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Rafael Peredo: “El periodista es periodista hasta el día de su muerte”

Una evocación de la vida y obra del decano del periodismo local Rafael Peredo Antezana, a un año de su muerte.
Rafael Peredo: “El periodista es periodista hasta el día de su muerte”


“El periodista es periodista hasta el día de su muerte”, era la máxima del decano de la prensa de Cochabamba, Emilio Rafael Peredo Antezana, el entrañable Rafito como lo conocían sus familiares, amigos y colegas. Murió a los 94 años el 5 de julio de 2018, dejando un gran vacío en la prensa y letras del país.

Nació en Oruro el 24 de octubre de 1923, siendo sus padres Emilio Peredo y Mercedes Specher, de nacionalidad alemana. Quedó huérfano de madre a los seis años, viéndose obligado por las circunstancias a trabajar.

En vida, Rafito fue jefe de Redacción y editorialista del matutino Los Tiempos hasta que se jubiló, aunque él sostenía que nunca se había jubilado, pues los auténticos periodistas eran tales hasta el fin de sus días. Al margen de reportero, Peredo Antezana se destacó como un excelso profesor, ensayista, escritor e historiador.

Según un esbozo biográfico de su hijo Juan Peredo Montaño, vivió junto a su padre en las minas de Pulacayo, donde, por sus aptitudes de acucioso observador y por su excelente caligrafía y ortografía, se ocupó de colocar nombres a los minerales extraídos de interior mina en los muestrarios de la empresa.

Años más tarde, se trasladó a vivir a Quillacollo junto con don Emilio. A la edad de los nueve años fue inscrito en la escuela Sucre, pero, debido al estallido de la Guerra del Chaco, su padre se enroló en defensa de la heredad nacional, quedando Rafael al cuidado de sus tíos y abuelos de apellido Antezana, quienes durante ese tiempo aciago cambiaron su apellido de Specher por el de Antezana.

Durante la conflagración bélica, Rafito empezó su curiosidad y afición por el periodismo. Diariamente se informaba de las noticias que llegaban del Chaco, a través de la única radio que había en Quillacollo, de propiedad de una familia vecina, que colocaba un altoparlante en la ventana de su casa. Hombres y mujeres se aglomeraban alrededor de este aparato para anoticiarse de los avances del conflicto armado entre los “pueblos más pobres de América Latina”.

De acuerdo a las memorias de Juan Peredo, en la escuela, el pequeño Rafael comentaba a sus compañeros lo que acontecía en las candentes arenas del Chaco, y su recreo lo utilizaba para comprar el diario de la época, El Imparcial. Las noticias también provenían de radio Illimani o alguna radioemisora argentina. Eran captadas por Rafito, notándose ya en esos años el interés por estar informado.

Pasión por el periodismo

Tras el conflicto chaqueño, a la edad de 15 años, por recomendación de su amigo José Gordillo, retornó a Oruro para estudiar en la Escuela Politécnica y ser parte del equipo de redacción del diario La Patria. El inesperado cierre de la Escuela, obligó a su padre a enviarlo a La Paz para estudiar, en la Escuela Industrial Pedro Domingo Murillo, la especialidad de linotipista. Gracias a su estadía y estudios en esa ciudad, nació su pasión por el que será el equipo de sus amores: The Strongest.

A sus 18 años, Rafito retornó a la ciudad de Cochabamba, su padre lo contactó con el director de El Imparcial, donde trabajó como corrector. Posteriormente, en 1943, conoció al célebre escritor y periodista Demetrio Canelas, amigo de su padre Emilio, quien lo incorporó al equipo de redactores del periódico Los Tiempos, que en esos días haría su aparición.

Un hecho desconocido hasta hoy es que Rafito fue nombrado encargado de la página deportiva, y debido a que nuestro país no desarrollaba muchas actividades físicas y menos se conocían noticias internacionales, el periódico recibía las ya clásicas revistas deportivas desde Argentina: El Gráfico y Goles. Las mismas eran revisadas minuciosamente por el novel cronista deportivo para ofrecer buenas y actualizadas noticias a sus ávidos lectores.

Esa práctica convirtió a Rafito en el hincha No. 1 de River Plate de Argentina. Gracias al cariño al equipo bonaerense, fundó el Club River Plate de Tiquipaya, en homenaje a la tierra de su amada Alicia.

Años después, Peredo fue nombrado oficial Mayor y secretario privado de la Alcaldía de Quillacollo. El alcalde Delfín Arias lo comisionó a Tiquipaya para que pueda interiorizarse de las necesidades de dicho pueblo. En ese municipio conocerá a Alicia Montaño, quien será su compañera de toda la vida. Contrajeron nupcias y fruto de ese amor nacieron 16 hijos, de los cuales cuatro fallecieron.

Corresponsal aventajado

Rafito en sus años mozos fue nombrado corresponsal de varios medios periodísticos del país: Abaroa de La Paz, La Patria y La Mañana de Oruro. Al tiempo de ser responsable de las páginas deportivas y redactor de La Reforma, El Imparcial y El Pueblo de Cochabamba, fue también columnista de otros medios impresos de la época de los 40 y 50.

Otro pasaje desconocido de Rafael Peredo es que, siendo jefe de Redacción de La Patria, fue mentor y guía de Luis Ramiro Beltrán Salmón, quien el 7 de diciembre de 1983, en Otawa, recibió el Premio MacLuhan, el “Nobel de la Comunicación Social” por su aporte a “democratizar la información y configurar un modelo de comunicación alternativo horizontal”.

Rafito también se codeó con los célebres escritores y periodistas, como Jesús Lara y Jorge Ocampo Moscoso, y fue merecedor de la confianza absoluta del fundador de Los Tiempos, Demetrio Canelas, quien siempre le profesó una gran estima y reconocimiento, al punto de convertirse posteriormente en su biógrafo no autorizado y compilador de su vasta obra, especialmente escritos políticos y de los sucesos de la Guerra del Chaco.

Asimismo, simpatizó con los jefes de los diferentes partidos políticos que tenían presencia en la década de los 40 al 60. Fue amigo de los líderes políticos de izquierda y derecha, como Guillermo Lora, Oscar Únzaga de la Vega, Marcelo Quiroga Santa Cruz, Víctor Paz Estensoro, Hernán Siles Suazo, Remo Di Natale y Luis Ossío Sanjines, entre otros, que siempre lo visitaban en Los Tiempos, pues fue también redactor de noticias políticas.

Durante la primera gestión del MNR (1952), fue testigo presencial del asalto, saqueo y posterior quema de documentación de Los Tiempos por parte de las milicias de este partido. Miles de libros y documentación muy valiosa referida a la Guerra del Chaco fueron destruidos por estos bárbaros, diría después años más tarde Peredo.

Autoridad municipal

La vida de Rafito fue polifacética, en 1964, fue nombrado Alcalde de Quillacollo, mostrando dotes de un buen administrador y querendón de este pueblo. Durante el breve ejercicio de su cargo, se expropiaron los terrenos donde funciona el actual coliseo Max Fernández; se hizo la apertura de la avenida 1º de Mayo que conecta el centro de Quillacollo con la fábrica Manaco y la expropiación y entrega de la plaza Bolívar, que en ese entonces funcionaba como mercado, y mucho antes como campo deportivo.

Entre 1970 y 1971, fue nombrado Alcalde de Tiquipaya, también tuvo corto mandato. Durante su gestión se ejecutaron la expropiación de los terrenos donde actualmente se encuentra el estadio municipal, mejoramiento e inicio de la construcción de la escuela Simón Bolívar, y lo más importante, el inicio de la apertura del camino Tiquipaya-Totolima.

Junto a insignes personajes tiquipayeños, fundó el Comité Pro Intereses de Tiquipaya, que, liderado por Julio Rodríguez, logró que en 1957 se creará la Tercera Sección Municipal de Tiquipaya.

Peredo siempre combinó el oficio de periodista con sus compromisos cívicos, pues por esos años trabajó como director de Informaciones del Servicio Departamental de Caminos y de la ex Cordeco, sin dejar de lado su condición de columnista y editorialista de Los Tiempos.

Libros e investigaciones

Gran parte de la obra fecunda del entrañable Rafael Peredo fue dedicada a la Virgen de Urkupiña logrando proyectar a su “querido Quillacollo” a nivel mundial a través de ensayos, monografías, revistas, libros y publicaciones diversas relacionadas con la festividad y los aspectos socioculturales.

El aporte intelectual de Rafito está plasmado en libros, trabajos de investigación, ensayos y poemas publicados, entre los que destacan: Monografía de Quillacollo; Personajes de la historia (Diccionario biográfico de las provincias Quillacollo, Tapacarí y Ayopaya); Recuerdos de la ciudad de Totolima; El milagro de Urkupiña; María de Urkupiña; Monografía de Sipe Sipe; Poemario La zarza ardiente; y fue coautor de El origen de la Noble Villa de Oropeza, entre otros. Antes de su muerte, tenía en preparación dos libros: El asalto a Los Tiempos y Urkupiña y los nuevos retos.

Rafito también es recordado por ser un gran animador de ferias, festivales, coloquios sobre cultura popular, pero por sobre todo por su gusto exquisito por los tangos más selectos. Cerró los ojos escuchando esas hermosas melodías que lo acompañaron en su largo peregrinar por esta vida.

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