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Sobre La Divina Comedia: el amor nos guiará

Texto escrito en conmemoración por el 23 de abril Día del Libro, en el marco de la actividad de la carrera de Filosofía y Letras de la Universidad Católica Boliviana&nbsp; y el Centro Cultural Simón I. Patiño, rindiendo&nbsp; homenaje a la obra Dante Alighieri. <br>
Sobre La Divina Comedia: el amor nos guiará

En el fondo del torbellino, entre sollozos y lamentos de fútil índole. En el helado ambiente se baten eternamente los amoríos mal vistos por el más alto de los jueces. Sin tregua de la firme sentencia, los lujuriosos y mal enamorados pagan su sentencia infernal. A costas del divino resplandor del paraíso y el gris purgatorio, Dante encuentra piedad en su corazón, piedad por Paolo Malatesta y Francesca de Rimini, dos almas desventuradas que en vida amantes prohibidos fueron. Descubiertos en el idilio de su pasión y prontamente fulminados por la espada del amargo Gianciotto Malatesta, hermano de Paolo y esposo de Francesca. Privados de una oportunidad de arrepentimiento, ante los ojos de un dios totalitario e inclemente. Dante no puede huir de la compasión que le invoca la situación de los amantes. Ante el vivido dolor de haber perdido a quien nunca tuvo, su amada Beatriz, fallecida a los 20 años.

Renegar al dios de los cristianos significa recibir sus inefables y justos castigos dotados de cierta ironía, al menos del modo tal como Dante los propone. Francesca de Rimini estuvo casada con Gianciotto de Malatesta en matrimonio arreglado para la conveniencia política de los hombres. Atada a este hombre violento y malvado, tenemos a una mujer de corazón bueno que es condenada por enamorarse de un alma sensible. Así podemos presumir que su sentencia fue a causa de romper el lazo matrimonial más que solo por lujuria. Paolo Malatesta fue un muchacho bien parecido de romántico semblante, elegido por el papa como capitán de Florencia debido a sus virtudes diplomáticas. Habiendo conocido a la esposa de su hermano, en ausencia del mismo, ante el poético candor de las literaturas plasmando el vedado amor del caballero Lancelot y la Reina Ginebra del Rey Arturo.

“La bocca mi bacciò tutto tremante”

¿Dios ama el matrimonio porque es bueno? ¿o es bueno el matrimonio porque ese dios lo ama? De un modo u otro, Francesca podría haber invalidado tal unión ante los ojos de su Dios. Destacando la belicosa profesión de Giovanni (Gianciotto) y su vil personalidad, un hombre que no sigue la senda del dios cristiano.
¿Es acaso el matrimonio mas sagrado que aquel dios mismo? La respuesta de todo buen cristiano católico seria indiscutiblemente negativa al considerar que lo más alto es indiscutiblemente su dios, más aun así se impone la antipatía. Siendo Dante Alighieri un hombre que ha amado, no puede contener sus lágrimas ante la abrumadora situación del alma de los amantes en pena. ¿Por que dios no fue capaz de sentir tal compasión en su condición y naturaleza de amor infinito que le caracteriza? ¿Cómo puede juzgar dos almas sin haber podido saber si se arrepentirían? ¿Podríamos alegar que dios vio encriptado en el corazón de los amantes el fatal vaticinio de que no se arrepentirían, pero porque nos parece injusto a los hombres? Si toda virtud y compasión provienen de su propia esencia divina. Rememorando que, adquiridas nuestras virtudes divinas por la mordida de la fruta, en el agridulce sabor que Adán había de paladear. O dios está obligado a condenar un matrimonio roto, sin importar el contexto. Para un hombre simple, que procura hacer el mejor esfuerzo de entender porqué sabe tan amargo el tan alto designio

La omnipresencia implicaría claramente que dios sería el perfecto testigo de absolutamente todo, su omnipotencia reforzaría tal afirmación haciéndolo coercible y haciéndolo capaz de moldear toda regla a su suprema virtud de amor y piedad, además de justicia. De ser puros los corazones, Dante viaja en divina tarea, pero no ama infinitamente la obra infernal de su creador. Teniendo conocimiento del bien y el mal, es incapaz de evitar quebrar en llanto. Sin hallar sosiego y en la más dulce demostración de ego, llora. Vemos el eco de lucifer. privado de sus alas y condenado a no volar entre los perfumes del paraíso, brillando en la memoria del capricho, en un escritor que al hablar del infierno explora su interior subconsciencia y naturaleza humana. Compadeciendo mas de sí que de los obscuros histriones de la sagaz obra que ha dejado en beneficio de nuestra especie. Quien de sufrimiento sabe lo sabe todo y sin duda alguna el que de amor sabe, ciego es de excelencia.

Dante Alighieri se erige exhausto, para recordar que cualquiera siendo la excusa divina, de amor y de la justicia divina para los que se han negado en vida y muerte a dejar de lado un ser anhelado con candente fuerza. Que, al hablar de amor, hablamos de virtud, pero también indefectiblemente de nosotros mismos. Sería su amor eterno y blanco, ceñido en el anhelo de los dorados cabellos y brillantes ojos adornados de la dulce voz de su amada Beatriz, los que le acompañarían al mas blanco de los paraísos, donde la guía ideal sería el amor más puro.

Columnista- [email protected]