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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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Zen en el arte de escribir

Sobre el libro de ensayos del escritor estadounidense Ray Bradbury, que indaga en las peripecias del proceso de escritura. <BR>
Zen en el arte de escribir



A Ray Bradbury lo conocí por una entrevista a Julio Cortázar (esa serie de entrevistas en blanco y negro del programa A fondo de Televisión Española que empezaba con el sonido de unas trompetas triunfales). Él dijo, con su voz nasal, afrancesada: “Es un autor que vale la pena conocer”; más allá del tópico, era cierto.

Ray Bradbury tal vez sea considerado un autor de género: se movía con facilidad en la ciencia ficción. Sus libros más importantes son Fahrenheit 451 (François Truffaut hizo una adaptación cinematográfica) y Crónicas marcianas. Pero poco saben que escribió alrededor de 250 cuentos. Primero para sobrevivir (su esposa hizo voto de pobreza cuando decidió vivir con él), luego por el placer de escribir, o a la inversa.

Zen en el arte de escribir es un libro para quien decidió dedicarse a escribir en serio. Como una apuesta de vida o muerte. El lector encontrará 11 ensayos sobre el proceso de escritura. El lector tendrá la noción de que Ray Bradbury le habla en una cafetería (con un expresso en la barra o en la mesa, y tal vez un cigarrillo).

Desde el inicio Ray Bradbury escribe que dedicarse a la literatura no debería considerarse una carga o un proceso sudoroso que lleve al hombre hacia la locura. Entonces, debería considerarse un acto de placer como ver el mar o escuchar alguna pieza de jazz. Entonces, debería considerarse como una enseñanza zen que busca la experiencia de la sabiduría más allá del discurso racional.

El libro empieza con “Cómo trepar al árbol de la vida, tirar piedras contra uno mismo y bajar sin romperse los huesos ni el espíritu. Prefacio con un título no mucho más largo que el libro”.

El lector debería primero leer los cuentos de Ray Bradbury antes de este libro. Algunas recomendaciones: empezar con El ruido de un trueno. Luego El cohete. Y luego Dragón. Y luego: Sirena. Si es posible leer Fahrenheit 451 y dormir en la intemperie (todavía lo puede hacer, aunque sea otoño) y darse cuenta de que los libros y la vida tal vez sean lo mismo.

En Zen en el arte de escribir está el prólogo a Fahrenheit 451. En este breve ensayo, Bradbury relata el proceso de creación de su novela. Cómo tuvo que introducir 50 centavos de dólar cada hora a una máquina escribir de una biblioteca para terminar un primer borrador. Cómo creó a los personajes Montag, Clarisse, Faber.

También hay un ensayo sobre el proceso de creación de Crónicas marcianas en forma de prólogo. Bradbury cuenta que desde que decidió ser escritor empezó a escribir un cuento semanal. Crónicas marcianas son cuentos separados y unidos por un tema: la población de Marte en un futuro alterno, pero en realidad sigue la estructura de Winesburg, Ohio, de Sherwood Anderson.

Quien quiera ser escritor (un escritor que apostó todo a la escritura) lea este libro. No sólo se llenará de inspiración como cuando ve alguna película de deporte, sino que conocerá algunas herramientas para mejorar su escritura. Además, sabrá que escribir no es sinónimo de dinero sino de vocación. Además, sabrá que escribir es reconciliarse con la vida.

Y me quedo con este párrafo: “Ustedes tienen su lista de autores favoritos. Yo tengo la mía. Dickens, Twain, Wolfe, Peacock, Shaw, Molière, Jonson, Wycherly, Sam Johnson. Poetas: Gerard Manley Hopkins, Dylan Thomas, Pope. Pintores: El Greco, Tintoretto. Músicos: Mozart, Haydn, Ravel, Johann Strauss. Pensar en estos nombres es pensar en garras, apetitos, entusiasmos grandes o pequeños, pero siempre importantes. Pensar en Shakespeare y Melville es pensar en truenos, relámpagos, viento. Todos conocían el gozo de crear en formas amplias o reducidas, en telas ilimitadas o estrechas. Son los hijos de los dioses. Sabían divertirse trabajando. No importaba si de vez en cuando crear era difícil, qué tragedias o enfermedades les afectaban la vida más íntima. Las cosas importantes son las que nos llegaron de sus manos y sus mentes, y están llenas a reventar de vigor animal y vitalidad intelectual. Nos transmitieron sus odios y desesperaciones con una especie de amor”.

Periodista y escritor - [email protected]