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  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
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Adiós al tinte: el presidente chino rompe la tradición

Adiós al tinte: el presidente chino rompe la tradición



El presidente chino, Xi Jinping, es famoso por romper las reglas de la política de su país; así ha acumulado más poder que cualquier otro dirigente desde Mao.

Su última ocurrencia para cambiar las cosas podría ser una de las medidas más atrevidas que ha tomado hasta ahora: Xi está encaneciendo un poco —aunque desca- radamente—, lo que va en contra de una antigua tradición del Partido Comunista.

Durante décadas, los dirigentes chinos han ostentado un cabello oscuro poco na-tural, apariencia que simbolizaba la unidad y daba al partido un aspecto juvenil.

Sin embargo, al parecer, Xi, de 65 años, no es nada vanidoso y se presenta como un dirigente creíble y afable, lo cual forma parte de su empeño por atenuar sus se-veras políticas.

Durante la participación de Xi en la reu-nión anual de la legislatura china la sema-na pasada, los mechones plateados de su cabello han tenido mucho éxito con los delegados y la concurrencia en general.

“Es muy humilde”, comentó Gu Yan, un empleado de 47 años de una empresa de tecnología en Xiamen, una ciudad del este. “No tiene miedo de ser él mismo”.

Xi siempre ha elegido su vestimenta para destacar su imagen de hombre del pueblo. En China, con frecuencia se le ve con un rompevientos azul marino con la cremallera cerrada, un símbolo de sencillez cuando encabeza una campaña contra la corrupción.

Según los expertos, su cabello entrecano reafirma aún más esa imagen, así como el deseo de Xi de ser visto como una figura paternal y hacer honor al apodo con el cual se le conoce popularmente: Tío Xi.

“No es la imagen de los funcionarios sosos que deben teñirse el cabello y vestirse según el molde correcto”, comentó Julian Gewirtz, un académico que estudia la historia y la política chinas en la Universidad de Harvard. “Se trata de una imagen del partido que sea más creíble y menos parecida a la de los apparátchiks en su estética”.

Encanecer no siempre fue un gran pro-blema en China; tanto Mao como Deng Xiaoping, el trascendental dirigente de China, llevaban el cabello plateado en sus últimos años.

No obstante, en años recientes, cuando el partido promovía un modelo de “dirigencia colectiva” para repartir el poder de forma más equitativa después de la época del dictador Mao, una cabellera negra e impecable se unió a la hoz y el martillo como parte del uniforme comunista.

El color del cabello solía verse como un símbolo de rango dentro del partido. Por ejemplo, Zhou Yongkang, exjefe de seguridad interior, fue mostrado cuando confesaba sus crímenes durante una audiencia para dictar sentencia en 2015. Durante su detención, su antiguo cabello color negro azabache se había vuelto sorprendentemente blanco.

Zhang Jiehai, sociólogo de la Academia de Shanghái de Ciencias Sociales, señaló que anteriormente los funcionarios chinos se teñían el cabello para ocultar problemas de salud y presentar una imagen más juvenil. Pero ahora, comentó, los funcionarios son más jóvenes y la sociedad se ha vuelto más abierta.

La forma exacta en que los funcionarios conservan el cabello color negro azabache es una especie de secreto de Estado, aunque probablemente intervienen abundantes cantidades de tinte.

Xi tenía casi todo el cabello negro cuando llegó al poder en 2012. Sin embargo, conforme ha tenido que enfrentar una economía que se desacelera, los forcejeos diplomáticos en el mar de la China Meri-dional y una guerra comercial con Estados Unidos, su cabello se ha encanecido.

Su cabello plateado no ha pasado inadvertido en el partido.

En 2016, una delegada de la Asamblea Popular Nacional comentó que en una reunión con Xi había observado que tenía más canas.

“Nuestro país es muy grande”, especuló en ese momento la delegada Zhu Xueqin. “Tiene que encargarse de muchas cosas y es muy difícil”.

Parece que el ejemplo de Xi se está imponiendo: también muestran canas al menos siete miembros del Politburó, un consejo de élite de veinticinco miembros en los niveles más altos del Partido Comunista. Entre los altos funcionarios canosos están Liu He, vice primer ministro, y Wang Yi, ministro de Relaciones Exteriores.

Pese a que quizás las canas se consideren indeseables en otras partes del mundo (el presidente estadounidense Donald Trump declaró con orgullo el sábado: “No tengo canas”), en China algunas personas las consideran una señal de sabiduría.

En las peluquerías de China, los estilistas celebraron la decisión de Xi de dejarse las canas. “Hace parecer que trabaja muy duro, que trabaja día y noche”, comentó Liu Ke, un estilista de una peluquería en la ciudad central de Xi’an.

Jiang Zhirong, la copropietaria de una peluquería que está en un callejón de Pekín, afirmó que Xi no podía equivocarse.

“Sin importar si se tiñe o no el cabello,

el presidente tiene mucho estilo”. l