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  • Diario Digital | lunes, 18 de marzo de 2024
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Entrevista inédita a Roberto Guilhon: “Lo mejor del cine boliviano aún está por verse”

La temprana partida del actor y cineasta cochabambino ha dado pie al hallazgo de este diálogo sostenido hace ya diez años, el cual nunca había sido publicado hasta la fecha, habiendo estado su uso reservado para una investigación sobre cine boliviano.
Entrevista inédita a Roberto Guilhon: “Lo mejor del cine boliviano aún está por verse”
La entrevista que se publica en estas páginas fue respondida el 25 de marzo de 2009, hace poco más de diez años. Roberto Guilhon Arze hizo llegar sus respuestas por correo electrónico. El cuestionario de origen le fue enviado tras ser seleccionado, en virtud a un improvisado ejercicio de “muestreo”, para colaborar en el proceso de investigación del libro que meses después se publicaría con el título de El cine de la nación clandestina. Aproximación a la producción cinematográfica de los últimos 25 años (1983-2008), que firmamos los dos autores de esta entrevista. Para entonces, Guilhon solo había protagonizado Lo más bonito y mis mejores años (2006), ópera prima de Martín Boulocq, una cinta que con los años se volvería canónica para la filmografía nacional (es una de las 12 películas fundamentales) y convertiría a Guilhon en una de las caras actorales más visibles, si no la más, de lo que dimos en llamar “cine digital” boliviano.

Esta entrevista no había sido concebida para ser publicada en su totalidad, como lo hacemos ahora, sino que debía ser y fue empleada para alimentar las ideas del libro de marras. Sin embargo, la temprana muerte de Guilhon, que falleció a los 41 años el pasado sábado 20 tras soportar una agresiva enfermedad, nos ha convencido de la necesidad de recuperarla y sacarla a la luz. Amén de disculparnos por el tenor pretencioso y el estilo acartonado de las preguntas, creemos que las respuestas del Ron aportan señas y evidencias para cifrar su vitalidad a prueba de fuego, su inteligencia nada presuntuosa, su sentido del humor tan amable y su respeto tan genuino por el cine y sus hacedores.

Guilhon reflexiona sin estridencias sobre los cambios inducidos en el cine boliviano y mundial por la tecnología digital, se muestra abiertamente optimista ante las facilidades que genera el racambio tecnológico, analiza sin complejos las relaciones entre la producción filmográfica y la historia del país, entrevé las contradicciones del público consumidor del audiovisual nacional, identifica las obras y autores que lo representan en ese momento y, cosa no del todo usual en el medio cultural boliviano, reivindica la contribución de los técnicos y obreros del cine, esos que aparecen en la parte inferior de los carteles de las películas.
No nos queda más que decir, salvo agradecer al Ron por todo el cine que nos regaló. Por Lo más bonito y mis mejores años. Por Guerrilla (Steven Soderbergh, 2008). Por Los viejos (Martín Boulocq, 2011). Por El olor de tu ausencia (2013)… Pero, también, por toda la humanidad que compartió afuera de la pantalla, en la universidad, en los boliches y en las reuniones de amigos donde coincidimos tanta veces y siempre nos saludaba con afecto y nos sacaba más de una sonrisa. Gracias, Ron. El ejemplar del libro que nos ayudaste a escribir y que aún te debemos, te lo vamos a entregar. Es una promesa.
¿Cree que hubo renovación estética, conceptual, temática en el cine boliviano de los últimos años? Si la respuesta es afirmativa, ¿qué es lo que cree que ha cambiado?
El no renovar implica deterioro y eso inevitablemente lleva al cese de funciones. En definitiva, ese no es el caso del cine boliviano. Las historias han evolucionado, presentando de forma ecuánime las porciones de gente que componemos Bolivia. Con esto me refiero a que nuestro cine ya no abarca de forma frontal y única al indigenismo o al mestizaje como tema central.
El desarrollo del departamento de arte en la puesta en escena juega un rol primordial dentro de la estética de una producción. Este departamento es uno de los que más ha evolucionado en nuestro cine, junto a la edición. Ambos son responsables directos de la nueva imagen del cine nacional.
¿Qué papel cree que ha jugado el cine nacional de las últimas tres décadas en la historia del país? ¿Existe una relación entre los hechos históricos y el cine?
Un papel pasivo. No creo que en nuestro país exista una relación directa entre el cine y la historia en Bolivia, fuera del cine de Jorge Sanjinés y, al menos, no desde los tiempos de Luis Espinal. Podemos hablar de retratos temporales, que es lo que es el cine básicamente. Pero un cine que haya influido e inspirado a toda una generación, aún no se ha dado en estas tres últimas décadas. Un fenómeno con esas características aún está siendo gestado. Llevará algunos años más para que podamos ver sus frutos. Pero existe el cine que hace historia. Películas que se marcan como acontecimientos importantes en la historia de un país, que representan a este en un circuito mundial.
¿Cuáles son las películas que considera más representativas del periodo que comprende los años 80, 90 y ‘00?
Mi Socio (Paolo Agazzi), Para recibir el canto de los pájaros (Jorge Sanjinés) y Dependencia Sexual (Rodrigo Bellott).
¿Cómo ha transformado la tecnología digital al cine boliviano?
La tecnología digital ha democratizado el cine a nivel mundial. Bolivia no queda exenta de esta constante. La era digital brinda al cine de autor una herramienta de calidad, con la que se puede enseriar una producción de bajo presupuesto. Con costos que no sobrepasan lo diez mil dólares en la compra de una cámara, un sinnúmero de directores han puesto en marcha un plan para retratar su visión de la realidad alrededor del globo. Sucede de forma similar en el país.
A riesgo de equivocarme, podría decir que un 80 por ciento del nuevo cine nacional es realizado con tecnología digital. La transformación a la era digital en el cine es absoluta a nivel mundial.
¿Cree que el cine boliviano de las últimas tres décadas tiene relación con movimientos cinematográficos internacionales?
Sin duda, cada director ha sido influido de alguna forma por movimientos fílmicos, realizadores o estilos en su realización. Esto se aplica a todos los niveles de producción; cualquier técnica o estilo es normalmente estudiada o emulada. La producción de las últimas tres décadas en el país, de seguro, lleva la carga e influencia del cine mundial.
Fenómenos culturales como la piratería son la llave de la caja de Pandora en países del tercer mundo. Las nuevas generaciones en Bolivia son beneficiadas por el acceso directo e inmediato a una de las mayores bases de datos del mundo: los DVD piratas de La Cancha. Solo nos queda imaginar, la repercusión e influencia que este fenómeno pueda tener en los realizadores bolivianos del futuro.
¿Cómo cree que han evolucionado las condiciones para hacer cine en Bolivia?
La formación de equipo técnico profesional marca la primera pauta de un cambio. Sonido, iluminación, gaffers, arte, producción, producción de campo, todas estas áreas cuentan con personal con estudios y experiencia, lo que deja al mero empirismo de lado. De esta forma, cuando un director y sus respectivos productores deciden llevar a cabo el rodaje, ya se cuenta con un circuito de profesionales

El interés por hacer cine parece haberse triplicado en estos últimos 10 años. Es así que solo este año (2009) se estrenarán en el cine alrededor de nueve producciones con sello boliviano. Todo esto hace pensar que si bien las condiciones no son óptimas, existe una mejora visible en el panorama

Otro aspecto que muestra una evolución es la diversidad de equipos al momento de filmar películas. Antiguamente era 35 mm o nada. Hoy, 35 mm es solo para quien tiene los recursos o para quien desea darse el capricho de sentir el cine como se hacía en los tiempos de oro. Con la nueva tecnología se puede obtener el mismo resultado a menor precio.
¿Cómo cree que el cine se ha relacionado con las otras artes?
El cine y las artes mantienen una relación simbiótica. Este toma una porción de todas las formas artísticas conocidas para su construcción. Se puede decir que el asistir a una película es estar frente a un compendio animado de tendencias de vanguardia en el arte.
La técnica se encuentra inmersa en la edición y los efectos especiales. La dirección corresponde a la visión de la obra, donde existe una persona encargada por la selección y el gusto. La actuación corresponde a la interpretación. En síntesis, el cine es una obra de arte colectiva.
¿Cuáles cree son los canales de distribución y financiamiento más recurridos por los cineastas bolivianos?
Las productoras independientes americanas y europeas, las coproducciones y los fondos de desarrollo de proyectos ofrecidos por los festivales de cine. De forma local, el estreno de una película a nivel nacional, tomando en cuenta que esta puede ser filmada en formato digital, editada en un computador personal, quemada a un DVD y proyectada digitalmente en un cine.
¿Cómo evalúan el recibimiento de sus películas en el país y fuera de él?
Creo que fuera del país el público recibe las películas bolivianas con mayor entusiasmo. Esto se debe a dos motivos claros: el primero, la novedad; el segundo, la curiosidad. Ver cine boliviano es asistir un tipo de entretenimiento completamente diferente. Tanto por el planteamiento de la historia, como por las facciones de los actores. Se refleja en el rostro de los espectadores las preguntas: ¿Cómo es la vida en Bolivia? ¿Cómo luce un boliviano?
Ahora, cuando llega el final de la película cambia toda la ecuación, el público cae en cuenta de que a lo que acaba de asistir en la sala es cine real y palpable, lleno de técnica e innovación en su realización. Fuera de ser novedad, el cine boliviano ofrece una sólida línea argumental y una fuerte muestra de que el gusto por las artes cinematográficas está vivo y en crecimiento.

Ahora dentro Bolivia es otra historia. El público boliviano es uno de los mejores que se puede tener para un cine en crecimiento, es crítico hasta el más mínimo detalle y no se deja engañar por pequeños brillos. Lo extraño es que, a veces, los espectadores parecen verse cautivados por producciones con ausencia absoluta de brillo.
¿Cuáles cree que son los objetivos de los nuevos cineastas? ¿En qué se diferencian de los de los cineastas clásicos?
Formar una industria de cine boliviana, un circuito de proyección autosustentable, que con el tiempo se transforme en un negocio rentable. Por otro lado, contar cada vez con un mayor número de películas para representar al país festivales internacionales.
Los cineastas clásicos cumplieron su parte al darle a Bolivia piezas de cine que se enorgullecen de llamarse bolivianas. Ahora los nuevos cineastas tienen la responsabilidad de actualizar el cine y darle una nueva cara.

La gran diferencia entre el cine de antaño y el nuevo está en la accesibilidad a los medios, frente al reto de hacer cine. Hoy se puede hacer cine de muchas maneras, y con precios razonables, lo demás son excusas.
¿Por qué cree que se debe hacer cine en un país cómo Bolivia?
En Bolivia, como en cualquier país mundo, el oficio de hacer cine es vital para la identidad de un pueblo y es tarea de todos impulsar su ejecución.
¿Qué personas considera que fueron fundamentales para la historia del cine nacional de las últimas tres décadas?
Todas y cada una de las involucradas en hacer cine. Desde los gaffers hasta el director, pasando por actores, maquillistas, iluministas, directores de foto, etc. Todos ellos han dado continuidad a una expresión de arte que requiere pasión en su ejecución. Por lo tanto, siendo el cine uno de los negocios menos rentables en nuestro país, debemos estar seguros de que trabajar en ello no requiere nada menos que corazón. Es tarea de muchos dar vida al séptimo arte, y la lista de las personas fundamentales ha de estar inscrita en la parte inferior de la colección de afiches del cine boliviano en la Cinemateca.
¿Cuáles son sus películas y directores bolivianos de referencia?
Los hermanos Cartagena (Paolo Agazi),  Vuelve Sebastiana (Jorge Ruiz),  Amargo mar (Antonio Eguino), Cuestión de Fe (Marcos Loayza), El corazón de Jesús (Marcos Loayza).
¿Cuáles son sus películas y directores internacionales de referencia?
Old Boy (Park Chan Wook), The Fountain (Darren Aronofsky), Revolver (Guy Ritchie), The Downfall (Oliver Hirshbiegel) y Brown Bunny (Vincent Gallo).
¿Hacia dónde cree que va el cine boliviano?
Hacia el clímax. Lo mejor del cine boliviano aún está por verse. Es un cine en construcción.
* Periodista – [email protected]
** Docente e investigador – [email protected]