Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
  • Actualizado 00:37

LECTURAS SUTILES

¿El amor está agonizando?

¿El amor está agonizando?
El filósofo Byung-Chul Han en su obra la “Agonía del Eros” sostiene que el amor perece por la ilimitada libertad de elección, por las numerosas opciones y por la coacción de lo óptimo y que, en un mundo de posibilidades inagotables, no es posible el amor. Además, afirma que el amor no puede alcanzarse bajo el régimen del yo, y es que vivimos en una sociedad en la que comparamos de manera continua todo con todo, por lo tanto, la sociedad del consumo solo aspira a eliminar la alteridad de los sujetos, donde todo es aplanado para convertirse en objeto de consumo.

La sociedad en la que vivimos se hace cada vez más narcisista, donde el sujeto narcisista no puede fijar claramente sus límites con respecto al otro, entonces, el mundo se le presenta como una proyección de sí mismo, por lo tanto, no es capaz de conocer al otro en su alteridad y deambula por todas partes como una sombra de sí mismo, cayendo en la depresión que viene a ser una enfermedad egocéntrica.

En cambio, el amor arranca al sujeto de sí mismo y lo conduce afuera, hacia el otro. Por otro lado, la depresión hace que la persona se derrumbe en sí misma, ya que el actual sujeto narcisista del rendimiento está abocado, sobre todo, al éxito.

Y es que los éxitos llevan consigo una confirmación del uno por el otro. Ahora bien, el otro despojado de su alteridad, queda degradado a la condición de espejo del uno, al que confirma en su ego. Con ello se desarrolla una depresión del éxito.

El sujeto depresivo del rendimiento se hunde y ahoga en sí mismo, en cambio, el Eros hace posible una experiencia del otro en su alteridad, que saca al uno de su infierno narcisista.

El Eros pone en marcha un voluntario desreconocimiento de sí mismo, un voluntario vaciamiento de sí mismo y una debilidad y fortaleza se apodera del sujeto del amor. Es, por tanto, que la depresión se presenta como la imposibilidad del amor.

Byung- Chul Han nos dice que el amor se positiva como sexualidad y la sensualidad es un capital que hay que aumentar, entonces el cuerpo equivale a una mercancía. En ese sentido, el otro ya no es una persona, pues ha sido fragmentado en objeto sexual parcial.

El amor se convierte en una fórmula del disfrute, pues tiene que engendrar ante todo sentimientos agradables.

No es una acción, ni una narración, sino una emoción y una excitación, sin consecuencias. Está libre de la herida, del asalto o de la caída. Pero el amor no es una posibilidad, no se debe a nuestra iniciativa, es sin razón, nos invade y nos hiere.

El amor de hoy se atrofia como un objeto de consumo y cálculo hedonista. El deseo del otro es suplantado por el confort de lo igual. Se busca la placentera

y, en definitiva, cómoda inmanencia de lo igual. Al amor de hoy le falta toda trascendencia y transgresión.

NOTA: Para cualquier consulta o comentario sobre la columna, contactarse con Claudia Méndez Del Carpio (psicóloga), al correo [email protected]

o al celular/WhatsApp 591-62620609.

Visítanos en Facebook como:

LECTURAS SUTILES.