La crítica trap
Leí en el muro de Homero Carvalho un artículo de Javier Cercas (escritor de Soldados de Salamina y de Anatomía de un instante). Su artículo titulaba “El crítico matón”. Cercas clasificaba al crítico literario en crítico matón y provocador. El primero quita las ganas de leer; el segundo incita. El primero busca ser reconocido mediáticamente. Es vanidoso. Es resentido. Es miedoso. Es como un Pitbull sin bozal y criado para matar. Pero por dentro es un caniche vestido de tirolés.
En Bolivia, no solo existe el crítico matón, sino una mezcla con mucho flow. La influencia reguetonera y de Calle 13 (hay un crítico que se cree Residente y otro Maluma en su versión de cabello largo) creó un tipo de crítico que hace crítica trap. La música trap usa sintetizadores, cajas rítmicas, subgraves, y hace uso exagerado del autotune. Pero es vacía. En las letras del trap nunca falta algún insulto y mención a algún tipo de cópula, como la de perros, gatos y caracoles.
Al igual que en el mundo del trap, hay medios de comunicación que permiten que este tipo de crítica se publique. Digamos un blog que lo titularás con la palabra “sangre” o “roja” para que alguien te lea. Digamos un periódico que debe rellenar el área cultural, y el resentimiento vende, más si es a: a) Mujeres de cabello corto que escriben, b) Hombres de cabello largo que escriben, c) Escritores sub-50, d) Escritores sub-20, d) Escritores famosos que viven en Estados Unidos, e) Escritores que no tienen fama, pero tienen clefa, f) Escritores que no beben en el Bonanza (dícese que es un bar-antro-pro escritores malditos), g) Escritores que no publican nada hace muchos años, h) Escritores que publican cada medio año, i) Escritores que pertenecen a un grupo literario que no es el tuyo, j) Escritores que fueron tus amigos, pero decidiste bloquearlos en el Facebook, porque no leen a Stephen King y k) Escritores que dicen que Stephen King no es el mejor escritor del mundo mundial.
El que escribe crítica trap también tiene el estilo de vida de quien hace trap. Tiene una esposa y amantes por doquier. Tiene a su alrededor un grupo de acólitos que lo alienta (como el Profesor nazi, Pi Di Di, Efrén, El Bautista). Publica en alguna red social frases como: “Esa novela no merece que yo la lea”. Resultado: 125 likes. Molesta con mensajes ofensivos a quien se le cruce en el camino. Y amenaza con mostrar su Magnum bañada en oro. O practicar ortodoncia con tus dientes.
El crítico trapero se cree Chuck Norris, Marlon Brandon o Harry, El sucio. El crítico trapero jamás criticará la obra (puede que critique la tapa de la obra o la contratapa). Su crítica se centrará en la persona: la llenará de insultos escatológicos (insultos sacados de la trilogía de Scary Movie). Eso solo es la respuesta de alguien que tiene miedo a mostrar su verdadero rostro, que tal vez sea la ignorancia o el miedo a no tener éxito, a no tener likes o a ser olvidado.
El crítico trapero es misógino y lo demuestra en cada uno de sus comentarios, como: “La literatura es un sustantivo macho”.
El crítico trapero es parasitario: se alía con otros escritores y les demuestra que su crítica es imprescindible para que el libro que publiquen sea leído. Y esos escritores creen (los más rubicundos y lozanos piden que escriba prólogos o introitos). Incluso invitarán al crítico trapero a que dé charlas o talleres de escritura. Y este crítico hará citas incorrectas de Vargas Llosa y soltará alguna palabra soez y, al final, será considerado el crisol de la crítica boliviana. De la naciente crítica boliviana.
Escritor y periodista - [email protected]