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  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
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Stephen King, una relación lectora de amor y odio

Una reseña a la obra Mientras escribo del afamado escritor estadounidense. <br><br>
Stephen King, una relación lectora de amor y odio

1. Amor: La milla verde y su adaptación cinematográfica; Rita Hayworth y la redención de Shawshank y su enorme adaptación cinematográfica (por primera vez actuaba Morgan Freeman); El resplandor y su adaptación cinematográfica, más bien, reescritura cinematográfica de Kubrick que tanto odia Stephen King

2. Odio: La zona más oscura, que se podría haber editado mejor, se podría haber quitado cien páginas al menos; Apocalipsis, que le sobran las últimas páginas, al menos 50 páginas. It, que también se podría haber editado el final, que es lo más flojo, de todos sus libros (digo todos, pero sólo leí 45 libros de más de 70 obras que Stephen King publicó)

Conclusión: Stephen King sabe muy bien cómo empezar una novela, pero no sabe terminarla

Hace algunos días leí Mientras escribo, que es una suerte de autobiografía y manual de iniciación para quien quiere escribir. Está dividido en tres partes (además, la versión conmemorativa tiene dos prólogos que bien podrían haber sido suprimidos porque no aportan en nada).
Primero hay fragmentos de la vida de Stephen King, novelada. Aquí relata cómo se hizo escritor. Una infancia de carencias, las tardes largas en Maine, con el calor sofocante, la vida en un pueblo olvidado de los Estados Unidos, las noches viendo películas de clase B, de terror y explotation (películas donde primaba la acción y la balas sin control ni verosimilitud).
También escribe sobre sus primeros escritos, que fueron más fracasos que éxitos, tenía un clavo donde colocaba las cartas de rechazo que las editoriales enviaban luego de leer sus cuentos. Esta parte termina cuando, al estilo película de Hollywood (el gran sueño americano), vende su primera novela: Carrie.
Luego da herramientas (que no se entienda fórmulas) para el joven escritor o el viejo escritor que aún no tiene idea de cómo escribir, hacer vivir un relato, a sus personajes, la importancia de los detalles y de la corrección. Aquí Stephen King muestra su maestría (haber escrito más de 70 novelas ya es un mérito; a ver escrito más de 70 novelas y ser el autor más adaptado para cine y televisión es otro mérito)

Divide su caja de herramientas en 3 compartimientos. En la primera está la ortografía y la gramática. En la segunda la creación de personajes a través de algún detalle, la trama no interesa si el personaje está bien construido. En la tercera está la edición, el proceso tortuoso que todo escritor debe enfrentar: horas y horas de tallar un escrito hasta que quede pulcro y coherente y verosímil y vivo

Stephen King puede ser un escritor de masas, pero incluso en Mientras escribo deja entrever que uno no debería escribir para ganar dinero. Muy bien lo podría hacer para escapar de sus monstruos, como terapia, como forma de vida, como intento de escapar de la realidad porque la realidad duele y quema.
La tercera parte, como siempre, es relleno, aunque no puedo negar que es un relleno bien escrito: el día en que tuvo un accidente que casi le hace perder la vida, que, además, le hizo reflexionar sobre sus días sobre la tierra, su paso por el alcoholismo, y ver un futuro nublado, que se le escaba de las manos, al igual que su presente.
Aquí Stephen King hace una metáfora de quien quiere escribir: para poder convertirse en escritor, con mayúsculas, si es posible, debe enfrentarse a todo, incluso a uno mismo.
Periodista y escritor - [email protected]