objetos, en el pijama blanco de una hija o en la ropa interior desechable que compra una familia en un día memorable de vacaciones, constituye una política del espacio cotidiano y de los afectos, que demuestra que lo personal es político. En este sentido, su escritura es decididamente feminista, como viene a confirmar su último libro de poesía Tuve una jaula (La Bella Varsovia, 2019), que se cierra con un verso contundente, verdadero canto de supervivencia después del dolor y la caída: “Estoy muy viva”. Antes, su celebrada novela Piel de Lobo (Lumen, 2016) ya había dejado constancia de esta mirada feminista, que conforma una escritura de la resistencia emprendida desde los espacios íntimos de la cotidianidad, una lucha por la vida a pesar de las pérdidas y las violencias.
Así también, Moreno colabora con distintos medios españoles escribiendo artículos sobre temas de actualidad, siempre desde esa mirada que pone en el centro la vida y sus manifestaciones más materiales. Este es el caso, por ejemplo, de un artículo muy comentado y compartido en redes sociales, Yo me iré dócilmente, publicado en el periódico El País, que narra en primera persona el drama del encarecimiento desorbitado del precio de los alquileres en Madrid.  Este texto resuena profundamente con la vida de una gran parte de la población y pone palabras e imágenes a una experiencia compartida. En esto radica la potencia política de los relatos individuales: en aprender a nombrar nuestras experiencias y ponerlas en común para emprender entonces una resistencia colectiva.  Así lo demuestra la escritora, que al describir las calles de su barrio, sus tiendas, sus colegios y sus bares –una vez más, la insistencia en lo concreto– logra hablarnos también de nuestros propios barrios, de nuestra propia desprotección ante la usura inmobiliaria, signo inequívoco de una época de vidas precarias.  Por otro lado, hay que destacar también el papel como editora que desempeñó la escritora en el sello Caballo de Troya, durante el año 2017.  Su selección editorial refleja una importante apuesta por la literatura escrita por mujeres y por las escrituras latinoamericanas, como las de la chilena Constanza Ternicier y la argentina Florencia del Campo. De este modo, su labor editorial ha fortalecido ese diálogo, no siempre tan fluido, entre las escrituras de ambos lados del Atlántico. 
Por todo esto, ahora que Lara Moreno visita La Paz, tenemos una gran oportunidad para adentrarnos en su escritura, que surge de una mirada que se detiene en los afectos y en lo cotidiano, como “una niña asombrada del mundo”, aunque sea para presenciar los restos de un derrumbe. Porque, no hay que olvidarlo, es en la contundencia de lo material donde se alza la supervivencia. Porque incluso en lo roto la vida sigue palpitando, “la víscera latiendo sobre la mesa”. La escritura de Moreno se constituye, entonces, como un lugar de resistencia desde el que abrir la jaula y salir sin miedo a la intemperie, donde la vida, a pesar de todo, sigue sucediendo. 
Escritora